
Berlín, 30 abr. (EFE).- El 2 de mayo de 1945 las últimas unidades alemanas dispersas que trataban de hacer frente al Ejército Rojo en Berlín capitularon después de una batalla que había empezado el 16 de abril y que le había costado la vida a 170.000 soldados, en la que al menos 50.000 habían resultado heridos y que se había cobrado decenas de miles de víctimas civiles.
En el momento de la rendición final la suerte de los nazis en la capital alemana ya estaba echada. El 30 de abril la bandera soviética había sido izada en la cúpula del Reichstag y Hitler se había suicidado en su búnker junto con su compañera Eva Braun, al igual que su ministro de Propaganda Joseph Goebbels y su esposa Magda, que antes había asesinado a sus hijos.
El Volkssturm, la última carta
Una parte de los últimos defensores de Berlín pertenecía al llamado Volkssturm, una unidad paramilitar que se había creado en septiembre de 1944 con el llamamiento a todos los varones de entre 16 y 60 años que no estuvieran ya en armas a sumarse a la resistencia contra el avance aliado.
La formación militar de esa división era precaria, ya que inicialmente sus tareas eran logísticas, como la construcción de trincheras, pero a la postre se vieron involucrados en los combates.
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De 100.000 combatientes alemanes que participaron en los últimos combates de Berlín cerca de 40.000, según el Museo de Historia de Alemania, eran miembros del Volkssturm, es decir, hombres relativamente mayores y adolescentes.
Hay una foto célebre de marzo de 1945 en la que el propio Adolf Hitler condecora con la cruz de hierro en el patio de la Cancillería a jóvenes provenientes de las Juventudes Hitlerianas que se habían incorporado al Volkssturm.
“Los rusos ya están ahí. Nosotros, unos 100 miembros del Volkssturm y unos pocos soldados regulares no estamos suficientemente preparados para lo que viene”, escribió en su diario el teniente Josef Brettschneider, que se había refugiado con sus hombres en la fortaleza de Spandau, al noroeste de Berlín.
El 28 de abril la fortaleza, construida en el siglo XVI, ya estaba sitiada por el Ejército Rojo.
“La lucha por Berlín ha terminado, la guerra ha terminado, la fortaleza está sitiada, ríndanse”, se oyó por un altavoz, según el diario, que no fue publicado hasta 2006. Un oficial de la Fuerza Aérea Alemana, que estaba con los soviéticos, también llamó a la rendición.
Sin embargo, la rendición tuvo que esperar. El 30 de abril los soviéticos dieron como plazo el 1 de mayo a las 10:00 para que la fortaleza se entregara. El 1 de mayo, Spandau se entrega.
Una isla en el Wannsee, el último escenario
El último escenario de la batalla de Berlín fue en el suroeste, en los alrededores del Wannsee, un lago rodeado de lujosas casas.
Allí habían tenido su residencia nazis destacados, entre ellos el propio Goebbels. Allí, en una de las casas a la orilla del lago, se había celebrado la llamada Conferencia de Wannsee, en la que se definió la logística de lo que debía ser la última fase del Holocausto, la conocida como “Solución final”.
El último lugar en caer fue la Pfaueninsel, una isla en el Wannsee donde normalmente vivían cuarenta personas y donde terminaron atrincherándose cerca de 400 soldados. También más de un centenar de civiles había buscado refugio en ese lugar habitualmente considerado como idílico.
Algunos emisarios habían logrado desplazarse hasta la isla llevando el llamado testamento de Hitler en el que pedía seguir la guerra hasta las últimas consecuencias.
El Ejército Rojo había tomado ya la vecina población de Sacrow y era ilusorio pensar que los 400 hombres en la Pfaueninsel pudieran ejercer resistencia digna de mención.
Los soviéticos procuraron primero lograr una rendición pacífica y enviaron a tres soldados en un bote con una bandera blanca a negociar. Los comandantes en la isla los rechazaron.
Después de que los soviéticos atacasen la isla con fuego de artillería desde la orilla más cercana y dieran un ultimátum, finalmente la Pfaueninsel se entregó. El mismo día el general Helmuth Weidling llamó a deponer las armas a todos los soldados en Berlín.
“El 30 de abril el Führer se quitó la vida dejándonos en la estacada a todos los que le habíamos jurado fidelidad. Todo el que muera en la defensa de Berlín hará un sacrificio sin sentido”, decía su proclama.
La ciudad ya estaba casi completamente destruida.