Por Jen Maffessanti
No es ningún secreto que la ficción distópica para jóvenes adultos tuvo un momento muy real recientemente cuando franquicias como Divergent y Maze Runner llegaron a la gran pantalla. Pero el más exitoso tiene que ser la serie Hunger Games (Juegos del Hambre) de Suzanne Collins. Las versiones de la película presentaban a la querida Jennifer Lawrence entre otros actores de renombre como Donald Sutherland, Philip Seymore Hoffman, Liam Hemsworth y Elizabeth Banks.
Las historias distópicas son muy populares, pero no es necesario recurrir a la ficción para encontrarlas. Podemos verlos en los países socialistas que existieron y siguen existiendo en el mundo real.
1. El Capitolio vs. Los Distritos
En los Juegos del Hambre, el Capitolio es la sede del poder político en la nación de Panem. También es donde se encuentran todas las cosas buenas. La protagonista Katniss, del empobrecido Distrito 12, está impactada por la belleza, la limpieza, la opulencia que ve en el Capitolio. Los colores y variedades de ropa y joyas, la calidad y cantidad de comida, la gracia de la arquitectura, la comodidad de los muebles. Tecnología holográfica de vanguardia. Armas. Incluso una electricidad simplemente fiable. Todo supera lo que hay en los Distritos.
No es que tales galas no sean asequibles para la gente en casa, es que no están disponibles en lo absoluto, ni siquiera para el alcalde del distrito. La gente común y corriente del Distrito está atascada con casas destartaladas, ropa fuera de moda y comida de baja calidad que solo a veces es suficiente.
En la Unión Soviética, la situación era similar en las capitales como Moscú, aunque menos exagerada. Como era la sede del poder político del Partido Comunista, ahí es donde se encontraban la mayoría de los lujos. Los artículos de lujo eran muy caros y difíciles de encontrar fuera de la ciudad, si es que se podían encontrar. Las grandes ciudades, como Moscú, tenían las mejores tiendas, los mejores vehículos y la mejor ropa. Algunos bienes lograron salir al campo, especialmente si había una industria particularmente importante allí, pero las mayores concentraciones de bienes estaban en la capital.
Incluso hoy en día, la dicotomía de que la capital tiene lo bueno (o al menos lo mejor) mientras que el campo no tiene nada sigue siendo cierta. Mira esta imagen satelital de Corea del Norte y del Sur.
Corea del Sur, relativamente libre, está iluminada en todo el país, no solo en la capital, Seúl. En Corea del Norte, Pyongyang (la capital) es un llamativo pinchazo de luz en un mar de oscuridad. Claro, en las grandes ciudades de países más o menos libres, se encuentra una mayor concentración de bienes y arquitectura de alta calidad, pero la ciudad de Nueva York, por ejemplo, no es la capital de la nación, ni siquiera es la capital del estado.
2. Comida fina vs. conseguir migajas
Mientras está en el Capitolio, Katniss queda admirada con la comida disponible, el tipo de comida que nunca había soñado comería cuando estaba en su casa, en el Distrito 12. De hecho, durante su entrevista previa a los Juegos, cuando se le preguntaba qué es lo que más le impresionaba del Capitolio, respondió: “El guiso de cordero”. Anteriormente, en el capítulo cinco, intenta comparar lo que comía en el tren hacia el Capitolio con lo que podría encontrar en casa:
“Trato de imaginarme preparando esta comida yo misma en casa. Los pollos son demasiado caros, pero podría arreglármelas con un pavo salvaje. Necesitaría dispararle a un segundo pavo para cambiarlo por una naranja. La leche de cabra tendría que sustituir a la crema. Podemos cultivar guisantes en el jardín. Tendría que conseguir cebollas silvestres en el bosque. No reconozco el grano, nuestras propias raciones de tésera se cocinan hasta convertirse en una masa marrón poco atractiva. Los panecillos serían el producto de otro intercambio con el panadero, tal vez por dos o tres ardillas. En cuanto al pudín, ni siquiera llego a saber qué contiene. Días de caza y recolección solo para esta comida y aún así sería una mala sustitución para la versión del Capitolio”.
De vuelta en el mundo real, los apparatchiks soviéticos disfrutaban de supermercados exclusivos a los que se les prohibía el uso a los miembros que no pertenecían al Partido. Los filetes, la langosta y el caviar se entregaban en secreto a las élites de los partidos, por lo que nunca llegaban a las estanterías ni siquiera de los exclusivos supermercados de los miembros de partidos, mientras que la gente común se veía relegada a escasos suministros de alimentos de baja calidad. Pero ni siquiera la mejor comida de la Unión Soviética podía compararse con la que se encontraba en los supermercados de los Estados Unidos.
Un ejemplo más moderno es Venezuela. El adulto venezolano promedio bajó 25 libras en 2017 debido a la falta de alimentos, y muchos están sufriendo de desnutrición. Mientras tanto, los leales al Partido Socialista reciben “bolsas solidarias” de comida y el Presidente Maduro puede ser visto en banquetes con su esposa.
3. Caballos de fuerza vs. la fuerza de los pies
En Panem, el Capitolio disfruta de transportes lujosos y de alta tecnología, así como de autos lujosos. El transporte motorizado que existe en los distritos es para trasladar los bienes e insumos de producción (y las tropas de mantenimiento de la paz). Katniss toma nota de los mineros de carbón del Distrito 12 que caminan hacia y desde sus turnos, exhaustos. De hecho, hasta que se convirtió en un tributo, Katniss nunca ha viajado en auto: “Desde el Edificio de Justicia hasta la estación de tren es un trayecto corto. Nunca he estado en un auto antes. Rara vez se montaba en carretas. En Seam, viajamos a pie”.
En la Unión Soviética y en Alemania del Este, la gente común, si lograban conseguir un carro para uso personal, pagaban una pequeña fortuna por los chatarra de baja calidad y otra pequeña fortuna por el espacio del garaje para que los valiosos autos no fuesen robados y/o desvalijados, para quitarles las piezas. De hecho, eran tan valiosos que rara vez se utilizaban para evitar que se dañaran o se descompusieran. Pero al menos los militares tenían sus tanques y los altos mandos del Partido tenían limosinas blindadas.
En la Cuba moderna, el requisito para que los ciudadanos obtuvieran un permiso para comprar un automóvil no se derogó hasta 2014. Un reciente episodio del popular programa británico Top Gear mostró a los conductores del programa haciendo un viaje a la isla para conocer su cultura automovilística. La mayoría de los carros eran autos clásicos americanos modificados que fueron importados antes del embargo de 1959.
Es cierto que el embargo fue instituido por los EE. UU., no por Cuba, pero deberían haber coches europeos, japoneses y coreanos, ¿verdad? Los impuestos y los recargos hacen que la compra de un auto nuevo sea cuatro o cinco veces más cara en Cuba que en Europa, por lo que incluso los “econobox” o minicarritos extremadamente modestos están fuera del alcance del cubano común, de ahí la prevalencia de lo que los estadounidenses considerarían carros muy viejos. Muchos cubanos, ciudadanos comunes con un coche, lo tienen registrado como taxi para que puedan llevar a los que no lo tienen. Pero el presidente todavía tiene acceso a esos convertibles blindados y sus compinches viajan en los nuevos Range Rovers.
4. Los seres humanos como personas vs. los humanos como subalternos
En Panem, cada Distrito tiene una especialidad asignada. El distrito natal de nuestros héroes, 12, extrae carbón. El Distrito 11 se ocupa de la agricultura. Cuanto más cerca está el distrito del Capitolio, más agradable es su especialidad. El Distrito 1, por ejemplo, fabrica artículos de lujo como joyas y otras decoraciones para el Capitolio. El Distrito 3 crea su tecnología. A menos que seas un contribuyente o un entrenador para los Juegos del Hambre (o te unas a los Pacificadores), está prohibido salir del distrito y hacer lo que quieras.
En China, bajo el Gobierno de Mao Zedong, los ciudadanos recibieron una garantía de empleo de por vida que se conoció como el “Tazón de Arroz de Hierro”. Saber que siempre tendrás un trabajo puede sonar bien, pero en la práctica —ya que no había una empresa privada, solo una empresa estatal y dirigida por el Estado— tu empleador permanente era el Gobierno. Las personas estaban divididas en unidades de trabajo, con las que nacias, que controlaban casi todos los aspectos de la vida de una persona. La administración de la unidades de trabajo tenía que conceder el permiso antes de que alguien pudiera mudarse a una nueva ciudad y, por supuesto, ese permiso dependía de lo “bueno” que fuera el ciudadano. El sistema de crédito social chino del que tanto se habla no es una idea nueva.
Hoy en día, a los norcoreanos se les sigue manteniendo con la correa muy corta y solo a unos pocos (políticos y atletas, sobre todo) se les permite salir del país, independientemente de sus deseos. En Venezuela, a medida que su economía continúa colapsando, las mujeres que habían sido profesionales de la salud, abogadas y profesoras recurren a la venta de sus cuerpos ara poder alimentarse a sí mismas y a sus familias. Lo que estas personas quieren, lo que han estudiado y entrenado para hacer, es irrelevante cuando su principal preocupación es no morirse de hambre.
5. Libertad de expresión vs. disensión aplastante
Los Juegos del Hambre se centran en castigar a los Distritos ya subyugados por su fallido intento de rebelión hace décadas. El recordatorio anual de quién está al mando es la base de la historia misma. Estos juegos son una forma preventiva de supresión de la disidencia. En los Juegos número 74, los tres dedos de Katniss que saludan a Rue después de cubrirla de flores y su alianza con Peeta es considerado por el Capitolio como disidentes, y se esfuerzan por intentar matarla en los Juegos. En el primer capítulo, Katniss recuerda: “Asusté mucho a mi madre, las cosas que le contaría sobre el Distrito 12, sobre la gente que gobierna nuestro país, Panem… Eventualmente entendí que esto solo nos traería más problemas. Así que aprendí a contener mi lengua y a convertir mis rasgos en una máscara indiferente para que nadie pudiera leer mis pensamientos”.
Y no olvidemos a los pobres Avoxes, gente considerada traidora que han sido silenciados y forzados a la servidumbre en el Capitolio.
Puede que la Unión Soviética y Alemania Oriental no hayan celebrado los “Juegos del Hambre”, pero sí los gulags y la Stasi. Cualquier acción o discurso que no estuviera dentro de las normas aceptables establecidas por el Partido era visto como una desviación y un desacuerdo y podría darle un boleto de ida a la “reeducación”. Hay pruebas de que el Holodomor ucraniano, una hambruna provocada por el hombre entre 1932 y 1933, que mató de hambre a millones de ucranianos, fue instituido para castigar la deslealtad percibida.
Hasta el día de hoy, los críticos de los regímenes de Chávez/Maduro de Venezuela son encarcelados o simplemente asesinados. Un amigo venezolano y antiguo compañero de trabajo no puede volver a casa por miedo a la venganza por sus posturas políticas, y está lejos de ser el único. Y el sistema de campos de prisioneros de Corea del Norte para los que se atreven a cuestionar la autoridad de Dear Leader es una pesadilla. Masaji Ishikawa, que escapó de Corea del Norte, escribe:
¿Y si los aldeanos locales se dieran cuenta de que su nivel de vida era lamentable? Peor aún, ¿qué pasaría si se les llegara el concepto del libre pensamiento de nosotros? Podrían cuestionar la sabiduría de Kim Il-sung. Y eso estaba prohibido.
Entusiasmo indirecto vs. tiranía real
Para ser claros, no hay por qué avergonzarse al disfrutar una ficción distópica. Dios sabe que ciertamente yo lo hago. Ver en la pantalla o en nuestra mente como nuestro valiente héroe o heroína derriba el régimen claramente malvado es intensamente satisfactorio.
Pero estas historias de ficción ganan cierto peso cuando nos detenemos a pensar en las distopías de la vida real que existían y siguen existiendo hoy en día. Es cierto que ningún gobierno, ninguna sociedad es perfecta. Incluso las naciones más libres y prósperas pueden mejorar. No todos los gobiernos alcanzan sus principios declarados.
Dicho esto, algunos gobiernos son peores —mucho peores— que otros. Quienes pisotean los derechos humanos de sus ciudadanos no se limitan a los regímenes controlados por el socialismo, también todos los Estados socialistas que abrazan plenamente la ideología lo hacen en última instancia. Al celebrar el 30º aniversario de la caída del Muro de Berlín el pasado 9 de noviembre, recordamos a los héroes y heroínas de la vida real que arriesgaron todo por la libertad. Pero también recordemos a aquellos que todavía están sufriendo bajo la bota de aquellos gobiernos que buscan controlarlos.
Jen Maffessanti es editora asociada senior en FEE y madre de dos hijos. Cuando no está abogando por la libertad o persiguiendo a los niños, se le puede encontrar cocinando o tal vez corriendo autos.