Las crisis políticas de Venezuela y Brasil han dejado a la deriva dos proyectos de US$7.600 millones para la construcción de una refinería y una central hidroeléctrica en Nicaragua, según advierten analistas locales.
Los proyectos consisten en un complejo petroquímico que construiría Venezuela a un costo de US$6.500 millones y en una central hidroeléctrica de US$1.100 millones que se financiaría con recursos brasileños.
Ambos forman parte de cinco “megaobras” que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha impulsado recientemente y que deberían haber concluido, o al menos ser visibles, este año en que el mandatario se postula para una segunda reelección en los comicios de noviembre próximo.
- Lea más: Obreros denuncian a generadora eléctrica de la ALBA
- Lea más: A Ortega se le acabó la renta de los petrodólares venezolanos
La idea era que sirvieran de “proyectos insignia” en apoyo a “la continuidad del presidente Ortega” en el poder, dijo el exdiplomático y experto en derecho internacional, Roger Guevara.
Según el Gobierno, las dos obras podrían generar 6.500 puestos de trabajo directos y 18.500 indirectos, y aliviar así el problema del desempleo, que afecta a cerca de un 30% de la población económicamente activa.
Sin embargo, la recesión que golpea a Brasil y Venezuela, en medio de escándalos políticos y de corrupción, más los retrasos que han tenido ambas obras, han dejado los planes de Managua sin rumbo claro.
Según Ortega, existe la voluntad de continuar con estos proyectos que representan más de la mitad del PIB del país.
Pero sus críticos, como el economista y excandidato presidencial de la disidencia sandinista, Edmundo Jarquín, creen que el Gobierno está jugando “a la lotería esperando sacarse el premio mayor a través de un megaproyecto”.
La represa Tumarín, que se proyecta construir sobre el río Grande, en el Caribe Sur, con capacidad para generar 253 megavatios, está a cargo del consorcio Centrales Hidroeléctricas de Nicaragua (CHN), constituido en un 45% por la estatal brasileña Eletrobas, un 45% por la empresa Queiroz Galvão y un 10% por el Estado nicaragüense.
El proyecto fue aprobado por una ley que otorgó a los brasileños la construcción y operación de la planta por 39 años, concediéndoles amplios privilegios fiscales, sin ninguna garantía en caso de incumplimiento.
El proyecto tiene financiamiento del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) de Brasil, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y los socios. Sin embargo el inicio de las obras, previsto para 2014, ha sido aplazado en varias ocasiones por falta de recursos.
“Entiendo que el grupo inversor tuvo problemas para juntar el capital” y luego Queiroz fue salpicada por los escándalos de corrupción en Brasil, dijo el exministro de Economía y experto en temas de energía, Mario Arana.
Para Jarquín, “el monto de la inversión siempre estuvo sobreestimado” y los escándalos de corrupción en Brasil “terminaron de sepultarlo”.
Sin embargo, el presidente Ortega dijo que el proyecto de Tumarín puede salvarse: “Se está hablando con los brasileños para encontrar la forma de darle continuidad”, aseguró la semana pasada.
Hasta 2015, CHN había adquirido más de 7.000 hectáreas de tierra para el proyecto.
En 2007, cuando Ortega retornó al poder, el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, colocó en Nicaragua la primera piedra para la construcción de la refinería “El Supremo Sueño de Bolívar” y una petroquímica.
El complejo, valorado en US$6.500 millones, está a cargo de la empresa Albanisa, en la que Petróleos de Venezuela SA (Pdvsa) tiene 51% y Petróleos de Nicaragua (Petronic) 49%.
La planta produciría 150.000 barriles de petróleo diarios, cuatro veces la demanda nacional y la mitad del consumo diario de Centroamérica.
Se iba a financiar “con las ganancias del dinero del petróleo” que Nicaragua obtiene de Venezuela como parte de un arreglo preferencial y un aporte de PVDSA, dijo Guevara, exembajador en Caracas.
Pero “no se dio porque se vino abajo el precio del petróleo”, y “ante la crisis que tiene el presidente Nicolás Maduro es imposible” que prospere, agregó.
El ex vicegerente general de Albanisa, Rodrigo Obregón, dijo que “la refinería en estos momentos no se está construyendo”, ya que sólo se han colocado 12 tanques nuevos para almacenar combustible.
Guevara agregó que “los estudios nunca estuvieron a mano” para determinar la factibilidad de la refinería, que en su opinión no es rentable debido a que todos los países de la región tienen su refinería. “Me parece que hubo como un juego geopolítico”, afirmó.