Por César Oropeza:
Hoy corren las bases de las redes sociales, imágenes tristes y desoladoras, que a más de un venezolano han dejado ponchado. Son las imágenes de la hipocresía y de la indolencia. Las imágenes de quienes desde el left field, básicamente gozan un bolón, mientras que en el home club hay tanta gente pelando bola.
Ver a estos funcionarios, sorprendidos, al ser agarrados fuera de base, ha disparado nuestra versión criolla del outrage culture norteamericano y la pelota ha corrido caliente, en insultos e improperios, menos por la gráfica en la que se ven retratados a Stalin González (segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional) y a Gustavo Marcano (ministro consejero de la Embajada de Venezuela ante los EEUU, designado por el Presidente (e) Juan Guaidó), y más por la indignación de saber que la entrada a este, el cuarto juego de la serie de campeonato de la Liga Nacional para pasar a la Serie Mundial, llegó a promediar los 1290 dólares.
Si usted es bueno con los numeritos no tendrá problemas en sacar la cuenta de cuántos salarios mínimos, de 300 mil bolos maduristas, caben dentro del importe de la entrada. Eso sí, no se olvide de agregarle al costo una cerveza —cada dos innings—, los perros calientes del quinto —para celebrar que el juego ya es oficial—, y, mínimo, una bolsita de maní garrapiñado por cabeza.
¡Se dará cuenta de que para la fanaticada de la AN y el Gobierno onterino guaidoísta, un gasto como este es peanuts!
Siendo que ya en 1744 se jugaban en Inglaterra varios juegos que alegremente usaban la interacción del palo y la pelota, no sería de extrañar que líderes más prominentes de la izquierda, como el mismísimo Josep Stalin (1878-1953), hayan presenciado algún juego de baseball.
Como lo resalta Tim Tzouliadis en su novela The Forsaken: An American Tragedy in Stalin’s Russia, del año 2008, miles de inmigrantes norteamericanos fueron ejecutados o murieron en los gélidos Gulags de la Rusia estalinista a partir del año 1937. Fueron estos mismos inmigrantes norteamericanos los que jugaban en el Gorky Park en Moscú, sus regulares caimaneras de baseball bajo el mote de The Foering Workers’ Club of Moscow.
Eventualmente terminó por formarse una liga y este hecho terminaría con el Consejo Supremo Soviético de Cultura Física declarando al baseball como un deporte nacional en la Unión Soviética. Esto pasó justo antes de comenzar la masacre.
Habiendo hecho el parte histórico, podemos decir casi con certeza que, si bien no se consiguen registros gráficos o escritos del hecho, seguramente hubiera sido posible encontrase con Stalin viendo baseball.
Seguro la hubiera pasado mucho mejor de haberlo hecho junto a su tocayo González y su camarada Gustavito, que a todas estas podrían darle varios insights interesantes sobre Pelota Caribe.
Me despido, no sin antes recordarles que, según los que manejan las estadísticas, el líder izquierdista Joseph Stalin tiene entre 20 y 60 millones de muertos encima. Si la matemática no me falla, esto le da un average de por vida de 40 millones de cadáveres.
No sé quien ganó la partida ayer. Pero sí sé que perdió Venezuela.
César Oropeza es un director de cine y escritor venezolano. Autor de las novelas I Love Zombies y Sueño con Chávez: una extraña comedia de ciencia ficción. Puedes seguirlo en @ElPerrote