Por Andrés Villota Gómez
Desde hace cuarenta años la República de China (Taiwán) y Colombia rompieron relaciones diplomáticas después de mantener una estrecha relación que empezó desde el año de 1947 cuando se estableció la misión diplomática en Colombia que,posteriormente fue promovida a Embajada permanente en 1961. Años después se abrió un Consulado General en Barranquilla. El gobierno de Colombia nombró a su embajador en Japón como embajador concurrente ante la República de China (Taiwán) en 1961. La Embajada de Colombia en Taipéi fue establecida formalmente desde el año de 1965.
La República de China (Taiwán) fue uno de los miembros fundadores de la ONU, que tuvo asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desde el día de su fundación hasta que, en el año de 1971, su lugar fue tomado por la dictadura comunista de la China Popular. Ese cambio insólito se dio como consecuencia del cumplimiento de una de las varias exigencias que le hizo el dictador Mao Tse tung al Secretario de Estado de los Estados Unidos de América en ese entonces, Henry Kissinger, como condición para establecer relaciones diplomáticas.
La ruptura de las relaciones entre la China Popular y la Unión Soviética fue el principal motivo político para que Richard Nixon se acercara a la dictadura comunista de la China Popular. En un contexto de Guerra Fría y aplicando la máxima del Artha-shastra (“es más probable que tu vecino se convierta en tu enemigo, mientras que el vecino de tu vecino es tu aliado natural”), el Departamento de Estado asumió que las posibilidades de “vencer” en la Guerra Fría aumentaban para los Estados Unidos, al convertirse en el amigo del nuevo enemigo político de su principal adversario ideológico.
El reconocimiento y posterior establecimiento de relaciones diplomáticas con la dictadura comunista de la China Popular por parte de varias de las naciones, trajo como consecuencia el detrimento de la posición y de los intereses de la República de China (Taiwán) que resultó siendo marginada de la ONU y de todos los organismos multilaterales. La República de China fundada en 1912, la original, la que conservó y protegió de la destrucción de la “Revolución Cultural” todo el acervo cultural de la China milenaria, terminó siendo relegada de su puesto privilegiado en la comunidad internacional ante la usurpación de la que fue víctima.
En el año de 1955, por ejemplo, solamente 23 países del mundo tenían relaciones diplomáticas con la China Popular (creada en 1949), mientras el resto de naciones reconocían y tenían relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán). Para el año 2008, la situación se había invertido y la democrática República de China (Taiwan) solo contaba con el reconocimiento de 23 Estados, mientras que la dictadura China, tenía relaciones diplomáticas con los otros países. En la actualidad, y como consecuencia de la agresiva campaña de coerción iniciada en el año 2016 por el dictador Xi Jinping con la República de China (Taiwán) solo mantiene relaciones diplomáticas, 15 países.
Desde el año 2012 el dictador comunista, Xi Jinping, ha concentrado todo el poder político por haber consagrado su nombre e ideología en la Constitución del Partido Comunista Chino, con lo que logró elevar su estatus al mismo nivel casi sagrado de Mao Tse tung. También promovió los cambios necesarios para que su periodo en el poder quedara sin límite, por lo que la duración de su dictadura puede ser vitalicia.
Con la llegada de Xi Jinping al poder, el tono se endureció y terminó con el periodo de “coexistencia pacífica” con la República de China (Taiwán). En el mundo diplomático el accionar de los agentes diplomáticos de la dictadura comunista china, ha sido definido por el senador de los Estado Unidos, el demócrata Chris Coons, como bullying tactics por el tono agresivo y pendenciero con el que se trata a sus similares de otros países y se pisotea de manera agresiva la soberanía de instituciones y naciones enteras.
Se llevó el tono autoritario y el marxismo radical de Xi Jinping a las relaciones internacionales chinas. Todo funcionario público de países extranjeros que tenga algún tipo de contacto con diplomáticos o empresarios de la República de China (Taiwán) es directamente recriminado o denunciado ante su superior jerárquico por los agentes del Régimen. También, se amedrenta y amenaza a los países que aun mantienen relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán) para que las rompan y las establezcan con la dictadura china.
Esa actitud hostil de la diplomacia de la China Popular, llevó a que el Congreso de los Estados Unidos aprobara por unanimidad el TAIPEI Act (Taiwan Allies International Protection and Enhancement Initiative), en español la “Ley de Iniciativa de Protección y Mejora Internacional de los Aliados de Taiwán”. Se trata de una Ley que fomenta la ayuda y cooperación de los Estados Unidos de América a los países que mantienen relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán), a los países que han mantenido oficinas de representación comercial, y a los países que han mantenido un trato amable y considerado hacia la República de China (Taiwán), haciendo caso omiso de las presiones de Pekín y del accionar de los enviados de la dictadura de Xi Jinping.
La Ley TAIPEI trata de enmendar, en algo, el terrible error histórico cometido por Richard Nixon en un momento de gran debilidad en lo interno causada por la guerra de Vietnam y el escándalo de Watergate. Y busca realinear el enorme desatino que significó darle la espalda a una democracia liberal en favor de una dictadura comunista que, con el tiempo, ha radicalizado su postura marxista con la llegada de Xi Jinping.
Las consecuencias de la firma de la ley por parte del Presidente Donald Trump no se han hecho esperar. En menos de una semana, el secretario de Estado Mike Pompeo anunció que bajo esta nueva ley, llevará a la República de China (Taiwán) a la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se realizará en el próximo mes de mayo ante el reconocimiento de la comunidad científica global, por haber sido el país que mejor enfrentó la pandemia a pesar de encontrarse a solo 160 kilómetros de distancia del país que la originó. De igual manera, la dirección general para asuntos de Asia y Pacífico del Departamento de Estado de los Estados Unidos, están utilizando el conocimiento y la tecnología de Taiwán para difundirla entre sus aliados en la región. A lo anterior se suma la apertura de una sede del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) en Taipei, la capital de la República de China (Taiwán).
La comunidad internacional ha empezado a repudiar la actitud de la dictadura China por haber ocultado información sobre la gravedad del virus chino y por haber diseminado por el mundo un virus potencialmente mortal. La venta que hizo el Partido Comunista chino (dueño de todas las empresas de la China Popular) de material médico falso o defectuoso a España, en medio de una pandemia, ha sido una estafa condenada por la humanidad. El sentimiento en contra del dictador Xi Ping y sus métodos se esta generalizando especialmente en Europa y en los Estados Unidos de América. Mientras que las voces a favor de la República de China (Taiwán), no se han hecho esperar de parte de la Unión Europea, de Estados Unidos y de todos los países que han recibido donaciones generosas enviadas desde Taipei para enfrentar y aliviar los efectos del virus chino.
La Ley TAIPEI, marcará un hito en la diplomacia internacional que significará devolverle a la República de China (Taiwán) el lugar que le fue usurpado y del que nunca debió haber sido desplazado.
Andrés Villota Gómez es consultor en temas de inversión responsable y sostenible, y es excorredor de bolsa con más de 20 años de experiencia en el mercado bursátil colombiano