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Portada » España: cómo dar un golpe de Estado con solo 35 diputados

España: cómo dar un golpe de Estado con solo 35 diputados

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1 mayo, 2020

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España, España
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, presidente y vicepresidente de gobierno de España respectivamente (Foto: EFE)

Por Ramiro Grau Morancho

1ª fase: arruinar a la población.

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Se aprovecha la pandemia del coronavirus, y se decreta el cierre de la práctica totalidad de las empresas, y pequeños negocios, confinando a toda la población de forma obligatoria en sus casas, bajo amenaza de fuertes sanciones, detenciones y hasta ingreso en prisión.

Se utiliza la “técnica” jurídica del estado de alarma, aunque en realidad les estamos suspendiendo sus derechos fundamentales, por lo que deberíamos haber acudido al estado de excepción, o de sitio, pero ello exigiría acudir al Congreso, que no haría más que dificultar nuestros propósitos.

Además, el 95% de los juristas, por lo menos, nos comen da la mano, pues les tenemos en nómina, y no se atreverán a informar a la población de lo que realmente está sucediendo, pues saben que les va su futuro profesional en ello.

Y nosotros no olvidamos nada, y menos perdonamos.

Se “engrasa” a las televisiones privadas con el pago de quince millones de euros, durante seis meses, para compensarles por su apoyo, y la caída de ingresos publicitarios, y con orden de que estén dando la tabarra todo el día, de forma que la gente se acojone, y no se atrevan ni a pisar la calle.

También se les promete una gigantesca campaña publicitaria por importe de cien millones de euros, de la que quedarán excluidos, obviamente, los medios que no sostengan la versión oficial, o discrepen de nuestro “gobierno” comunista, bolivariano y genocida. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

2ª fase: farles unas escuálidas ayudas públicas, que escasamente les permitan comer.

Como quiera que tras dos meses sin actividad, los autónomos, profesionales, pequeños y medianos empresarios y demás estarán prácticamente en la ruina, vamos a darles unas pequeñas ayudas económicas, que escasamente les permitan comer, pero poco más.

Y, por supuesto, los pagos a Hacienda y a la Seguridad Social siguen en vigor, pues necesitamos mucho dinero para poder mantenernos en el poder más tiempo, ya que sino el gobierno se derrumbaría como un gigantesco castillo de naipe cuando no podamos pagar a los empleados públicos, jubilados y desempleados.

Presionaremos a la Unión Europea para que nos dé dinero, gratis y libremente, sin control alguno, pues no queremos que ataquen la independencia de nuestra revolución comunista, que se basa en crear más parias en la tierra, para luego socorrerles, y que nos voten, con lo cual nos aseguramos una base electoral fija y permanente, que nos permita echar al PSOE a la oposición, y hacernos con todo el poder.

3ª fase: convocar elecciones generales, y decirles que si votan a la derecha, perderán esas ayudas, que les permiten sobrevivir.

Una vez que la práctica totalidad de la población dependa del gobierno, es decir de nosotros, entre los 10 millones de jubilados e inválidos, los 3 500 000 empleados públicos, los 7 u 8 millones de parados o desempleados temporales, acogidos a expedientes de regulación de empleo –la mayoría de los cuales no volverán a trabajar–, el medio millón de políticos profesionalidos, asesores, liberados políticos y sindicales, etc., que mantenemos a expensas del dinero público, cuando nos decidamos a convocar elecciones generales, amenazaremos diciendo que ¡si vuelve la derecha al poder, perderán todas esas pagas y ayudas, con lo cual van ser un voto cautivo nuestro! El ideal del español es vivir sin trabajar, y pasarse el día en el bar, con lo cual nuestro régimen puede durar más de mil años.

4ª fase: reformar la Constitución, celebrando previamente un referéndum, para que el pueblo decida si quiere monarquía o república.

Como el pueblo es tonto, y no sabe lo que quiere, esta fase debe ir precedida de una campaña de desprestigio de la monarquía, sacando los trapos sucios del “demérito”, de Leticia (con c) de forma que sea más fácil la manipulación del voto popular, que se caracteriza por su gran estupidez, y está siempre al sol que más calienta.

Creo que esta fase va a ser la más fácil de todas, pues la monarquía ya está tan desprestigiada en España, que caerá como una fruta madura.

Por consiguiente, instauraremos una república, de la que yo seré presidente, dotado de amplios poderes, y con derecho a nombrar sucesor.

A Sánchez, si se sigue portando bien, y haciendo lo que yo digo, podría hacerle “primer ministro”, por supuesto sin competencias, solamente para figurar y salir por televisión, que eso es lo que más le gusta, con lo cual, satisfaciendo su vanidad, seguro que estará contento,

La república será presidencial, concentrando los tres poderes en mis manos, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, de forma similar al régimen de Franco, con “unidad de poder y coordinación de funciones”.

Será fundamental suprimir las odiosas y odiadas oposiciones, que solo sirven para nombrar jueces y fiscales a los más trabajadores e inteligentes, pues la memoria es la inteligencia de los tontos, y la prueba viva de cuando digo soy yo mismo, que nunca he aprobado oposición alguna, pues solo fui profesor titular interino, y a tiempo parcial, de la Universidad Complutense de Madrid.

Nombraremos a dedo a los jueces y fiscales, y junto con la policía y la guardia civil, los utilizaremos para criminalizar a nuestros enemigos, que no adversarios, mediante los llamados “delitos de odio”, que son un invento de la derecha cobarde y cainita, pero que utilizaremos en nuestro propio beneficio.

El texto anterior es una suerte de transcripción de los discursos de Pablo Iglesias. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. O no.


Ramiro Grau Morancho es graduado Social, Licenciado en Ciencias del Trabajo y en Derecho. Abogado en ejercicio, y Profesor Universitario de Derecho. Académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Autor de treinta libros, y de miles de artículos en prensa, revistas jurídicas y socials y diarios digitales.

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