El nuevo presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, recibirá una administración contrariada. A pesar de que el país será el único de la región latinoamericana que crecerá más de 6% este año, la deuda pública de Panamá ha aumentado 57% desde 2009.
Y aunque la economía del país ha crecido aceleradamente desde 2006 –en promedio, un 8% anual hasta 2012-, casi 4 de cada 10 personas viven en estado de pobreza, de acuerdo a los datos de la sede de Naciones Unidas en Panamá.
Este contraste está en el centro del discurso de Varela. El candidato se dio cuenta que al electorado le estalló en la cara la realidad de la enorme desigualdad de Panamá: el país tiene un coeficiente de Gini de 0,53, que lo ubica como el séptimo más desigual de América Latina, a pesar de que el gobierno asegura que la pobreza ha disminuido de 36% a 25% en cinco años.
Como solución, el programa de gobierno de Varela apoya el mantenimiento del crecimiento económico del país pero con mayor inversión social, así como la inclusión en el presupuesto nacional de temas básicos como el acceso al agua potable, la eliminación de las letrinas y el saneamiento.
En general, sus propuestas de campaña electoral se enfocaron en la mejora de las atenciones públicas hacia la población panameña, en eliminar la corrupción y en generar incentivos al sector privado que promuevan un mayor desarrollo humano para el país. Su discurso caló muy bien en quienes piensan que el desarrollo económico de Panamá choca con sus niveles de desigualdad.
Su elección se interpreta además como un castigo a la administración dirigida por Ricardo Martinelli, a quien se le critica haber gobernado de forma autoritaria. Tras 16 meses como vicepresidente junto a Martinelli, Varela y éste se separaron y pasaron a ser prácticamente enemigos. “El Gobierno de Martinelli lastimó seriamente la institucionalidad del país, con este nuevo gobierno esperamos volver al respeto de las instituciones. Se avecinan designaciones muy importantes en la Corte Suprema y en la Autoridad del Canal, es importante que la nueva administración se muestre transparente en estos nombramientos”, expresó María Fernanda Martiz, abogada panameña.
Una agenda mixta de cambios económicos para Panamá
En su programa de gobierno, Varela propone una serie de medidas que por un lado apuntan hacia una mayor apertura económica y por otro hacia un mayor control estatal de la economía.

En materia impositiva, propone disminuir el peso fiscal que soporta la clase media. Plantea modificar el sistema tributario y aumentar los impuestos al consumo, más que al ingreso. Sostiene que se deben buscar más ingresos fiscales a través del aumento de los impuestos a las actividades económicas contaminantes y que ocasionan daños a la salud de los ciudadanos. Al mismo tiempo, propone disminuciones de impuestos para quienes paguen la educación privada de sus hijos, para las empresas que ofrezcan mayores beneficios a sus empleados y para los agricultores.
Su plan resalta la intención de eliminar fuentes de competencia desleal que puedan surgir en el mercado, pero también promete incentivos a los agricultores dentro de un conjunto de medidas de asistencia técnica y financiera que busca aumentar la producción nacional de alimentos y la inserción del sector agrícola en el mercado internacional.
Otras de sus propuestas que no se enmarca en el contexto del libre mercado es la del control de precios de emergencia, que plantea reducir el precio de la canasta básica por un tiempo indeterminado desde el primero de julio, cuando Varela asuma el mandato.
El reto del consenso en Panamá
Habiéndose escrutado 90,9% de las mesas electorales, Varela contaba con el 39,2% de los votos, seguido de José Domingo Arias (candidato de Cambio Democrático, apoyado por el actual presidente Ricardo Martinelli) con 31,6% y Juan Carlos Navarro (del Partido Revolucionario Democrático) con 27,9%. Lo ajustado del resultado habla de la obligación del vencedor de incluir a todos los sectores de la población en su agenda política.
De hecho, en su primer discurso como presidente electo Varela aseguró que se había acabado el partidismo en las esferas gubernamentales y que ejercería el cargo con humildad para todos los panameños. “Martinelli se dejó llevar por el populismo con una actitud agresiva y chabacana. Se dedicó a crear clientelismo. Mientras que Varela da la impresión de actuar con mayor responsabilidad y seriedad”, acotó Martiz. La abogada cree además que la nueva vicepresidenta, Isabel St. Malo, respalda esta confianza por tratarse de una profesional especializada, discreta y comedida en sus declaraciones. Su elección da confianza a los que se decepcionaron con la política partidista.
Pero además de la humildad prometida, a Varela también le hará falta tenacidad para gobernar con una Asamblea Nacional que podrá jugarle en contra, ya que 77% de los escaños fueron ganados por la alianza Unidos por más Cambios (conformada por los partidos Cambio Democrático y Molirena) y por el Partido Revolucionario Democrático.
Los partidos Panameñista y Popular que apoyan a Varela contaban con 12 de las 70 sillas cuando se habían escrutado 77% de las mesas electorales. Para algunos electores como Erasto Cano, de Ciudad de Panamá, el PRD y los partidos que respaldaron a Varela podrían unirse y hacer frente a la facción de Cambio Democrático. “Podrían cerrar filas y buscar lo mejor para el país”, sostiene el votante.
Para Cano, lo que viene con Varela es incierto. El candidato ganó después de haber sido ubicado en tercer lugar por la mayoría de las encuestadoras. “Hay un par de encuestadoras que se van a tener que ir a montar una heladería al Multiplaza (un centro comercial de Ciudad de Panamá)”, dijo Milton Henríquez, presidente del Partido Popular, que apoyó a Varela. “La gente esperaba que ganara Arias o Navarro. Creo que el gobierno de Varela debe verse en un espejo y no cometer los mismos errores que el gobierno anterior. Tienen que ayudar más a las personas a educarse y adquirir salud, porque son servicios que se han ido abandonando”, comenta Erasto Cano.
Deudas heredadas
La administración de Varela no sólo hereda una deuda pública de más de US$17.000 millones. También le queda mediar en la huelga de los trabajadores de la construcción que afecta la continuidad de la ampliación del Canal de Panamá (ya lleva 14 días) y resolver la de los maestros (que tiene 15 días).
El Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Construcción y Similares (SUNTRACS), con más de 70.000 afiliados, exige un aumento de salario de 80% a concretarse a lo largo de los próximos cuatro años, frente a 21% que propone la Cámara Panameña de la Construcción (CAPAC) para el mismo período. Se calcula que las pérdidas por la paralización del sector ascienden a los US$400 millones.
Mientras tanto, el gremio de maestros exige que un aumento ya contemplado de US$300 al salario base no esté condicionado a una autoevaluación que deben hacer los centros educativos.