English ¿A qué se debe que las economías de los estados socialistas fracasen? ¿Por qué países como Cuba y Venezuela han vivido períodos de escasez? ¿Es acaso producto de una conspiración de los grandes capitales para acabar con “la revolución”? Esto parte de la retórica de la izquierda mundial. Hay quienes alegan que situación cubana responde al mal llamado bloqueo por parte de Estados Unidos. Sin embargo, la verdad es que dicha miseria es producto del control y las economías planificadas características de los países socialistas. Por eso en países como Venezuela, que vivió una bonanza económica como pocos países han podido en la historia, los ciudadanos se matan en los supermercados por un kilo de harina.
El problema con el concepto de la planificación económica es que parte de la falacia de que la economía es controlable. Por ende, una economía dirigida desde un ente público central podría coordinar las inversiones sobre los distintos bienes y así mejorar la productividad de un determinado país. La simple idea de mejorar la toma de decisiones en materia económica a través de una planificación basada en una consolidación de información y recursos resulta sumamente tentadora para cualquier gobernante, ninguno se escapa. Pero, como dice el dicho en inglés, “the road to hell is paved with good intentions”, el camino al infierno esta lleno de buenas intenciones.
Tomemos por ejemplo el caso de Cuba. Cuba es una economía controlada de cabo a rabo. Ya para 1960, Cuba dispuso una nacionalización masiva de todas las industrias, comercios e instituciones financieras. Bajo la revolución cubana, Fidel Castro y, especialmente, Ernesto Guevara estaban convencidos de que la planificación central de la economía cubana construiría una nueva sociedad. Ernesto Guevara es en definitiva el socialista más influyente de la izquierda latinoamericana por sus hazañas guerrilleras pero también por su quijotismo y pensamiento económico. Fundamentalmente Guevara buscaba utilizar los ingresos proveniente del azúcar para impulsar las demás industrias del país. Cuando fue director del Banco Central de Cuba, unificó todas las industrias y les otorgaba los mismos recursos.
La planificación económica de Guevara buscaba, en teoría, no solo el desarrollo económico sino también la creación del “hombre nuevo”, buscaba incentivar el trabajo voluntario y la participación colectiva. Cualquier parecido con algún personaje del gobierno venezolano es mera coincidencia.
El resultado fue desastroso, al punto que el propio Guevara odiaba su puesto. Para 1962 Cuba implantó la infame libreta de racionamiento que limita la cantidad de alimentos que los cubanos pueden comprar, así como también los precios de los mismos. Inmediatamente la escasez se hizo sentir.
La situación empeoró mucho más tras la caída de la Unión Soviética en 1991, pero esto no significó que Cuba abandonará la planificación económica. Por el contrario, cada cinco años creaban los planes quinquenales. Sin embargo, el fracaso económico fue inminente. Los Castro, lejos de aceptar el fracaso de su proyecto, han culpado a un excelente chivo expiatorio, el supuesto bloqueo estadounidense.
Se debe aclarar que no existe tal cosa como un bloqueo por parte de Estados Unidos a Cuba. En ningún momento, desde 1962, ha habido un bloqueo naval a la isla, lo que existe es un embargo. Los estadounidenses no pueden entablar negocios que se alineen con los intereses del gobierno cubano mientras en la isla no se den los cambios necesarios que aseguren una verdadera democratización y respeto a los derechos humanos. Aun así, Estados Unidos no impide a terceros comercializar con Cuba. Desde 1995, Cuba es parte de la Organización Mundial del Comercio e incluso, hoy en día, 6.6.% de todas las importaciones de la isla provienen de Estados Unidos, todas por razones humanitarias. En pocas palabras, la culpa es del gobierno cubano y su visión económica que impide un crecimiento sostenido.
Venezuela es otra historia. Llamar al Proyecto Nacional Simón Bolívar como al Programa de la Patria “planes” resulta bastante halado de los pelos. Son más bien recolecciones de frases clichés y palabras bonitas sin objetivos tangibles. La historia de la revolución bolivariana es una historia de control. Todas las notas, palabras y frases esconden el mismo fin: el control por parte Estado que busca dominar todos los aspectos de la economía. La revolución bolivariana utiliza como músculo el acceso a los dólares que le ha dado el petróleo, sometiendo al país a través de los distintos medios de adquisición de divisas y las leyes anti-mercado.
La incapacidad de acceder a las divisas extranjeras es la más poderosa forma de control que existe en Venezuela. Para empezar, el país sufre de la enfermedad holandesa, la inmensa cantidad de recursos le permite hasta cierto punto mantener una tasa de cambio ficticia haciendo muchísimo más económico importar que producir. El gobierno tiene un monopolio sobre la oferta de dólares, al no vender suficientes dólares las empresas se quedan con las manos llenas de bolívares que no sirven para nada fuera del país. El desabastecimiento es inevitable.
Como en Cuba, la culpa no es del “imperio”, “la burguesía parasitaria” o “la guerra económica”; es del gobierno venezolano y su cruzada por intervenir y controlar la economía.
Las distorsiones provocadas por la planificación económica tienen como consecuencia desabastecimiento y más y más controles. Es lo que se conoce en inglés como slippery slope, una cadena de eventos que nos llevan hacia un fin indeseable. Nada de esto es nuevo, el debate entre el intervencionismo y el libre mercado tiene la misma edad que la economía como ciencia.
La única forma de saber quien tiene la razón es viendo el récord histórico. Resulta increíble que existan socialistas que defiendan los casos fallidos como el de URSS, por no haber sido un “verdadero” socialismo o Cuba por el “injusto” embargo de EEUU. Pero más increíble aún es que todavía existan gobernantes que se niegan a asumir sus errores culpando a terceros por sus fallas, y hayan pueblos que se crean este cuento.