Uno de los tres estudiantes de Ayotzinapa que aparecieron muertos tras un ataque entre narcotraficantes y policías en septiembre de 2014 y que dejó 43 alumnos desaparecidos, no fue desollado sino que parte de su rostro fue comido por animales, dijo este lunes el Ombudsman mexicano.
El caso de Julio César Mondragón, cuyo cadáver apareció desollado y con evidentes signos de tortura en un camino de tierra cercano a Iguala (Guerrero, sur), había generado controversia ya que inicialmente surgieron versiones de que había sido desollado por narcotraficantes por pertenecer a un cártel rival, algo que familiares de los estudiantes han negado categóricamente.
En un informe pormenorizado sobre el caso, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) fue tajante y dijo que sus análisis científicos de la necropsia y fotografías del cadáver comprobaron que no se ven rastros de “la acción de un objeto filoso o cortante” y sí mordiscos y pisadas de perros y roedores, por lo que descartó que “se haya hecho de manera intencional por acción humana”.
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En una rueda de prensa, Jose Larrieta, el titular de la oficina especial para el caso Iguala de la CNDH, recalcó que el joven murió de un traumatismo craneoencefálico después de haber sufrido “tortura física y de haber sido golpeado brutalmente con saña y crueldad por la acción conjunta y complicidad” de 10 narcotraficantes y un funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil de Iguala.
Larrieta dijo que la CNDH sigue investigando varios móviles sobre la desaparición de los 43 estudiantes y recordó que, del más de un centenar de detenidos en el caso, 47 denunciaron ante el organismo haber sufrido tortura.
Posteriormente, el Equipo Argentino de Antropología Forense, que participó en la segunda necropsia de Mondragón a petición de la familia del estudiante, emitió un comunicado en el que señala que la falta de piel en el rostro del cadáver se debe a “huellas de actividad de fauna”, aunque también dijo que hay “áreas con sospecha de intervención de instrumento cortante”.
La desaparición de los 43 estudiantes de Ayoztinapa generó fuertes críticas al presidente Enrique Peña Nieto, cuyo gobierno sostiene que los chicos fueron asesinados y sus cuerpos incinerados en un basurero por los narcotraficantes por supuestamente haber sido confundidos con una banda rival.
Organizaciones internacionales de derechos humanos y el grupo de expertos de la CNDH han cuestionado las investigaciones oficiales poniendo en duda, entre otras cosas, que los jóvenes fueran incinerados en el basurero.
Fuente: El Nuevo Herald