Cuando Pedro Sánchez llegó al poder en 2018, muchos no pensaban que España cambiaría tanto ni que la propia Constitución Española de 1978 sería dilapidada para conformar un ‘frente popular’ que tiene un gran parecido al de la Segunda República Española (1931-1936). Sin embargo, no tardamos mucho algunos iluminados en ver las orejas al lobo. Precisamente por ello, diversos colectivos hispanoamericanos señalaron también con antelación lo que se avecinaba el país, sino se frenaban las delirantes y maquiavélicas políticas bolcheviques de Sánchez.
En 2024 se ha evidenciado descaradamente que las políticas de extrema izquierda del ejecutivo de Pedro Sánchez han inducido un fuerte componente ideológico en la sociedad española, que como consecuencia ha generado una confrontación peligrosa y un deterioro enorme de las instituciones pública, eliminando de este modo la separación de poderes, que caracteriza a un Estado derecho y democrático.
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No es extraño por lo tanto, que en este momento, Sánchez quiera aumentar la persecución de ricos agravándose los impuestos, y no olvidemos que en muchos casos, estos adinerados crean empleo en España. Además, el gobierno radical de Pedro Sánchez lo llevará a término con un discurso populista e incendiario entre clases sociales, el cual realmente pagarán las clases medias porque son aquellas que tienen más difícil desplazarse de la nación. No obstante, nada de eso le importa a los social comunistas mientras ellos sigan al mando.
Es incuestionable que la situación política, social y económica de España se encuentra en serio peligro y si alguno cree que todo seguirá igual, se equivoca y es un iluso, porque realmente si España continúa por este camino esperpéntico, el país estará abocado al desastre absoluto que suelen provocar los regímenes comunistas más terroríficos de la historia.