¿Quién podrá sacudirse mejor a sus propios fantasmas? ¿Boric o Kast? La pregunta puede ser clave para definir al ganador en la segunda vuelta presidencial de Chile, a realizarse el domingo 19 de diciembre, ya que quien “exorcice” con mayor efectividad a sus espectros podrá conectar mejor con ese centro multiforme que decidirá el final de la contienda.
En el caso de Boric, el fantasma en cuestión es el Partido Comunista, manifestación de las alianzas con el club regional de dictaduras y regímenes (Cuba, Venezuela, Nicaragua y la reincidente Bolivia) que procuran la perpetuidad en el poder.
Del lado de Kast, se trata de la nostalgia por el pinochetismo, que en el mensaje del postulante republicano se traduce en aspiraciones de “orden y seguridad”.
Está claro que, en cuanto a Boric, el riesgo autoritario que surge de sus alianzas es bastante actual, en la medida en que un mal manejo del proceso constituyente desemboque en el reeleccionismo presidencial y en capacidades discrecionales de intervención gubernamental en la economía, en detrimento de la alternancia y de las libertades.
En cambio, nadie espera que Kast reconstruya el gobierno de un dictador que, remarquemos, perdió un referéndum y se fue del poder, método que difícilmente podría desalojar a los nuevos autócratas populistas del continente.
En cualquier caso, de la habilidad —y esperemos que también sinceridad— para distanciarse de esos referentes autoritarios puede depender la captura del centro por uno de ellos. Decíamos que ese espacio intermedio es multiforme y de hecho está compuesto por tres franjas distintas de votantes:
1) La centroderecha afín al Gobierno de Piñera, que votó por Sebastián Sichel en primera vuelta. Una parte de este sector ya se pronunció por Kast, algunos integrándose a sus comandos de campaña y otros (como Evópoli) iniciando actividades proselitistas independientes. Pero otra ala sigue esperando definiciones más precisas del candidato del Partido Republicano, en torno a una serie de compromisos en derechos humanos y otras áreas.
2) La centroizquierda que expresa a la antigua Concertación del Partido Socialista y la Democracia Cristiana, que tuvo por candidata a Yasna Provoste. El PS se pronunció inmediatamente por Boric, en tanto que la DC juega a los matices: la dirección del partido dice que lo apoyarían en el ballotage pero que serían opositores “a quien gane la segunda vuelta”, mientras que un ala minoritaria de los democristianos podría deslizarse, de manera más o menos silente, hacia el lado de Kast.
3) El centro-centro de Franco Parisi, el peculiar economista independiente que logró el tercer lugar en la primera vuelta, con un discurso antipolítico contra “la élite” que recuerda a las diatribas de Javier Milei contra “la casta”. Existe el precedente del ballotage de 2013, cuando los votos de Parisi fueron hacia la candidata de derecha, Evelyn Matthei, pero también es verdad que los electores de entonces del economista no serían exactamente los mismos que en la actualidad. Lo cierto es que la participación de Kast en el programa digital de Parisi, “Bad Boys”, parece haber mostrado cierta sintonía entre ambos.
Las elecciones de Chile son de importancia para determinar el rumbo regional, ya sea poniendo proa hacia los capitalismos de Estado con partido cuasi-único o preservando los pilares fundamentales de la democracia representativa y la economía de mercado.