*Por Susana Osorio
En un ejercicio político-democrático, ganar las elecciones implica poder gestionar la idea y el modelo de país con el que se luchó y obtuvo la victoria. Sin embargo y aunque importantes elecciones en la historia, han tenido diferencias marginales entre los candidatos, perder implica en primer lugar, reconocer que mi proyecto no tuvo el suficiente apoyo democrático y por otro, intentar contribuir al progreso del país siguiendo el método del otro, liderando el debate y promoviendo la rendición de cuentas, a fin de que la nación pueda ser la beneficiaria de tal equilibrio de poderes.
Gustavo Petro, al perder unos domingos atrás, se convirtió en la oposición del próximo gobierno de Iván Duque; pero, ¿Qué significa y cuál es el comportamiento esperado de la oposición?
Comienzo diciendo que la verdadera esencia de un político se conoce en el juego de la oposición, donde la frontera entre una diferencia ideológica y la rivalidad inherente a la naturaleza humana egoísta, luchan por buscar su equilibrio; no obstante, en una sociedad hipersensible, ¿cómo lograr hacer una correcta oposición sin caer en personalismos?
Probablemente, lo primero que hay que hacer es esperar que el ganador inicie su gobierno. Un país es como un buque en ultramar, el capitán puede tener unas ideas sobre el itinerario, pero serán las condiciones climáticas y una serie de factores exógenos, los que influirán en aspectos como la velocidad o la trayectoria.
Hasta el momento, Iván Duque está en proceso de empalme, no ha tomado aún las riendas del país y caer en la caricaturización por el grupo de asesores, expone una actitud de superioridad en tanto, se ridiculiza lo que se considera inferior.
En segundo lugar, existen canales y medios para manifestar discrepancias con un gobierno y sugerir planes alternativos. De hecho, a diferencia de otras elecciones, en esta oportunidad el perdedor goza de una curul en el Congreso, lo cual no es insignificante.
Por ello, aunque las redes sociales, en especial twitter, se han convertido una plataforma de debate, se corre el riesgo de escudarse en esta red para decir 1.Opiniones disfrazadas de argumentos 2. Sostener algo y después arrepentirse, afirmando que quien lo escribió fue un representante; sin contar que dificulta un seguimiento y rendición de cuenta.
No obstante, si se exige coherencia al gobierno de turno, también debe de hacerse con la oposición. Al respecto, se pueden apreciar a continuación dos pequeñas incoherencias de Gustavo Petro, las cuales han sido publicadas en los últimos 15 días, pero que viniendo de un “líder” de masas incorruptibles, permite llegar a varias conclusiones:
- “El papa Francisco habló de nueva esclavitud surgida del éxodo que provoca la guerra, la miseria y el cambio global” (20/06/18).
- “El uso de la religión para ejercer la política, es una forma de manipular a la gente, sus creencias en función de unas cosas terrenas que es el Estado, su poder y sus intereses en concreto” (29/06/18)
- “Debemos respetar las decisiones políticas de los países, entre ellos Venezuela y defender el principio de autodeterminación de los pueblos y no intervenir” (26/06/18)
- “No se dejaron engañar, no se dejaron comprar. Como en 1917, México marca el cambio de una era de la historia. Qué triste Colombia no acompañar ahora este esfuerzo de la historia. Pero Colombia a pesar de todo lo logrará” (01/07/18)
- “¡Viva México! América Latina tomar el camino del progresismo. Las ciudadanías libres de Colombia darán su lucha por ponernos a la altura de una sociedad del conocimiento en el siglo XXI” (01/07/18)
Los líderes progresistas, como Gustavo Petro, tienen características nocivas para el fortalecimiento de las instituciones; sin embargo, la más peligrosa, es la categorización de un mismo hecho/persona como bueno o malo, dependiendo de la ideología que lo acompañen, tal relativización indica inmadurez política e incapacidad para gobernar (o dejar gobernar) considerando las diferencias.
Estigmatizar a un candidato por representar valores de un sector conservador-cristiano y utilizar al máximo líder (papa) de esa religión para defender una idea personal, es solo muestra de su doble estándar.
Ahora bien, verlo apoyar tan eufóricamente al presidente electo de México, con más de 27 tweets en menos de 72h no es precisamente, un ejemplo de neutralidad y de no intervención en los asuntos internacionales.
De hecho, por sus expresiones como “no se dejaron engañar, no se dejaron comprar” develan la proyección frustrada de un resultado que el habría esperado en Colombia y ver sus aplausos y apoyo tan abierto con AMLO solo ratifican lo que siempre hemos sabido: que el verdadero Petro, es el que admira a Fidel y a Allende, a los líderes de izquierda, los mismos que violaron y lideraron una orquesta para aplastar derechos de minorías por la llamada “revolución” y que ven en la democracia, un medio y no un fin en sí mismo. Critica a Álvaro Uribe, pero ha compartido hasta ahora su forma de hacer oposición y en conjunto, han llevado a Colombia a la polarización y el populismo.
*Susana Osorio es politóloga y experta en relaciones internacionales. Es académica e investigadora en la Universidad de la Frontera en Chile. Anteriormente trabajó en la Fiscalía General de la Nación en Colombia.