Por Camilo Bello
El intervencionismo propuesto por los políticos de turno en América Latina rompe cada vez más los límites, desde las candidaturas que prometen todo tipo de planificación económica, social y de infraestructura, hasta superar incluso sus propias barreras ideológicas con tal de poder poner su nombre en alto cada vez que entregan una nueva obra.
Mientras en las elecciones muchos candidatos se apropian del discurso en contra del comunismo y usan como ejemplo el desastre de la dictadura en Venezuela, cuando se hacen del poder van directo a la mano que alimenta a Maduro y toman turno para recibir un tanto de estas ayudas.
Por ejemplo, Venezuela ha recibido beneficios económicos y militares del gobierno chino desde las épocas de Chávez, y se han intensificado con la llegada de Maduro, a quien sus aliados han brindado un fuerte apoyo diplomático. Nicolás Maduro ha entregado subsidios, viviendas, vehículos y un arsenal militar a sus seguidores, todos provenientes de capital chino. Y es apenas lógico: el gobierno de China depende de su partido comunista.
Si bien China, desde la llegada de Deng Xiaoping, ha tenido un crecimiento económico estupendo, continúa siendo una república comunista. El comunismo, como bien se sabe, no es solo el rompimiento de la base económica de la sociedad, sino de todos los valores que atañen al individuo, a la libertad y vigilando severamente la vida en comunidad. El partido comunista chino ha sabido utilizar el capitalismo para poder sofocar la libertad, controlando completamente las fuentes de información y la producción de bienes y servicios.
Según reportes del Banco Mundial, a pesar de los bloqueos por parte de Estados Unidos, China tuvo un balance positivo neto en el último año. Esta riqueza le es suficiente al bureau chino para colaborarle a aquellos lacayos keynesianos que ven en la intervención pública la panacea del progreso.
Presidentes como Sebastian Piñera, Mauricio Macri e inclusive gobiernos de Brasil y Perú, han recibido financiación por parte de empresas estatales chinas. El 80 % de las empresas chinas que deciden invertir en Latinoamérica son estatales, puesto que la inversión privada prefiere los mercados de Estados Unidos o Europa.
Xi Jingping ha propuesto que a 2025 invertiría alrededor de 250 mil millones de dólares en Latinoamérica, cifra que ayudará a expandir el mercado de productos chinos, controlar la necesidad del gigante asiático por su consumo de gas y petróleo y aprovecharse del endeudamiento de gobiernos que transen los recursos naturales y ahorquen la capacidad de crédito que tengan. Además, pareciera que el silencio en la diplomacia estuviera dentro de esas transacciones. Los países que más han recibido inversión estatal china han perdido independencia a la hora de abordar relaciones con Taiwán o de manifestarse en contra de las violaciones a derechos humanos ocurridas en China. A pesar de su apogeo, China sigue encabezando los índices de migración, los ciudadanos chinos que buscan en países libres una nueva opción de vida aumentó en un 2,7 % en 2017.
Con la visita del presidente Iván Duque a China, se concretó el financiamiento de la autopista al Mar 2, que según el mandatario tendría un aporte de alrededor de 400 millones de dolares. Este proyecto de infraestructura se suma a la ambiciosa inversión que tiene el gobierno chino en América Central. Cuando todas estas obras estén en funcionamineto, los productos chinos podrán acaparar de manera eficiente el mercado latinoamericano. Es una inversión por la que China gana por parte y parte, dado que su otra ventaja es contar con el excesivo gremialismo de los empresarios latinoamericanos que terminan favoreciéndose de políticas gubernamentales, impidiendo un verdadero libre mercado, y que no dudan en ampliar sus nexos comerciales con Pekín. En Colombia, por ejemplo, según el reporte de Atlantic Council , el gobierno de Pekín ha invertido alrededor de 280 millones de dólares en compañías asociadas con la extracción petrolífera.
La ministra de transporte de Colombia , Ángela María Orozco, enfatizó en el diario El colombiano que el principal socio del concesionario es China Harbour Engineering, subsidiaria de China Construction Communications Company y una de las grandes constructoras de obra civil en el mundo. Pareciera ser que el discruso anticomunista del gobierno de Duque o de Piñera se ha transformado, ya que China Comunications Company es una empresa dirigida por el partido comunista chino. Cabe pensar que pronto Duque y Piñera querrán financiar sus ideas con empresas estatales venezolanas o cubanas, países a cuyos representantes se les ha prohibido el ingreso a Colombia y Chile, dado que provienen de regímenes que vulneran los derechos humanos y la libertad.
Internet es un arma que el gobieno chino utiliza para censurar o limitar el libre acceso a la información. Mientras que los empresarios simplemente gestionan sus productos con unos clics en Google, un buscador libre, en China los usuarios deben usar las plataformas que el gobierno permite. WeChat, Alipay o Baidu son algunos ejemplos. El gobierno chino se preocupa por censurar principalmente noticias que se relacionen con Taiwán, Tíbet o Hong Kong, censura temáticas LGBTI, algunos contenidos infantiles y, por supuesto, es una manera de limitar el mercado. Es por esto que el presidente colombiano celebró la inclusión de los productos colombianos en la red china, que básicamente es como poder ingresar al mercado de una prisión.
Mientras que algunos países se han preocupado por las buenas prácticas mercantiles, fortaleciendo el crecimiento económico sostenible, fomentando el ahorro y el consumo responsable a partir del libre mercado, otros han preferido optar por los jugosos créditos, subsidios y beneficios que el proteccionismo les ofrece. Los políticos y empresarios latinoamericanos, por un lado, juzgan las dictaduras de Cuba y Venezuela, y al mismo tiempo estrechan relaciones con quienes las financian. China ha incrementado sus acciones en contra de la libertad, aumentando la persecusión a grupos y ciudadanos que están en contra del partido comunista y usan internet y las nuevas tecnologías para vigilar a los ciudadanos. Además, continúa siendo un soporte financiero de los países que son gobernados por partidos que pertenecen al Foro de São Paulo y es un invitado infalible a dicho evento.
La falta de principios por parte de los políticos y sus ganas de intervenir y planear la vida de los ciudadanos desde el gobierno han llevado a que representantes de totalitarismos (como el gobierno chino) tengan una representación sólida en la economía y la política de Latinoamérica. Li Quiang, representante del partido comunista chino, junto con los representantes de izquierda latinoamericana, celebran en el Foro de São Paulo el creciente expansionismo de las ideas marxistas, mientras que la derecha latinoamericana que dice defender la libertad y rechazar el llamado socialismo del siglo XXI se arrodilla ante XI Jinping para que los financie.
Camilo Bello, consultor con estudios en Derecho enfocado en la pequeña empresa, con experiencia en gestión estratégica. Coordinador de Estudiantes por la Libertad para Hong Kong y Taiwán @camilobellom