Por Andrés Villota
El Congreso de los Estados Unidos se ha vuelto un lugar incómodo para Joe Biden desde el pasado 6 de enero del 2021, cuando era evidente que no iban a certificar a su favor los votos de los Colegios Electorales por las enormes irregularidades ocurridas en el proceso electoral y por las pruebas irrefutables del fraude electoral masivo del 3 de noviembre del 2020.
Otro episodio bastante incómodo para Biden y su partido ocurrió durante el impeachment en contra del presidente Donald Trump que tuvo lugar en el Congreso la segunda semana de febrero del 2021 en el que se presentaron las pruebas que hicieron evidente que el presidente Donald Trump no había incitado a la violencia y no había promovido la toma del Capitolio.
Por el contrario, los miembros de la bancada demócrata, fueron los que quedaron muy mal parados cuando el equipo legal del presidente Trump mostró cómo Biden y sus copartidarios habían incitado a la violencia durante los actos terroristas protagonizados por los grupos de extrema izquierda Antifa y BLM en la primavera y el verano del 2020.
La defensa del presidente Trump iba a llamar a más de 300 testigos para demostrar que la toma del Capitolio había sido planeada por los demócratas y ejecutada por los terroristas de BLM y Antifa para sabotear la certificación de los votos a favor de Trump, pero los demócratas atemorizados porque se conociera la verdad, rápidamente votaron para no permitir que la defensa presentara los testimonios y dieron por terminado el impeachment en el que quedó más que demostrada la inocencia del presidente Trump en todo el caso de la toma del Capitolio.
Los congresistas siguen sin aprobarle la totalidad del gabinete a Joe Biden lo que genera enormes interrogantes sobre la veracidad de los resultados electorales que no concuerdan con la reducida gobernabilidad, si tenemos en cuenta que se trata de un político que, supuestamente, obtuvo 80 millones de votos. Con tan amargas experiencias, Biden ha evitado presentar leyes ante un Congreso que se ve bastante diezmado en las transmisiones televisadas de las sesiones, y ha preferido dedicarse a firmar Órdenes Ejecutivas que han mostrado la intención de concentrar todo el poder y eliminar la división de los poderes que debe existir en una verdadera democracia.
Las presiones de la extrema izquierda de su partido, al parecer, son las que lo han llevado a tomar decisiones con un marcado corte dictatorial. Trató a la oposición como Neandertales, en un acto de supremacismo intelectual que ha sido un rasgo común entre los partidos de extrema Izquierda como, por ejemplo, del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán cuyo jefe supremo, Adolfo Hitler, se ufanaba de contar con más de 200 PhD’s en las huestes de las temidas SS, por lo que se volvió común decir que los Nazis eran más “inteligentes” y todos los que estuvieran en su contra o no compartieran sus ideas marxistas, eran considerados inferiores mentales o subnormales. Por eso el 10 de mayo de 1933 la Federación Nazi de Estudiantes, promovió y ordenó la quema de libros de aquellos autores que habían sido censurados por ser considerados contrarios a los dogmas Nazis.
Joe Biden no ha ordenado quemar libros aún, pero si prohibió la lectura de los libros del Dr. Seuss, seudónimo del escritor estadounidense Theodor Seuss Geisel tras considerar a sus libros como profanos por promover valores contrarios a los valores supremos del Partido Demócrata. En esa vorágine de censura, prohibiciones y odio, las empresas tratan de congraciarse con el régimen tomando decisiones que puedan ser del agrado de Joe Biden y de su partido, para no ser objeto de señalamientos o para evitar que la fundamentalista demócrata, Alexandria Ocasio Cortez, promueva un boicot en contra de su empresa como ya lo hizo en contra de Goya Foods.
Hasbro, por ejemplo, anunció que ya no le dirá al Señor Cabeza de Papa, Señor Cabeza de Papa y solo le dirá Cabeza de Papa para promover la igualdad de género. Coca-Cola anunció que retirará de sus productos a la Coca-Cola Vanilla por ser de color blanco para evitar promover el racismo. Hasta el New York Times reconoció públicamente que su planta de trabajadores no es tan diversa como ellos mismos exigen y promueven desde sus páginas, y prometieron ser más incluyentes al momento de seleccionar a su personal.
En su camino hacía la implementación de un régimen totalitario, Joe Biden en complicidad con los grandes medios de comunicación del mundo, los mismos que participaron y fueron cómplices en el complot para evitar la reelección del presidente Donald Trump como lo aseguró Molly Ball en la revista TIME, fabricaron una falsa amenaza diciendo que los seguidores de Trump iban a destruir el Capitolio el 4 de marzo del 2021. Gracias a esa mentira, Joe Biden logró que la Cámara de Representantes dejara de sesionar por término indefinido y solo dejó abierto el Senado. Con esa jugada maestra basada en el engaño y la mentira logra evitar que se puedan convocar impeachments contra él y en contra de los miembros del Partido Demócrata que, después del impeachment contra el presidente Trump, quedó el precedente que cualquier ciudadano puede ser objeto de un impeachment.
La democracia de los Estados Unidos está en peligro. El mundo debe estar preparado para que el régimen de Joe Biden, incluso, cierre el Congreso de los Estados Unidos. Hoy ya lo hizo con base en una mentira creada en los grandes medios de comunicación. Ojalá que Dios salve a América de las atrocidades, de la barbarie, y de los abusos de Joe Biden y de su partido que pueden significar el final de los Estados Unidos que hoy conocemos. Ojalá.
Andrés Villota Gómez es consultor en temas de inversión responsable y sostenible, y es excorredor de bolsa con más de 20 años de experiencia en el mercado bursátil colombiano