Diferentes agencias de inteligencia estadounidenses revelaron que, desde Teherán, se financiaron diversos ataques por parte de combatientes talibanes contra soldados estadounidenses y de la coalición en Afganistán.
La red Haqqani, un grupo terrorista liderado por uno de los talibanes de mayor jerarquía en la estructura, fue el encargado de realizar estos ataques, incluidos el de la basa aérea de Bagram del 11 de diciembre del 2019. En este ataque murieron dos civiles y salieron heridas más de 70 personas de los cuales 4 eran estadounidenses.
Según relata CNN, que fue el medio que reveló la información, los pagos encontrados estuvieron ligados a seis ataques realizados durante el 2019 por el mismo grupo militante Haqqani y que, pese a que el nombre del gobierno que financió estos actos está clasificado, dos fuentes cercanas a la agencia aseguraron a la cadena americana que el régimen iraní estaba detrás del financiamiento.
Luego del ataque del 11 de diciembre, EE. UU. logró liquidar a un general iraní de rol preponderante en Irak después de un proceso de inteligencia para poder desarrollar medidas que neutralicen los financiamientos de Irán a los talibanes.
El trabajo que han hecho las agencias estadounidenses en torno a reducir la influencia económica de Irán en los talibanes ha sido silenciosa a nivel mediático. No se ha señalado abiertamente ni a los iraníes ni a los talibanes, y la razón principal es porque esto pudo perjudicar el histórico acuerdo de paz logrado entre EE. UU. y los talibanes tras 18 años de conflicto armado.
Este acuerdo estipula que EE. UU. y los aliados de la OTAN retirarían las tropas militares del territorio si el grupo insurgente talibán no permite que Al Qaeda o ningún otro grupo extremista opere dentro de las áreas que controla.
La base aérea que fue atacada por los talibanes —Bragam— es considerada una de las más importantes de los Estados Unidos en Afganistán. Según una fuente de CNN, que estuvo trabajando en lograr los acuerdos de paz entre estadounidenses y talibanes, el ataque fue sumamente sofisticado y detectó algunos puntos ciegos de las defensas americanas que sorprendió. De hecho, los funcionarios estadounidenses en Afganistán quedaron asombrados.
Un documento del Pentágono, al que hizo alusión la cadena informativa, puntualizó que el ataque tuvo un dispositivo improvisado transportado por un vehículo suicida. Según continua el relato de los hechos, un aproximado de diez combatientes talibanes se enfrentaron a fuerzas de seguridad locales posteriormente a la explosión, los insurrectos murieron en un ataque aéreo por parte de los Estados Unidos. El resto de los ataques por los talibanes no fueron mencionados.
¿Por qué la polémica más allá de la revelación de los ataques y la financiación?
Aquí hay dos vertientes y puntos de vista: desde CNN y otros medios o analistas más afines al bando demócrata, se criticará que Estados Unidos —y la administración Trump en específico— no fue lo suficientemente contundente contra los talibanes por estos ataques financiados por Irán. Es esa la matriz de opinión que se quiere imponer. Pero hay una realidad: y es que la guerra en Afganistán, la manutención y el costo de las tropas estadounidenses en ese país estaba siendo muy costoso para los EE. UU., por ello, una de las prioridades en política exterior de la administración Trump era lograr el acuerdo de paz con los talibanes.
En este caso hay que poner la lupa sobre la variante de la ecuación que hizo todo lo que estuvo a su alcance para que el acuerdo se cayera: Irán. ¿Por qué el régimen iraní, justo en conversaciones de paz, financió los ataques? La respuesta parece lógica: querían no solo desestabilizar el proceso de pacificación afgano, sino también afectar a la política exterior de EEUU. A partir de este punto, la jugada estadounidense fue clara: no darle ni un centímetro de acción al régimen de Irán.
De un tiempo para acá se puede apreciar perfectamente cómo la administración de Trump ha asestado golpes constantes y estratégicos contra Irán. Tanto en puntos económicos como políticos. Los ataques contra altos funcionarios con el emblemático caso de Soleimani y otros generales, los cercos económicos —mediante las sanciones— y la disminución de influencia iraní en Oriente Medio son tres éxitos únicos para Trump y su gobierno.
La revelación de CNN, lejos de enfocarse como una crítica al Gobierno americano, debería ser un punto más para dimensionar la extrema dificultad que implica llevar a cabo una política exterior exitosa en Oriente Medio. Y Trump lo ha logrado.
Que quede claro: EE. UU. no fue por los talibanes, que realizaron los ataques en el 2019, saltaron por sus financistas. Atacaron las causas y no las consecuencias.
Un Irán debilitado
Las decisiones de la administración Trump contra Irán han surtido efecto: el debilitamiento del régimen iraní es cada vez mayor. En Teherán están asfixiados. Problemas económicos, conflictos y presión social, sanciones por doquier; el ahogamiento ha sido progresivo y contundente.
Una de las claves donde se puede apreciar cómo Estados Unidos ha presionado a Teherán, es con los recientes ataques contra los vínculos iraníes con Caracas. Días atrás, EE. UU. incautó cuatro barcos provenientes de Irán con 1,1 millones de barriles de combustible que se dirigían a Venezuela. De esta forma, Estados Unidos clavó dos ganchos a dos de sus más relevantes objetivos: Irán y el chavismo. Esta operación estuvo estudiada por meses y ni siquiera tuvo que efectuarse mediante la aplicación militar.
Lo que comenzó como un intento iraní por perjudicar a Estados Unidos y dañar la política exterior de Trump mediante la desestabilización, terminó siendo una especie de autoflagelo político. Irán intentó jugar con fuego, financiando a terceros para atacar a los americanos, y terminaron quemándose. Estados Unidos no tomó represalias contra los terceros, sino contra los que estaban detrás de todo. Un triunfo más de Trump, pese a lo que deja entrever CNN.