Por David Rosenthal
Después de que Wuhan, China presenciara la aparición de un nuevo virus y se expandiera por toda la ciudad y luego a casi todo el mundo, Israel fue el primer país no asiático que hizo un cerco.
El primer caso de COVID-19, conocido como coronavirus, fue confirmado el 21 de febrero del año en curso, una paciente que llegó de Japón. Empezaron después a brotar otros casos, esta vez locales, tal como sucedió alrededor del mundo. Israel, no obstante, es un país que nació entre disputa, la mayoría de sus vecinos son sus mayores enemigos y, de a momentos,los ataques no cesan. El hospital de Sheba en Ramat Gan, muy cerca a Tel Aviv, el cual es el que está atendiendo la mayor cantidad de infectados del virus, tiene un búnker subterráneo que ahora está sirviendo como unidad. Este hospital cuenta también con robots que reemplazan al personal médico, inteligencia artificial médica y realidad virtual.
Los test están haciendo en alianza con una de las miles startups de Silicon Wadi. Se trata de pruebas rápidas que se encargan de analizar la sangre solo usando dos gotas por paciente. El método, además, previene el contagio al personal médico, bajo un algoritmo sistematizado. Este método es de alta tecnología y está innovando en la lucha contra la pandemia. Esto gracias al eficiente sistema de salud israelí, el cual atiende también a ciudadanos árabes-israelíes, entre otros.
El liderazgo tecnológico israelí nació como una necesidad desde 1948, año en el que tuvo lugar la primera guerra arabe-israelí. Era imperioso entonces tener equipo médico y capital humano encargado de el área de la salud. Era inminente para Israel desarrollar todo tipo de tecnologías, con la simple razón de poder garantizar su existencia.
Desde que se evidenció que el problema del virus chino saldría de sus fronteras y que tal vez eso sería incontrolable, Israel realizó un simulacro un mes antes de tener el virus en casa, por lo que ya había una preparación para contraatacar lo que luego el Primer Ministro Benjamin Netanyahu llamaría “un enemigo invisible”. El miedo de tener un ataque biológico también es una razón que hace a Israel estar preparado. Las armas biológicas y su desarrollo, la contingencia y defensa son otro plus para Israel. El Instituto de Investigación Biológica de Israel (IIBI) Nes Tziyona sería el ente que ya empezó a buscar la posible vacuna contra el virus. Las pruebas comenzaron en febrero y aseguran que la vacuna estaría hacia el mes de junio.
En un principio, el gobierno encabezado por Netanyahu decidió que los vuelos que llegarán de Europa y de Asia debían obligatoriamente hacer una cuarentena de dos semanas. Luego impuso esta medida para todos los que llegaran del extranjero, hasta que finalmente dio por cerrados sus aeropuertos. Además, envió aviones de El Al para rescatar a los turistas israelíes que habían quedado atrapados por la situación. También Israel a apoyado a la autoridad palestina en la atención al coronavirus.
Frente a la medida de cuarentena obligatoria, Israel ha apostado por hacer cumplir las normas, si bien sectores ultra-religiosos han decidido no acatar a la autoridad central. En consecuencia, los miembros de la policía y el ejército han sabido controlar la situación. Además, el Shin Bet o Shabak, que es el servicio de inteligencia interno de Israel, tiene rastreando los celulares de los contagiados con COVID-19, una medida en principio radical y que para algunos israelíes y ONGs es una afrenta contra la libertad y la privacidad, pero que sin embargo resultará muy efectiva en los casos en los que haya intento de violación de la ley de aislamiento colectivo.
Las medidas prontas de Israel, no obstante, afectarán la economía de tercer nivel y a los pequeños productores. Por lo pronto, lo positivo es que el número de casos está controlado y no ha crecido a niveles alarmantes como el de su vecino Irán, o Italia, Francia, Alemania, España y Estados Unidos. También es evidente que el papel de las fuerzas militares y del personal de salud ha sido digno de su entrenamiento. Como dijo Alejandro Magno, “la conducta de cada uno, será el destino de todos”.
David Rosenthal es politólogo e internacionalista público.