El 18 de octubre del 2019 es una fecha oscura en la historia de Chile. Es el día donde una gran cantidad de chilenos aplaudieron la violencia, el odio y el resentimiento como nunca se había visto en este país. Hace 2 años se cometió el mayor acto suicida que ha hecho un país en los últimos años: de tener los más altos estándares de vida de Latinoamérica a convertirse en un país bananero.
Los chilenos ahora están experimentando algo que no vivían hace décadas: un alza en la inflación, alza del dólar, un aumento del costo de la vida y un aumento del desempleo, producto de la violencia y de los políticos irresponsables y populistas. Y gracias a la prensa cómplice que difundió la idea de crear un “nuevo pacto social” que Chile no necesitaba en lo más mínimo, se llegó a una convención constituyente que quiere convertirse en un órgano supraestatal y convertirse en los mandamases de Chile.
Aniversario del 18-O, creditos más caros, inflación y dolar al alza, inversión a la baja, todo con el cobre a precios record, empresas sacando su plata, cuentas en dolares en record históricos, riesgo pais al alza, todo eso logrado en 2 años de su inicio, esto estamos celebrando?
— Mr. Eduardo (@EMORELR) October 17, 2021
El estallido social que nunca fue
A dos años del 18-O, ha quedado bastante claro que las protestas no fueron espontáneas, sino que fueron creadas por la izquierda comunista y frenteamplista chilena, para desestabilizar el país y acabar con la democracia chilena. Y gracias a la propaganda que les hizo creer a los chilenos que vivían en un “infierno neoliberal” que solo generaba desigualdad, el éxito de la protesta estaba garantizado de antemano.
Mientras la prensa, que fue cómplice de la izquierda, hablaba de “protestas pacíficas con incidentes aislados”, se destruían 118 estaciones del metro de Santiago a vista y paciencia de todos. Con el correr de los días, se saquearon o quemaron 300 supermercados, 1200 monumentos públicos e inmuebles patrimoniales y cerca de 30 iglesias católicas y protestantes. La propaganda de odio de la izquierda dio el efecto esperado: hay que destruir todo a su paso para derribar al modelo “neoliberal”.
El 18-O la gente en Chile salió a protestar por un mejor país y le mostraron al mundo entero que lo que realmente necesita Chile es mejor gente.pic.twitter.com/29zOHo9HUJ
— Carlo (@cherrAL62) October 17, 2021
Y gracias a las redes sociales, se viralizaron noticias falsas de muertes, violaciones y torturas que nunca ocurrieron, pero que manipularon a mucha gente para que fuera a marchar. Fue así como ocurrió la infame “marcha del millón” del 25-O, la que ahora se la conoce como la “marcha de los ingenuos”, debido a la gran cantidad de gente que creyó en la propaganda y que ahora se siente estafada. La encuesta CEP grafica esto: el apoyo hacia las movilizaciones desarrolladas durante el falso estallido bajó de un 55 % a un 39 % y aumentó en un 26 % el rechazo a las protestas.
El octubrismo: wokismo a la chilena
Jack Goldstone, en el libro Revolutions: a Very Short Introduction, explica que la mayoría de las revoluciones se deben a que la élite descontenta con el gobierno de turno, moviliza a la población para que les ayude a derrocar al régimen. Si extrapolamos esto a la situación chilena, vemos que la élite universitaria, artística y política, de ideología progresista, buscó siempre convertirse en la nueva élite gobernante. Para eso, culpó de todos los males de la sociedad a la élite económica e inventó una narrativa para engañar a la población chilena para que se movilizara.
Y los que captaron esta narrativa fueron los jóvenes entre 18-35 años con falta de religión, sentido de pertenecía a la sociedad y de identidad propia. La generación perdida adoctrinada en ideas de izquierda (gracias en parte a la universidad) y con tendencia al nihilismo hizo lo suyo: destruyó todo a su paso, se enfrentó con carabineros (primera línea) y buscó por medio de la violencia que se acabara con el “malvado neoliberalismo”.
Lo que le pasa a Chile es debido al octubrismo, la variante chilena del wokismo. La destrucción de Chile es producto de jóvenes adoctrinados en universidades y colegios y de una élite progresista que tiene ansías de poder y controlar todo.https://t.co/FJy4jRlOe2
— Esteban Zapata (@EZC86) October 6, 2021
Así se creó el denominado octubrismo, la versión chilena del wokismo: una revolución antisistema que busca cambiar y refundar Chile en base a las ideas posmodernistas y postmarxistas (feminismo, postcolonialismo, etc). Hasta el día de hoy se continúa realizando el mismo ritual cuasi-religioso cada viernes en Santiago: ir a protestar en Plaza Baquedano por acabar con el “sistema de Pinochet”. Lo que la izquierda idealizó y normalizó, se ha convertido en un dolor de cabeza para todos, incluidos para ellos mismos, que no pueden contener un monstruo que crearon.
Como dice el dicho: cría cuervos y te sacaran los ojos. La izquierda chilena idealizó la violencia de los jóvenes nihilistas por dos años y ahora reciben de su propia medicina. Este video es tragicómico y grafica los tiempos que vivimos.https://t.co/tEtS8SJezm
— Esteban Zapata (@EZC86) October 8, 2021
El fraude de la convención constituyente
Una de las nefastas consecuencias de esta revolución es la convención constituyente, que ha terminado convirtiéndose en un fraude por donde se lo mire. La idea de tener una nueva constitución no era prioridad para los chilenos, pero gracias a la élite política asustada por el nivel de violencia y a un presidente de centro derecha entreguista, se decidió hacer un plebiscito que más pareció un suicidio colectivo que una elección.
La elección de mayo confirma esto: la derecha chilena no logró el 1/3 de los constituyentes que necesitaba para impedir que la convención se convierta en una especie de asamblea soberana a la venezolana. El voto del reglamento de la convención, que entre otras cosas excluyó el término “República de Chile” porque la convención es representativa y “plurinacional” y aprobó los “plebiscitos dirimentes”, abiertamente anticonstitucionales y que violan lo votado el 25 de octubre de 2020, demuestra que la izquierda chilena es iliberal y busca implementar sus delirios autoritarios a la fuerza.
Y los chilenos lo han notado: el apoyo a la convención ha bajado estrepitosamente en menos de 3 meses. El 52 % de los chilenos desconfía de la convención, llegando a un peak de 56 % en septiembre. Y las razones son obvias: han violado las leyes por el cual fueron elegidos, la infame “Lista del Pueblo” quedó desacreditada por sus escándalos y por supuesto, el engaño de “Pelao Vade”, que mintió con una enfermedad que no tenía pero que sigue recibiendo su sueldo a pesar de su “renuncia”. Tal como se dijo en un inicio, la convención solo iba a favorecer a unos pocos, no a todos los chilenos.
Por 7ma semana consecutiva la desconfianza en la Convención Constituyente es superior a la confianza.#cadem #bienvenidos13
#muchogustomega pic.twitter.com/oNDecoKlPt— Alejandro Cortés (@ascortes) October 11, 2021
Nada que celebrar
Mientras los chilenos están peor que antes y rememoran con añoranza el 17 de octubre del 2019, donde todo estaba mejor, la izquierda y sus cómplices buscan celebrar y conmemorar la mayor mentira de la historia de Chile: el día que supuestamente llegó la “dignidad” a los chilenos. Lo que llegó en realidad fue la polarización política, una potencial crisis económica y la llegada del autoritarismo de izquierda al poder.
La Red, el Telesur chileno, celebrará la mayor mentira de la historia de Chile: el día en que los chilenos creyeron que tendrían "dignidad" y terminaron siendo más pobres que antes.
El "estallido social" nunca existió y ya es hora que la mentira pare.https://t.co/xTTr2Dpp9F
— Esteban Zapata (@EZC86) October 16, 2021
Y en noviembre se tendrán las elecciones presidenciales y parlamentarias más polarizadas de las últimas décadas, donde el candidato de la élite progresista, Gabriel Boric, se enfrentaría en segunda vuelta con el candidato de derecha, José Antonio Kast, que ha repuntado en las últimas encuestas. La centro-izquierda, la exConcertación, prácticamente desaparecería del mapa político y la centro-derecha seguiría viva, pero en cuidados intensivos. ¿Se salvará Chile o seguirá con la crisis que experimenta desde hace 2 años? Solo el tiempo lo dirá.