Es un tema que se debate con un par de frases cliché: “Es imposible el quiebre militar” o “Nuestra única opción es que los militares tumben a Maduro”, ambas se siguen espetando en la esfera pública, pero para el común sigue siendo una hipótesis que no ha sido explicado lo suficiente. Además, queda muy lejano en lo que es la trágica realidad del ciudadano de a pie: atormentado y buscando resolver la supervivencia de él y de su familia esperando la noticia de que, algún día, caiga de una buena vez el tirano de Miraflores.
De todas formas y más allá de su posibilidad o no, es importante encontrar los puntos clave que, hasta ahora, explican el por qué en Venezuela aún no ha ocurrido un quiebre militar y por qué es tan complejo que esto ocurra. Para ello, el PanAm Post se contactó con cuatro fuentes militares, tres que están fuera del país y uno que está dentro; a todos se les resguardará su nombre por su seguridad y la de sus familiares, uno es un capitán, dos son tenientes coroneles y el otro es un sargento.
La infiltración paciente y progresiva del comunismo en la Fuerza Armada Nacional
Para explicar el fenómeno que es hoy la fuerza armada venezolana, una institución completamente corrompida sin reserva moral, totalmente prostituida por una estructura criminal encabezada por Maduro y su cúpula, hay que ir a los orígenes del asunto: el plan macabro de La Habana, impulsado por Chávez.
Una de las fuentes consultadas por el PanAm Post es un capitán del ejército en el exilio, el mismo, en su momento, reconoció a Juan Guaidó y ahora, aseguró, “no confía en nadie del interinato”. El capitán explicó un símil histórico interesante sobre las diferencias entre conspirar en democracia con respecto a una narco-dictadura: “Chávez, como bien se sabe, de hecho, él se ufanó de decirlo muchas veces, estuvo conspirando durante 10 años para accionar el 4 de febrero de 1992. Él y su Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, que subió dentro del ejército venezolano y los organismos de inteligencia de ese momento – Dirección de Inteligencia Militar y la DISIP –, sabían en lo que andaba Chávez, sin embargo, no lo persiguieron, no fue arrestado. Todos sabían cuáles eran sus vinculaciones marxistas-comunistas por parte de su hermano Adán Chávez, pero detrás de él, estaban políticos de Acción Democrática. El mismo Rafael Caldera estaba detrás de Chávez. Es como alguien me dijo: Conspirar en democracia es lo más fácil del mundo, conspirar en dictadura eso sí es difícil”, comentó el oficial.
El militar pasó a explicar lo que hizo Chávez, con el apoyo de Fidel, para corromper a la fuerza armada: “Una de las primeras cosas que logró Chávez, y fue por consejo de Fidel, es lograr la desunión dentro de las Fuerzas Armadas. El primer paso no fue solamente haber incluido los lemas revolucionarios y todo el simbolismo, ni tampoco lograr el desbarajuste, la perdida de disciplina, de institucionalidad, de respeto entre los grados militares; el primer paso fue crear esa categoría de oficiales técnicos. Aquellos suboficiales que eran, por ejemplo, sargento técnico o maestro de tercera, todos ellos, pasaron a ser oficiales. Algunos de sargentos ascendieron a mayores o tenientes coroneles, entonces, aquellos oficiales de carrera – egresados de la academia militar – y aquellos oficiales asimilados tuvieron un malestar, porque los oficiales técnicos le debían y agradecían a Chávez haberlos convertidos en oficiales. La meritocracia se rompió por completo”.
El militar continúo explicando que el malestar se intensificó porque muchos de los técnicos “quisieron ser oficiales, pero no pudieron, y tuvieron que conformarse con las escuelas técnicas de las Fuerzas Armadas y ser suboficiales”. Así que muchos se quedaron con ese resentimiento, y le dieron rienda suelta a ese sentimiento cuando quisieron humillar y aplastar a los que, hasta el día de ayer, eran sus superiores.
Lo segundo que hizo Chávez, según comenta el mismo oficial, “fue partidizar a la Fuerzas Armadas”, es decir, inconstitucionalmente, Chávez forjó la figura de esos militares militantes de partidos políticos, la fuente comenta que “eso era impensable y violaba tanto la constitución de 1961 como la actual, donde se dice que las fuerzas armadas son una organización apolítica sin militancia partidista, y después pasaron a muchos militares activos a la administración pública, para empezarlos a corromper; eso comenzó a dañar el honor, la dignidad, se olvidaron los principios de mando y conducción y ese era el plan de Chávez para poderse perpetrar en el poder y no tener que preocuparse por las fuerzas armadas”. En síntesis, lo que hizo Chávez, fue seguir el dictado de Fidel Castro al pie de la letra.
El oficial exiliado espetó que estas situaciones históricas ineludibles componen fuertes lazos que impiden una organización real dentro de las fuerzas armadas, él añadió otro punto clave que impide una articulación: “Hay un elemento primordial que impiden la organización de los militares activos dentro de los cuarteles, unidades, brigadas, batallones, compañías y las mismas escuadras; se llama la Dirección General Contrainteligencia Militar (DGCIM). Esta dirección tiene el apoyo de instrumentos sin escrúpulos, que se sirven como informantes – nosotros le decimos sapos, soplones o topos – que, por cualquier cosa, por cualquier prebenda o beneficio delata a sus compañeros o superiores que se estén organizando”, la fuente explica que hoy, cualquier tipo de información internamente se paga a buen precio para los militares. Muchos de ellos, que se encuentren en condiciones precarias, así como miles de venezolanos, no les importa vender a sus compañeros por algunos cuantos dólares. Lo dicho antes por muchas personas: la reserva moral en la Fuerza Armada es casi nula por no decir inexistente.
Otra fuente consultada, un teniente coronel, quién hizo llegar varios audios explicando el ciclo histórico de cómo el comunismo penetró la FAN y la dejó como una sucursal cubana, fue contundente en mencionar que él ya no ve a las fuerzas armadas nacionales como “una institución militar profesional, ahí lo que hay es un nido de cobardes, traidores y corruptos; ya ni siquiera una reforma alcanza para salvar esas fuerzas, ahí lo que hace falta es una reingeniería total”.
En la explicación del por qué la FANB ya no es una fuerza profesional y que de la misma no se puede esperar nada, relata el caso de los ascensos: “En los tiempos de la cuarta República, los políticos solo manejaban los ascensos de los cuerpos generales y almirantes, pero los generales decidían quién iba a ascender de los oficiales subalternos – teniente, capitanes, mayores, tenientes coroneles y coroneles – ahora no, con el chavismo hasta incorporaron el cuerpo político. Una aberración. Te pongo un ejemplo, un primer teniente que no tenía la capacidad ni los méritos de ser ascendido, pero tenía una palanca política, lo único que tenía que hacer era una llamada para ser ascendido. Esto es para dimensionar la grave actualidad de la fuerza armada, por eso digo que no es una fuerza profesional, ahí lo que hay es puro bandidos”.
La penetración cubana en la FANB
Históricamente, la fuerza armada venezolana fue una fiel combatiente de las guerrillas marxistas colombianas – financiadas por La Habana – como FARC y el ELN. Siguiendo este hilo histórico, el oficial en el exilio destacó lo siguiente: “Durante los años sesenta, las fuerzas armadas venezolanas combatieron con éxito las guerrillas que fueron financiadas y organizadas por el régimen cubano. Recuerda el Desembarco de Machurucuto, que la dirigió Soto Rojas, con dos oficiales cubanos que fueron capturados en las costas de esas playas, no olvidamos a lo que se denominó como Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), que eran varios frentes y las fuerzas armadas venezolanas las combatieron con éxito. No hay que olvidarse del levantamiento llamado el Porteñazo y el Carupanazo, que fueron penetraciones de fuerzas comunistas dentro de la infantería de marina, y fueron derrotadas exitosamente por las fuerzas armadas venezolanas institucionales en una democracia con errores, pero una incipiente democracia”.
Por esta razón el plan de Fidel Castro siempre fue destrozar la institucionalidad de la FAN desde sus cimientos. Venezuela siempre fue un objetivo de Castro, no pudo tomarla por las armas, pero sí lo hizo por la vía política, comenta la fuente: “Fidel Castro siempre tuvo como misión apoderarse de Venezuela, no pudo con las armas, pero sí con por la parte política cuando los partidos de izquierda se acogieron a esa mal llamada pacificación, que fue llevada a cabo por Rafael Caldera y que permitió que muchos de estos marxistas estalinistas, se hicieran políticos y comenzaran a cambiar su estrategia, ya no era por la lucha armada sino por la lucha política. Fue así como lograron introducir, dentro de la academia militar a marxistas como Hugo Chávez, Francisco Arias Cardenas, Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos, Acosta Carlés, entre otros. Porque la misión era ir penetrando a la Fuerza Armada progresivamente”.
El militar insiste en la influencia comunista, la penetración a la FAN y dónde más se está viendo la presencia cubana en el país: “Donde más se ve esta filtración, hoy por hoy, es en Fuerte Tiurna, donde funciona el Alto Mando Militar. Si algo tienen los comunistas es mucha paciencia para lograr sus objetivos, ellos entendieron que la democracia venezolana la tenían que destruir desde abajo, desde sus cimientos, no desde arriba. Y por eso, para destruir a la democracia venezolana, tenían que penetrar a las fuerzas armadas, específicamente al ejército, y esa fue la misión de Chávez. En la actualidad, todas las órdenes se reciben desde La Habana, desde allí se dan los lineamientos a este alto mando delincuencial. La doctrina que prevaleció hasta el año 2000-2001, que indicaba cual era el papel que tenían que cumplir las fuerzas armadas nacionales fue cambiada por completo por una doctrina militar a la cubana, y se le denominó nuevo pensamiento militar bolivariano, que de bolivariano no tenía nada, era una ideología totalmente comunista, castrista, marxista, estalinista”, sentencia.
La ruptura con Guaidó
Si hubo un momento en estos veinte años donde se pudo apreciar un atisbo de reserva moral dentro de la fuerza armada, fue cuando más de mil efectivos reconocieron a Juan Guaidó como comandante en jefe. Estos hombres – sobre todo los de más bajo perfil – para bien o para mal arriesgaron sus vidas y las de sus familiares por desertar y exiliarse. Tuvieron que cruzar la frontera, sabiendo que no volverían a Venezuela a menos que armaran una articulación para combatir a Maduro.
El sueño de forjar una fuerza en el exterior con efectivos nacionales duró poquísimo, el trato a los mismos militares que le juraron lealtad al presidente interino fue aún peor, quedaron a su suerte, sin recursos, completamente desorientados en un país extranjero.
Otras de las fuentes contactadas por el PanAm Post fue un sargento que estuvo en Cúcuta, quién fue uno de los tantos militares que se rebelaron contra Nicolás Maduro el año pasado, también forma parte de aquellos que salieron del país apoyando a Juan Guaidó pero que, posteriormente, quedó a la deriva.
El sargento indicó que las relaciones con el gobierno interino “fueron muy malas”. Según el militar exiliado, el presidente Guaidó “envió unos encargados, entre ellos estaba Gaby Arellano, ellos nos tenían en un hotel prácticamente abandonados. Solo iban cuando nosotros armábamos un alboroto para poder hablar con ellos, del resto no iban, nos tenían en el olvido. Eso trajo mucha desilusión y fueron desertando de allí poco a poco, cada uno terminó yéndose por su lado e incluso nos querían sacar a la calle tanto la gente de Acnur como la gente de Guaidó”.
Más allá del conflicto de hospedaje, alimenticio y de relaciones en general; el sargento lamenta “la traición” del interinato al pueblo de Venezuela: “Juan Guaidó nos traicionó a los militares y a todo el pueblo venezolano, porque él dio unas supuestas esperanzas de que podíamos sacar al dictador, y lo que hizo fue mentirnos a todos porque hizo un llamado a todos los militares para que pasaran la frontera para unírsele y poder sacar al dictador y fueron todas mentiras. Él habló con nosotros, nos dijo muchas cosas y nunca cumplió nada, incluso el dinero que se recaudó del concierto nunca se vio, la ayuda humanitaria tampoco, o sea resultó ser otro mentiroso más”, espeta.
El sargento indica que lo ocurrido en Cúcuta fue uno de los puntos clave del por qué no siguieron desertando militares de las filas del régimen: “La mayoría de los militares que estaban en Cúcuta hablaron con sus compañeros y obviamente le decían la situación que se vivía, entonces mucha gente no quiso desertar más, porque se nos prometieron muchas cosas, entre ellas que seríamos la herramienta para sacar al dictador y nunca se hizo nada. Nos tenían allí en un hotel sin hacer nada. Mientras, nuestras familias se morían de hambre en Venezuela, y es lamentable porque muchos militares en Venezuela querían desertar y quieren un cambio, pero ese cambio se logrará con alguien que de verdad quiera salir del dictador”.
El militar es tajante, “Guaidó cree que a través de diálogos va a resolver todo y al dictador no se le saca con diálogos, tampoco con elecciones ni nada de eso; al dictador hay que sacarlo a las malas. Y nosotros, los más de 1 200 militares que estábamos en Cúcuta, le dijimos que nosotros estamos dispuestos a todo, utilízanos, pero no, ellos siempre se fueron por la salida política”.
También reveló que el presidente interino llamó y se reunió con todos los militares: “Nos dijo que tuviéramos paciencia, nos llamó porque nos iba a utilizar como herramienta para salir del dictador, que habláramos con nuestros compañeros para que pasaran la frontera y se pusieran del lado de nosotros, pero nunca pasó nada”, sentenció.
Sobre la salida política, el oficial – la primera fuente contactada – también señaló que el General Francisco Yánez Rodríguez, quién reconoció a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, constantemente se dirigía a los militares en el exilio y les comentaba que “no tomaran acciones por su cuenta, que la salida no será militar sino política, y ya estaba cerca de lograrse”. El oficial indica que, en alguna ocasión, el general Yánez incluso amenazó con deportación a cualquiera de los militares que estuviera conspirando para armar una fuerza foránea.
Ambas fuentes coincidieron en que la relación con el gobierno interino ha sido pésima y está completamente rota, según comenta el oficial, “la oposición en Venezuela es antimilitarista, ellos no quieren usar la fuerza para sacar a Maduro”, y esta afirmación, ciertamente, va en concordancia con lo que ha venido haciendo el interinato en más de año y medio de gestión.
El oficial también es durísimo en sus afirmaciones: “Cuando Guaidó se declaró como presidente interino todos los militares que estamos en el exilio lo reconocimos como presidente de Venezuela, y los que estaban en Colombia lo vieron, se le cuadraron y le dijeron mi comandante en jefe, ¿qué hizo Guaidó? Traicionarlos. ¿Por qué? Porque esta clase de dirigencia política es antimilitarista, desconfían de los militares y, lamentablemente, nosotros los militares desconfiamos en su totalidad de la dirigencia política venezolana. Los consideramos a todos unos traidores, unos colaboracionistas y parte del problema, no de la solución”.
El militar continúa explicando que “En el 2019 confiamos en Guaidó, confiamos en esa premisa que decía: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres; y lo reconocimos como tal. El 23 de febrero más de 700 compañeros cruzaron la frontera arriesgando sus vidas y las de sus familias, para ponerse a la orden de ese señor, porque pensábamos y aspirábamos que organizaría una fuerza militar en el exilio que pudiera ingresar a Venezuela para hacerle frente a la dictadura, pero después nos dimos cuenta de que estábamos equivocados, primero con lo del cucutazo, como robaron los recursos que se habían destinado personas o particulares para apoyar a esos militares que habían desertado con sus familias, se robaron más de cien mil dólares y hasta el sol de hoy no hemos visto ningún castigo para los responsables”.
Más allá del tema del cucutazo, el problema principal con el interinato fue por visiones de cómo lograr la salida del régimen: “luego nos dimos cuenta que ellos llevaban su propia agenda, una agenda de negociación, una agenda oculta de diálogo con la narco-dictadura, una agenda de aprovechar los dineros de la comunidad internacional para mejorar su calidad de vida en perjuicio del pueblo venezolano y de nosotros, los militares, que estamos en el exilio y estamos dentro de los cuartales aguantando soportando y sufriendo”, explicó.
Las declaraciones de este oficial demuestran que el divorcio entre el gobierno interino y los militares en el exterior es, prácticamente, total. Salvo contadas excepciones.
Un par de meses atrás, militares en el exilio – todos oficiales – siguieron respaldando a través de una carta al actual presidente interino. Esta nota fue firmada por casi cuarenta militares de rango alto y medio, pero la realidad es que este apoyo es efímero; la mayoría de los efectivos en el exilio están dispersos, trabajando por su cuenta para sobrevivir y enviándole remesas a sus familiares, no están organizados, ni entrenando, ni sirviendo a su país. Algunos sí que se encuentran conspirando, esto no es su secreto, pero ninguno tiene un apoyo fidedigno.
La visión desde dentro
El PanAm Post también logró contactar con un teniente coronel, retirado eso sí, pero que está dentro de Venezuela. El oficial comenta que, en efecto, dentro del ejército la situación está polarizada: hay muchos que quieren un cambio –lógico, la mayoría de militares, al igual que el resto del país, la pasa mal –, y también está el problema de que nadie confía en la clase política.
“Mira, mantengo contactos con oficiales y subalternos, la realidad es que hay un descontento general con el régimen, nadie quiere a Maduro en el poder, pero no hay apoyo ni capacidad de organización interna, hay mucha infiltración y tampoco confiamos en la oposición como para salir del país y ponernos a las órdenes”.
Al ser preguntando por cómo el régimen infiltra y descubre las conspiraciones contra Maduro, mencionó a dos factores: “La inteligencia cubana” y “los sapos”. Hay demasiado de ambas cosas en lo interno.
El militar retirado, que está en Venezuela, y se mantiene activo con sus contactos militares, asegura que hay muchos grupos de conspiración tanto dentro como fuera del país, pero que son muchos más los que están afuera, inclusive. el coronel explica que en el exterior hay más facilidad y menos riesgos para conspirar, pero también es más ineficiente; si quieres tener trascendencia sí o sí debes tener efectivos en lo interno, sino la construcción de capacidades es poquísima y de poca amenaza para la tiranía.
Luego, recalcó algo importante: “Estos grupos que conspiran dentro y fuera de Venezuela se caen por bocones, andan alzando audios de WhatsApp en esos fulanos grupos, hacen videollamadas, dicen que pertenecen a tal y cual estructura; ellos mismos se delatan”.
Y claro, además de que el aparato de inteligencia cubana es efectivo, también hay que remarcar que la estupidez de estos grupos clandestinos a veces es muy grande. “El día que se articule una conspiración efectiva que provoque una acción militar externa muy poca gente sabrá algo, quizás fuera de la estructura nadie, en todo caso, algunos pocos y muy de confianza, pero no nos enteraremos antes de que ocurra el gran golpe”, espeta.
Qué se necesita para una articulación de fuerza externa
Tanto el teniente coronel como el oficial que sirvió como primera fuente señaló que para conseguir una articulación se necesita, además de un importante apoyo económico, “una voz de mando que articule, comande, organice y dirija la estrategia”. Ninguna de las dos, de momento, están detectadas, manifiestan.
“Somos muchos los militares que estamos dispuestos a organizarnos en la figura de un ejército de liberación en el exterior, pero no hay apoyo de ninguna parte, así es difícil para los militares exiliados organizarnos e ir a liberar nuestro país”, espeta el oficial que reconoció que él mismo se ha encargado de contactar y hablar con políticos para evaluar posibilidades de una acción de fuerza para deponer a Maduro, pero que los esfuerzos han sido en vano.
Que haya filtraciones, delatores e inteligencia cubana detrás de cualquier tipo de trama no ayuda en nada para buscar organizarse; pero tampoco lo es que no se confíe en los actores políticos. Esto es clave para entender por qué no es posible un quiebre militar interno. ¿Cómo se genera un efecto dominó en torno al apoyo de la figura de Juan Guaidó si dentro del ejército se lo ve como un colaboracionista más? Esto desmonta cualquier tesis del quiebre interno, además, solo hay que mirar quiénes son los personajes que promueven este espejismo y fantasía de quiebre: Cliver Alcalá, Hugo Carvajal, Rafael Ramírez, Luisa Ortega Díaz; todos “chavistas disidentes” o “chavistas no maduristas”.
En ese sentido, se vuelve necesario aclarar que ningún quiebre militar interno nacerá de la espontaneidad, los factores explicados lo vuelven una tesis completamente inviable. La única forma de que la fuerza armada en verdad se le voltee al régimen es con un evento de fuerza mayor que venga del exterior, y para eso hay dos opciones: que venga una Coalición militar extranjero o que un ejército particular de militares venezolanos en el exilio se organice para ingresar al país, ambas muy difíciles, pero no tan utópicas como el quiebre.
Cómo organizarse
Según explicó el oficial exiliado, la predisposición para organizarse no es un mito, hay muchos militares en el exilio dispuestos “a unirse por la causa libertaria”, pero casi todos son militares de rango medio para abajo, “todos los generales están corrompidos”, asegura.
Ahora, si bien esa voz de mando aún no está identificada, comenta que es “bueno” que existan, al menos, cientos de militares prestos para incursionar. Y que aún dentro del país hay quiénes pueden cooperar. Es decir, “aún quedan excepciones con las que se puede intentar hacer tambalear o por lo menos incomodar a Maduro”.
“Si hay un grupo de militares dispuestos a intervenir, lo que tienen que saber es que ellos deben ir a por Maduro, pero que no es solo sacar al narco-dictador, sino después sacar a los terroristas y guerrilleros; y para eso sí o sí se necesita apoyo de los americanos, de Colombia y Brasil», aseguró el oficial, con esta tesis planteada, también estuvo de acuerdo el coronel consultado dentro del país: «Una fuerza de cientos de hombres no son suficientes por sí solos para sacar a la guerrilla y a los terroristas, pero con Maduro eventualmente afuera, tus efectivos se multiplican y ahí tienes la posibilidad de que te apoyen militar y armamentísticamente los países aliados”.
Lo que queda muy claro como conclusión es que, en síntesis, sigue siendo irrisorio apostar por el quiebre militar y hacer un llamado a los militares para que se le volteen a Maduro. Esa estrategia no funcionará por múltiples razones.
Ahora, si las explicaciones de las fuentes militares consultadas llegan a tener razón, y es cierto que, más allá de qué no exista la reserva moral en el ejército, aún hay excepciones que pueden ser incómodas para el régimen, no habría que descartar del todo que una fuerza del exilio incursione en Venezuela planificadamente en algún momento. Que tengan éxito o no ya tendrá que ver con su nivel de profesionalidad, el apoyo con el que contaron para obtener los recursos, su capacidad de organización, articulación y logística, y lo más importante, haber burlado toda la maquinaria de contrainteligencia cubana-castrista y de los mismos infiltrados chavistas.
En todo caso, todos los caminos conducen a Roma: se necesita una fuerza externa, sea foránea o de nacionales. Dude de quién diga lo contrario.