Por Rafael Soler
La Argentina viene 70 años caminando por la banquina, valorando falsos líderes. Es cierto que en la década del 40 el argentino medio buscaba cambios en la política de radicales y conservadores, pero la buena voluntad de mucha gente fue puesta en un “sistema” que trajo algunas cosas buenas pero muchas malas para el país. Derechos y deberes de los ciudadanos en peldaños diferentes, la cultura del trabajo que trajeron los inmigrantes, en esperar todo del Estado; la destrucción de los valores y convertir la vocación política altruista y patriótica en un discurso falso con una sola idea: la de enriquecerse con los dineros públicos por parte de la mayoría de la dirigencia.
Ese “sistema” fracasó, dio bienestar a la dirigencia política que nos representó, pero no a la gente, sino no, no se explica que tenemos y mantenemos más de 30 % de pobres. Sin duda que es adjudicable a las políticas populistas ese resultado y se tienen que hacer cargo sus representantes que nos siguen hablando de justicia social y de repartir recursos. Señores, la riqueza se genera, no solo se distribuye. El bienestar de un pueblo no es solo tener dinero en el bolsillo. Al capital no debemos “combatirlo” debemos ponerle reglas y seducirlo.
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Las personas de mi generación debatíamos sobre ideas y qué país queríamos allá por los años 80. Radicales, peronistas, de izquierda, liberales, a nivel partidario, universitario o en cualquier ámbito, pugnábamos para llegar con nuestras ideas a la mayor cantidad de gente, era un debate necesario, cargado de ideología. El país con el correr de las décadas mientras tanto, fue sin rumbo en lo económico e internacional, pero en lo político aprendimos a cuidar lo básico para vivir en sociedad: el Sistema democrático emanado de nuestra Carta Magna.
Los cambios necesitan líderes. Esos líderes están entre nosotros y quedaron llamados por los ciudadanos a recuperar los valores como sociedad, empezando por representarlos en lo personal. Dos ejemplos palpables de ese necesario liderazgo para conducir la recuperación de la argentina lo encarnan hoy Elisa “Lilita” Carrio y Maria Eugenia Vidal.
Las dos representan a millones de argentinos que se cansaron del “sistema” y de los falsos profetas del bienestar. Las dos son gente común que está dispuesta a entregarse con un fin superior, a conducir, con el arte de hacer política para beneficio de los vecinos. Las dos abrazaron el espíritu republicano, la transparencia, el respeto a la ley, la austeridad y un modelo de gestión más cercano a la gente. Ellas irrumpen en la escena política para demostrar que se puede hacer desde el Estado a favor de la gente sin robar. Vienen a romper con ese paradigma que quedo instalado por el sistema populista corrupto que padeció el país, como digo, y que transversalmente llego a todos los niveles de la vida del ciudadano.
Los que vivimos este momento de la Argentina, este “renacer republicano” no estamos dimensionando que el cambio ya quedo instalado desde el ciudadano hacia “arriba”, necesitamos pellizcarnos para entender el momento que vivimos, porque es único y no se dio en los que vivimos 34 años de democracia ininterrumpida, gracias a la voluntad de los argentinos y a Dios.
Queda un largo y duro camino por recorrer, adecuar la legislación nacional para que no queden dudas del rumbo que abrazamos. Un sistema como el que propuso la Constitución allá por la época de la organización nacional, con los padres fundadores convencidos de sus enseñanzas y requieren la armonía entre lo económico, lo político y el lugar que ocupemos en el concierto de las naciones para traer prosperidad a nuestro pueblo. Es necesario entender que somos responsables de ejercer nuestra libertad, sin esperar ni depender de la voluntad del presidente de turno, para hacer del país un lugar de progreso para nosotros y los que quieran venir.
Vamos juntos a confirmar el rumbo en octubre del presente año. Vamos a dejar el pasado en el baúl de los recuerdos. Vamos camino a querer de verdad a nuestro país, a no soñar con irnos, sino a quedarnos para desarrollar nuestras habilidades. Vamos a devolverle al país lo que nos dio, con trabajo, amor y perseverancia. Vamos camino a recibir a los compatriotas que se fueron a probar suerte en otros países, porque las políticas populistas los alejaron involuntariamente. Vamos a recibir a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino para volver, si volver, a ser una potencia mundial como la que fuimos alguna vez. Hacia allá vamos y nadie nos va a parar.
Rafael Soler es argentino, abogado y asesor del Bloque Frente Pro del Honorable Senado de la Nación Argentina.