En el dominó no existe tal cosa como una ficha inútil, es precisamente la ductilidad del juego la que irá determinando la utilidad e importancia de las piezas. En el argot popular del dominó, cuando las piezas no encuentran un conector se suele decir que se “trancó la partida”. Esto quiere decir que no hay manera de unir las fichas sobre la mesa con las que quedan en la mano de los jugadores. Cuando esto ocurre, el juego se paraliza, la partida acaba de forma abrupta, y se deben barajar las piezas una vez más para volver a comenzar con una sumatoria de puntos abultada.
Algo similar ha ocurrido con Diosdado Cabello, esa ficha incómoda que no encuentra arreglo en ninguna partida y en ningún bando, y continúa dinamitando toda posibilidad de resolución de conflicto en Venezuela, pues de todas las piezas o actores en juego, él es el único que no tiene cabida en una nueva partida, y es por ello que prefiere trancarla (teniendo el poder para hacerlo) una y otra vez.
Si algo tienen en común los juegos de mesa y la estrategia es que las fichas deben ir ocupando espacios según se desenvuelva la partida. En ese sentido, no encontrarle o brindarle la posibilidad de hallar un espacio a la pieza más importante del chavismo, Diosdado Cabello, ha costado que el juego deba reiniciarse infinitas veces, hasta que el caudillo del narcotráfico encuentre, si bien no un lugar feliz, al menos un lugar “cómodo”, donde no vista de naranja y no peligre su ilegal fortuna. Todo esto siempre y cuando se siga con la misma retórica de intentar una salida consensuada con el chavismo. De lo contrario, la única manera de saltarse las trabas de la ficha que representa Diosdado Cabello es destruirla y de forma literal: con bombas, balas, o esposas, pues es la única forma de asaltar el tablero y decir “el juego va a llegar a su final”.
El hombre más rico de Venezuela es a la vez el hombre más peligroso, el más corrupto y el más criminal. En ese sentido, los Estados Unidos y la presidencia encargada de Juan Guaidó han pecado con un error de cálculo capital: si le ofreces una salida a Maduro, a Padrino, a Moreno y compañía, también deberás ofrecérsela a Cabello; de lo contrario, este último no permitirá que los otros abandonen el juego y que sea solo él quien asuma las consecuencias. El maquiavélico tirano preferirá llevarse a la horca a su compadrazgo antes de pagar solo la condena, esta historia no es nada nueva.
El 30 de abril, luego de que Juan Guaidó y Leopoldo López se mostraran en las calles de Caracas junto a un grupo de soldados anunciando que se daría el final de la usurpación, Nicolás Maduro se mantuvo desaparecido. Fueron casi 24 horas en las que nada se supo de él. En cambio, quien sí salió de inmediato a dar la cara y a impulsar a su séquito fue Diosdado Cabello, ¿por qué? Porque es el único que no tiene otra salida que no sea la confrontación. Maduro puede negociar, Padrino puede negociar, Moreno puede negociar (y la evidencia demuestra que lo estaban haciendo), la única excepción es el más poderoso y perverso, y esa es la razón por la cual cada vez que se intente un diálogo, el resultado terminará siendo el mismo: juego trancado, barajemos las fichas y comencemos de nuevo. Es un círculo vicioso donde los únicos que saldrán ganando son los que están cómodos en la situación actual; es decir, los jerarcas del chavismo y el indeterminado y desconocido número de colaboradores opositores, para los que cada día fuera de prisión y contando los dólares robados, vale oro.
En la investigación de Douglas Farah y Caitlyn Yates de IBI Consultants, LLC and National Defense University (INSS), de mayo 2019, se devela que fueron identificados 181 individuos y 176 empresas que operan en al menos 26 países, los cuales extrajeron de Venezuela 28 000 millones de dólares desde PDVSA. Pero los tentáculos de la corrupción no se limitan únicamente al petróleo y las ventas ficticias del crudo: en el entramado criminal aparecen proyectos ficticios de megainfraestructura estatal, compras de activos físicos, minería ilegal de oro, y transferencias de banco a banco.
Un ejemplo del gran entramado de corrupción en Venezuela corresponde a Raúl Gorrín y los 12 conspiradores que fueron nombrados en el esquema de sistema de cambio de moneda extranjera en la que el bolívar venezolano se negociaba a un precio fijo en dólares estadounidenses significativamente más alto que el tipo de cambio oficial. El plan de lavado dio como resultado entre 1 200 y 2 400 millones de dólares a través del sistema financiero de Estados Unidos en el transcurso de cuatro años. La participación de Gorrín en el plan ascendió a aproximadamente 159 millones de dólares.
Como resultado de su declaración de culpabilidad, en noviembre de 2018, al menos 24 de las propiedades de Gorrín (ubicadas en los estados de Nueva York y Florida) fueron incautadas. Solo los siete condominios en Nueva York tienen un valor estimado de 40 millones de dólares.
Al respecto, un artículo reciente de The Wall Street Journal demuestra la incidencia que tuvo Raúl Gorrín en los eventos del 30 de abril en Venezuela, negociando directamente con los Estados Unidos para entregar a Maduro e iniciar de esa forma una fase de limpieza de su nombre y evadir sanciones. La investigación del medio de Washington sugiere asimismo que el empresario se habría reunido con el senador republicano Marco Rubio, aunque mencionan que el protegido de Trump no se ha manifestado al respecto. Según esta publicación, la ficha de Gorrín es todo un enigma, pues ha funcionado como mensajero para miembros de la oposición y del propio Maduro, lo cual hace difícil determinar hacia quién es su lealtad, o si acaso la lealtad de dirigentes opositores y oficialistas es para con él por las cantidades de dinero que mueve.
La minería ilegal ha sido otro gran aliado de la revolución en sus tiempos aciagos, que también comenzara muchos años atrás. El ejemplo más claro del esquema de oro extraído ilícitamente es el de la Casa de la Moneda de Kaloti Suriname (KSMH), que opera cerca de Paramaribo, Surinam. Inaugurada en 2015, la compañía mantiene una asociación entre Suriname y Kaloti Precious Metals de los Emiratos Árabes Unidos. El KSMH opera bajo la protección del presidente Desi Bouterse, un traficante de cocaína condenado, proveedor de armas de las FARC, quien fue elegido con el apoyo financiero de Hugo Chávez.
Solo en 2018, el estado venezolano vendió 73.2 toneladas de oro en Turquía y en los Emiratos Árabes Unidos, y parte del oro llegó a Uganda. Dado que las reservas de oro del Banco Central de Venezuela crecieron 11 toneladas en 2018 a pesar de la venta masiva en curso, es probable que una cantidad significativa de la mercancía se extraiga ilegalmente por grupos disidentes de las FARC y el ELN.
Todo este entramado de corrupción tiene una correlación directa con la destrucción de las condiciones de vida del venezolano promedio. En 2018, la tasa de inflación de Venezuela superó el 1000000 % y el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que esta tasa se elevará a más de 10000000 % a finales de 2019. En la actualidad, en un alto porcentaje del país la gasolina es escasa, y las filas para adquirir combustible es de varios días. Esto entorpece la distribución de alimentos, medicinas y el funcionamiento de las pocas empresas en funcionamiento en el país. Solo en el estado Táchira, productores de una región llamada La Grita, denunciaban la pudrición de 35 000 000 de hortalizas a falta de un mecanismo de distribución. Venezuela, siendo curiosamente el país con las reservas petroleras más grandes del mundo, no es capaz de brindarle gasolina a sus ciudadanos. Como si esto fuese poco, en los últimos años se ha estimado que un aproximado del 70 % de los venezolanos ha perdido al menos 11 kilogramos y que solo 20 % de los medicamentos necesarios en el país son de fácil acceso. Los grandes esquemas de corrupción han atentado contra la libertad de los venezolanos, fondos de origen desconocido inundan las arcas no solo de los dirigentes chavistas, sino también de algunos beneficiarios “opositores”, que se han convertido en una piedra en el zapato para concretar la salida del régimen, pues saben que tarde o temprano la justicia los alcanzará, sin importar el color que vistan, por lo que su mejor opción es dilatar la llegada de la democracia y sumergir al país a continuados “diálogos” que prolonga su estancia en el poder, mientras mueren más venezolanos todos los días.
Por tanto, poniendo todo esto en contexto, si el gobierno de Juan Guaidó y los Estados Unidos quieren realmente acabar con esta pesadilla tienen dos opciones: meter a Diosdado y el resto de corruptos en el paquete de las amnistías, o voltear el tablero, enviar los marines y destruir a todo el que atente contra el juego limpio. Si de mí constara tomar esta decisión, sin dudarlo elegiría la opción número dos. Sería un mensaje importante de vista al futuro que los venezolanos y el resto de latinoamericanos vislumbren que la corrupción es tan asesina como el que desenfunda un arma, y que a fin de cuentas, no paga.