Quién lo diría, dos de los ejércitos más modernos del mundo enfrentándose “a puño limpio” —con palos y piedras de apoyo—, por un conflicto de larga data y que resulta realmente complejo. El resultado fue trágico, una masacre: 20 soldados del lado indio perdieron la vida y extraoficialmente se habla de 43 bajas chinas. Convirtiéndose así en el primer suceso mortal tras cuatro décadas de esta disputa entre China e India que no solo es histórica, también está marcada por factores e intereses económicos y geopolíticos.
El lugar del conflicto
La frontera común en la región del Himalaya es el sitial del enfrentamiento. El último altercado se produjo en la frontera de facto, llamada Línea de Control Actual o LAC (siglas en inglés), específicamente en el valle de Galwan, en Ladakh.
Las peleas entre ambos ejércitos que circulan en la zona tienen fecha desde principios de mayo. Tanto chinos como indios se reforzaron con miles de soldados extras, las peleas entre las potencias nucleares han sido a puñetazos, piedras y palos; sin ningún tipo de armas de fuego.
Uno de los detonantes de las tensiones fue que desde el bando chino se instalaron tiendas de campaña, trincheras y equipo pesado por varios kilómetros dentro del territorio que Nueva Delhi considera como propio. La acción se produjo después de que India construyera una carretera de varios cientos de kilómetros para llegar a una base aérea de considerable altitud que reactivó en 2008.
Retórica y acusaciones
El régimen de China acusó a soldados indios de haber “cruzado la zona de demarcación” en dos ocasiones “incumpliendo severamente lo acordado”. India también afirmó la misma situación, pero señalando al bando contrario y añadió que era una maniobra para tomar la zona unilateralmente.
Esta situación llega al mismo tiempo que las conversaciones para lograr una desescalada y mantener un statu quo tolerable entre ambos, como venía ocurriendo durante todos estos años, de hecho, todo iba encaminado para lograr este objetivo en común, pero las muertes pueden generar un cambio en el rumbo de las negociaciones. Aunque ninguno de los países, a priori, desea la escalada bélica.
Hasta ahora la información que se tiene ha sido mayormente proporcionada por el ejercicio de transparencia por parte del bando indio, desde China han sido más cautos para soltar detalles, ni siquiera confirmaron oficialmente un número de bajas.
Problema territorial histórico
La zona en disputa, Aksai Chin, es, cuanto menos, calamitosa para cualquier ser humano. Un lugar frío y recubierto de nieve todo el año y a miles de metros sobre el nivel del mar. La altitud promedio es de 4 200 metros. El extremo clima sin dudas fue factor influyente para que el número de bajas aumentara, India primero anunció tres bajas, pero los heridos sucumbieron ante sus heridas aumentando el número de muertes a veinte.
La frontera de facto —poco definida— surgió de la guerra fronteriza sino-india de 1962, que fue provocada por desacuerdos territoriales de larga data. Ha sido una región con una soberanía muy debatida desde siempre, durante el siglo XIX fue bastante conflictiva a nivel político y militar; Rusia, China y Gran Bretaña eran los protagonistas. La descolonización que provocó la independencia de Pakistán de la India solo generó más nudos de una situación bastante enredada. La guerra en 1947 entre India y Pakistán hizo que Aksai Chin —parte de la gran Cachemira, que es una región ubicada en la zona norte del subcontinente indio— quedara en división y resultó en una mala división de las fronteras de China e India.
Esto hace que sea una zona propensa a tener riñas y escaramuzas, constantemente de lado y lado se acusan de escalar territorialmente y tomar nuevas posiciones; el claro ejemplo es el último enfrentamiento donde ninguno de los gobiernos ha asumido responsabilidad alguna más allá de los datos conocidos proporcionados por ambas partes.
Factor económico y geopolítico, puntos clave para entender y dimensionar la situación
La irrupción del conflicto no es únicamente histórica o de rivalidad entre los países, hay claramente intenciones económicas e intereses geopolíticos que hacen de este asunto una cuestión de interés mundial.
El inicio de este enfrentamiento para múltiples analistas comenzó el año pasado, con la disposición del Gobierno de la India de revocar un artículo constitucional que les quitaba el estatus especial otorgado a las regiones de Jammu y Cachemira. Situación criticada por Pakistán y China.
El profesor de Relaciones Internacionales en el King’s College de Londres, Harsh V. Pant, señaló que la región que afecta la decisión de Nueva Delhi —que reavivó el conflicto no solo con China, sino también con Pakistán— es clave en las tensiones porque el corredor comercial China-Pakistán pasa por allí y el régimen chino ha invertido USD $60 000 millones en dicha ruta.
Esto preocupa a Pekín porque ve cómo India afecta directamente una posición geopolítica y económica vital en sus intereses en Asia Central, además, la construcción de infraestructura, que antes era únicamente de Beijing en la zona, también tiene la incursión de la India que nuevamente ve a Ladakh como un sitio estratégico.
El Gobierno de Narendra Modi en India comenzó a construir decenas de carreteras a lo largo de la LAC y se apresura para cumplir con su objetivo de completar estos proyectos para diciembre de 2022. Una preocupación extra para Beijing que durante mucho tiempo ha aprovechado sus relaciones con Pakistán para avanzar en infraestructura en la zona.
Desde Nueva Delhi se apuesta por una visión de un nuevo orden más multipolar, donde puedan desempeñar un rol protagónico a nivel global —a la par de China, una de las potencias más grandes del mundo junto a Estados Unidos— y, además, aumentar su impacto regional. Esto sería otra problemática para el régimen chino que ve cómo sus batallas se extienden por todos los frentes: guerra económica con EE.UU, los cruces con Australia, conflicto regional con India y los problemas internos con Hong Kong y Taiwán.
Pakistán también juega un rol en esta escaramuza, siendo un aliado histórico de China acusado por India de ayudar a Pekín a conseguir tecnología nuclear y de misiles. Los representantes más antiguos y nacionalistas del Partido Popular Indio (BJP) han abierto el debate sobre recuperar la zona de Cachemira que es administrada por Pakistán. En este lugar está la carretera estratégica de Karakoram, una autovía que conecta a China y Pakistán. La carretera es utilizada para transportar bienes hacia y desde el puerto sureño Gwadar de Pakistán, el cual le proporciona a China una entrada al Mar Arábigo.
India teme que Gwadar pueda ser usada para apoyar las operaciones navales de China en ese mar. En Beijing ven a Nueva Delhi como un potencial aliado de sus principales enemigos globales y regionales: Australia, Japón y Estados Unidos. Aún así, ambos son socios comerciales de gran envergadura. De hecho, China es el segundo socio comercial más grande de India y disfruta del gran superávit que proporciona el Gobierno indio.
La paz y el diálogo prima, de momento
La guerra no es negocio para nadie, menos en el contexto económico actual donde todo el mundo se ve fuertemente golpeado. Pese a que China es notoriamente superior a la India en lo económico, hasta cinco veces más, a nivel de poderío militar los números son un poco más equiparables, aunque la superioridad del régimen comunista es considerable.
El ranking de los ejércitos más poderosos del mundo arrojó a China en un tercer escalón, solo por debajo de EEUU y Rusia, y a India en un cuarto lugar.
Toda esta situación, al final de cuentas, viene de un conflicto de larga data que difícilmente obtenga solución mediante una escalada bélica de ambos países. Sin mencionar los intereses comerciales existentes entre ambas naciones y que, probablemente, ninguno quiera sacrificar para esclarecer esta circunstancia territorial.
El proceso de diálogo para la desescalada se viene ejerciendo desde ambos bandos mediante veteranos diplomáticos, ambos gobiernos han insistido en buscar la vía pacífica para solucionar este conflicto, todo pese a las bajas de ambos ejércitos y las diferencias y rivalidades históricas entre las naciones.
Por si fuera poco, el sitio del conflicto no ayuda en nada para realizar operaciones militares por los factores climáticos y territoriales. Esto ya fue experimentado en la guerra de 1962. La opción militar se ve lejana.
Ahora el ojo del huracán estará puesto en la diplomacia de Pekín y Nueva Delhi para lograr mantener un statu quo complicado, pero soportable en cuánto a costo económico y político. Al margen de la geopolítica donde ambas naciones juegan sus fichas.