EnglishA principios de mes General Motors alertó de una posible paralización de su planta en Venezuela porque el gobierno, inmerso en las crecientes dificultades administrativas generadas por el control cambiario que rige en el país, le debía US$20 millones que la empresa necesitaba comprar para pagar importaciones de insumos. Como ha sucedido con Toyota, Iveco, Encava y Ford —las cuales también se han manifestado en crisis por falta de piezas de ensamblaje— el gobiernofinalmente realizó de forma urgente el desembolso de divisas en el exterior para que la empresa no se paralizara.
Las empresas de baterías (como Duncan y Titán) y las de neumáticos (como Bridgeton, Goodyear y Pirelli) recibieron esta semana los dólares subsidiados por el gobierno para aliviar los costos de funcionamiento, pero ese auxilio específico no ha aliviado la escasez de esos productos. El mismo día de la subasta de dólares fue capturada en Maracaibo una banda de ladrones de baterías, quienes ante la desaparición del producto lo vendían a mitad de precio en una calle de la ciudad. Se conoció que robaron al menos 100 en el estacionamiento del centro comercial más grande la ciudad.
Los remedios puntuales parecen no solventar la crisis del sector automotor, sobre todo tomando en cuenta que 77,7% de los vehículos que circulan por Venezuela tienen más de cinco años de haber sido fabricados, y casi 30% de ese grupo supera los 15 años. La cifra, extraída del reciente estudio de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (FAVENPA) del año 2013, alerta sobre una paralización en la renovación del parque automotor del país que amenaza con consecuencias ambientales, económicas y de calidad de vida.
Ambientales, porque el consumo de gasolina y la contaminación aumentan con la antigüedad de los vehículos; económicas, debido al drenaje de las finanzas públicas que implica un mayor consumo del combustible, dado que Venezuela cada vez produce menos e importa más del mismo, comprándolo a precios internacionales y subsidiándolo al punto de que el consumidor final promedio puede llenar el tanque de su vehículo por menos de US$1; y de calidad de vida, pues el tráfico cada vez más caótico y los embotellamientos de tránsito implica que los trabajadores deben invertir al menos tres horas diarias para trasladarse hacia y desde sus puestos de trabajo.
Aumento del precio de la gasolina entre las soluciones
Juan Carlos Sánchez, profesor de la Universidad Central de Venezuela y co-ganador del Premio Nobel de la Paz en 2007 como experto del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), corrobora en declaraciones al PanAm Post que no sacar a los vehículos viejos de circulación –y sustituirlos a través de programas de incentivos- se convierte en un peso para el Estado venezolano, debido a la obligación de importar cada vez más gasolina subsidiada ante el alto consumo que viene con el envejecimiento de las unidades de transporte.
“Al renovarse el parque de vehículos el Estado ahorraría por una disminución significativa del consumo que ayudaría a reducir las importaciones de gasolina. Y si además se coloca el precio de la gasolina a un costo razonable, se garantizaría un uso consciente de la misma.”, explica Sánchez.
De acuerdo a información del diario El Nacional, la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) compra diariamente cerca de 3,3 millones de barriles de gasolina a Estados Unidos, y recupera aproximadamente 2% de su inversión, por tanto el país pierde US$107 por cada barril adquirido.
“Sin duda, el tema del aumento de precio de la gasolina es impopular, y tiene un costo político elevado. Las administraciones han postergado el problema mientras el presupuesto se los permite, pero pareciera que estamos llegando al punto en el cual nuestra economía no aguanta más distensión”, señala el experto.
En cuanto al ambiente, si bien las zonas de mayor densidad poblacional de Venezuela no alcanzan los niveles de contaminación atmosférica de una urbe como Lima –que fue nominada recientemente por la Organización Mundial de la Salud como la ciudad en la que se respira el peor aire de América Latina–, según las últimas estadísticas disponibles de la organización (2011) Caracas sí presenta 24 PM 2.5 (medida de partículas en el aire por metro cuadrado), que la iguala a Ciudad de México y a Bogotá.
Incapacidad para renovar el transporte colectivo
Solo entre 5% y 7% de las unidades de transporte colectivo en Venezuela tienen motores ecológicos, y casi el 75% supera los 30 años de antigüedad, explica a PanAm Post José Luis Montoya, presidente de la Central Única de Autos Libres y Por Puesto.
El problema del gran consumo de gasolina que realizan se potencia con la baja eficiencia que tienen las unidades más viejas. Montoya resalta que la mayoría de éstas tienen menor capacidad que la de los modelos más nuevos y por ello, además de sacar menor provecho al combustible, utilizan ineficientemente el espacio de las ciudades congestionadas. También, debido a la escasez de repuestos es más probable que se accidenten y generen embotellamientos.
Autobús accidentado vía Petare-Guarena altura Sebucan el marques! #cotamil Luego se libera @EUtrafico @polivialGMA1 pic.twitter.com/AmFAqki0ub
— Elisa Gutierrez (@Egutierrez999) April 21, 2014
Como en Venezuela los vehículos que se usan para el transporte colectivo son propiedad de los conductores y no del estado, el cambio de los vehículos depende de la capacidad adquisitiva del conductor para comprar una unidad más nueva. Montoya explica que hasta hace cinco años funcionó (aunque con poca eficiencia) la Fundación Fondo de Transporte Urbano (FONTUR), que asignaba a las líneas de conductores el acceso a créditos para nuevas unidades con el fin de reponer las viejas, pero lamenta que el programa haya dejado de funcionar tras la caída pronunciada de la producción de vehículos en el país. “Los bancos privados también financian, pero no se consiguen autobuses para comprar”.
En declaraciones anteriores a la prensa, Montoya había indicado que 20% de la flota urbana se encuentra parada por reparaciones y espera de repuestos escasos (como baterías o neumáticos), y que en las rutas troncales (más extensas) la situación podría ser peor, aunque no dispone de cifras exactas.
Julio Guerrero, directivo del Bloque de Transporte Interurbano (que conecta a Caracas con otros pueblos y ciudades), dijo a El Universal que 30% de sus vehículos están detenidos por la mismas causas.
Una economía estacionaria
La solución al problema parece estar frenada por el control estatal sobre la economía venezolana. La producción nacional de vehículos cayó en abril en un 90% con respecto a la producción de ese mes en 2013, y la importación acumulada de vehículos con respecto al año pasado disminuyó en 99,7%, según reportó esta semana la Cámara Automotriz de Venezuela (CAVENEZ).
Cuando comprar automóviles nuevos deja de ser una opción, lo que queda es mantener los antiguos a toda costa. Sin embargo eso también es un reto en Venezuela, porque los fabricantes de autopartes han disminuido su producción en 12% (por la dificultad de conseguir las materias primas) y los importadores de los insumos reportan que sus inventarios han caído en 45%.
José Antonio Diéguez, director de operaciones de FAVENPA, indicó en declaraciones a PanAm Post que si no se revierte la caída en el crecimiento del parque automotor puede que se comiencen a ver otros fenómenos como el “canibalismo” de vehículos de forma organizada, a través de un aumento en los robos de vehículos para despiezarlos y suplir el mercado.