Por César Oropeza
Tardaré en llegar al punto, pero prometo subidas y bajadas, de montaña rusa, mientras analizamos la salida de Bob Iger de Disney y comentamos un poco sobre sus pretensiones presidenciales.
El hombre detrás de todo
Si usted se emocionó con los glúteos sacudidos de Shakira y J Lo (o con los chiefs haciéndoles de teloneros); si lloró con la última Toy Story o con las desventuras de Betty la Fea (y gringa); si se le desapareció la mitad de la familia y los amigos por culpa de Thanos -y no por culpa de Maduro–, o si anda molesto porque Luke Skywalker ya no es tan cuchi como Baby Yoda, lo más probable es que nuestro ubicuo amigo Bob Iger –hasta hace apenas horas, CEO de The Walt Disney Company– haya tenido que ver con la decisión.
Una montaña rusa de emociones
Habiendo sido testigo de del auge y caída de Michael Eisner, salvador y víctima del agigantado conglomerado Disney (Disney Motion Pictures, Disney Animation, ABC Media, ESPN y más), Bob Iger, esperó pacientemente por chance de tomar por las orejas al pequeño Mickey, y en el camino se ganó férreos antagonistas, como lo comenta en sus memorias de 15 años en la compañía The Ride of a Lifetime.
Pero la claridad con la que veía el destino que debía tomar también le ganó aliados poderosos, entre los que se pueden nombrar –solo un par, para no encandilar mucho–, a Stan Lee, padre de Spiderman, George Lucas, la mente detrás del imperio de Star Wars, y Steve Jobs, fundador de Apple.
Jobs, de hecho, se transformaría en un amigo bastante cercano en sus últimos días y lo llevaría de la mano en el proceso de compra de Pixar Animation studios (filial de Apple computers), un negocio improbable que terminó en un éxito rotundo, como lo relata Iger en el podcast del autor (y rata de laboratorio humana) Tim Ferriss.
Los números
Así, Bob Iger pasará a la historia por haber puesto de su lado, a punta de perseverancia, pero también a realazos, a héroes y superhéroes de todo tipo, habiendo llevado a cabo una agresiva compra de compañías y propiedades intelectuales de todo tipo, entre las que destacan:
Pixar Animation Studios (2006): con todos los juguetes, siendo esta en su momento la compañía de animación más aclamada por la crítica y con mayores resultados de negocios en la historia, muy por encima de la empresa propia, Disney Animation studios. Precio: 7.4 mil millones de dólares.
Marvel Comics (2009): incluyendo Marvel Studio y -muy inteligentemente– manteniendo en la junta directiva a su jefe de producción Kevin Fiege. Precio: 4 000 millones de dólares.
Lucas Films (2009): sin George Lucas a la cabeza, pero dejando al mando a la que debió ser la portadora del legado de Lucas, la controvertida activista progresista e interseccional, Kathleen Kennedy. Más adelante, hablaremos de ella. Precio: 4 mil millones de dólares.
Fox (2019): es descrita como una “fusión”, aunque el desembolso lo hace Disney, para obtener casi todas sus filiales (Fox Searchlight, 21st Century Fox, Fox Televisión, FX, National Geographic), incluye a los Simpsons y las propiedades intelectuales que le faltaban para completar el universo cinemático de Marvel (por ejemplo, Spiderman o Los 4 fantásticos). Precio: 71.3 mil millones de dólares.
El ángel de la guarda de los Kennedy
Aunque no hay evidencia de que la exitosa productora Kathleen Kennedy -tercera más exitosa a nivel de taquilla histórica local en los estados Unidos, solo después de Kevin Fiege y Steven Speilberg–, esté relacionada con el finado presidente John Fitzgerald, los acontecimientos de los próximos días nos dirán si hay lazos consanguíneos dependiendo de si los querubines guardianes deciden protegerla o ajusticiarla en la nueva Disney post-Iger.
Si bien Iger se mantendrá como chairman de Disney unos meses más (mientras el nuevo CEO, Bob Chapek, se aclimata al cargo), ha habido muchos rumores sobre la dimisión de Iger. Su renuncia tuvo lugar a mitad de semana, con los mercados abiertos y muy sensibles a movimientos de este tipo, y no un viernes, como es usual para estos eventos.
Además, sucede estando muy cercana al final del primer cuarto de año. Para el gusto de los entendidos, se antoja un poco intempestiva, y los rumores de gata en la casa del ratón no se hicieron esperar.
La tensa relación entre la visión tradicional de Lucas sobre la que fue su propiedad intelectual y la visión inclusiva y feminista de Kennedy sobre Star Wars ya no es un rumor, sino un estruendo que ha conseguido fuerza en la voz de los fanáticos, que han votado con sus billeteras, en repudio a la visión progresista de la última trilogía de la franquicia (a pesar de, incluso así haber generado dividendos cuantiosos).
Así, la visión Baby Yoda de John Favreau y Dave Filoni (The Mandalorian), se ha impuesto en la preferencia del público llamado “The Fandom Menace” y se dice que Kennedy saldría de Lucas Films más temprano que tarde.
Pero igual ¿qué tiene que ver Kennedy con todo esto?
Make Disneyland Great Again
Iger, como el sastrecillo valiente (referencia oscura a una animación Disney del año 1938), no da puntada sin dedal. Así que se vería muy mal para un confeso partidario del partido demócrata tener que despedir a la que es un orgullo para el género femenino y referencia obligada a la hora de hablar del cine comercial norteamericano como lo es Kennedy. Sería, como poco, políticamente incorrecto, o simpemente un error.
Y cometer errores, no es el estilo de Bob Iger. Sobre todo, teniendo otro techo que reclamar.
Iger ha sido muy vocal en su deseo de ser presidente de los Estados Unidos (habiendo ya declinado una vez por “motivos personales”), aunque sin duda, tendría una gran posibilidad, ya que estuvo dentro de los medios progresistas de su país, y ostenta el currículo más impresionante que pudiera tener candidato alguno. Pero no se emocionen (o asusten): la cosa es para 2024.
Luego del vergonzoso papelón que están haciendo los candidatos por la nominación del DNC este año, Trump parece destinado a lo que allá llaman un triunfo en landslide (tobogán), es decir, seguro y sin tropiezos.
Iger lo sabe y parece estar preparando el terreno, con bastante tiempo de antelación para enfrentarse tal vez a otro de los Trump en 2024, pero seguro a un enemigo más débil que Thanos –perdón, que Donald–.
César Oropeza es escritor y director de cine.