Por Manfred Grautoff*
El Ministerio de Hacienda reveló el documento “Marco Fiscal de Mediano Plazo 2017”, en donde se fijan los objetivos de planeación financiera que ha trazado el Estado. A partir de este documento técnico, se diseña el presupuesto nacional de acuerdo con las proyecciones macroeconómicas y ajustes que se deban realizar para lograr impulsar el crecimiento económico. Dentro de los escenarios que construyeron los técnicos de esta entidad, presentaron dentro del capítulo 5 las simulaciones de lo que ocurrirá en un escenario de posconflicto frente al proceso de paz acordado con las FARC, cotejándolo con el comportamiento de la economía si el conflicto con este grupo hubiera continuado.
La sorpresa que hallaron los analistas es que los famosos 200 puntos adicionales que aumentaría la economía de manera permanente y, que en la jerga macroeconómica equivalen al 2 % adicional al Producto Interno Bruto (PIB), quedaron reducidos a escasos 30 puntos, es decir, a 0,3 % (ver nota). Así, el discurso acerca de los dividendos de la paz empleado de manera sistemática por el actual gobierno para promover su reelección y justificar un errático proceso de negociación, fue otra quimera que no contaba con un sustento real, tal como lo revelaron los propios funcionarios de Hacienda; la figura 1 muestra el escaso margen entre ambos escenarios.
Figura 1. Escenarios del posconflicto (con paz y sin paz)
Sin embargo, las sorpresas no terminaron ahí, adicionalmente, expusieron que ese 0,3 % se reducía al 0,15 % cuando solo se tenía en cuenta a las FARC; es decir, el convenio produce un leve repunte económico. La desazón con este tipo de situaciones se presenta cuando a los colombianos no se les informan los hechos con claridad y se pretende, a base de frases de cajón, venderles ilusiones que a la postre terminaron por pasarle la cuenta al actual gobierno. El propio ministro de hacienda, Mauricio Cárdenas, escribió un estudio académico cuando era director de Fedesarrollo, que mostraba un incremento de 2 puntos porcentuales en el PIB si se reducían los homicidios a niveles significativos. El problema no radica en las cifras ni en los métodos empleados, que son correctos (ver estudio), la cuestión del asunto estuvo en asumir que el conflicto armado producía la mayor parte de la muertes violentas del país, cuando este hecho apenas explica el 7 % del crimen violento.
Asumir tal hecho es la razón por la que el cese al fuego causa una diferencia mínima en los escenarios futuros de la macroeconomía colombiana (con y sin paz), y nos lleva a los gastos de las fuerzas armadas. Según la narrativa impuesta entre la opinión pública, el aparato castrense es ineficiente porque absorbe recursos que se podrían destinar a educación o salud, es decir, que sostener una estructura militar provoca rezagos que impactan el desarrollo social del país. Este discurso panfletario parecería lógico si el país no presentara problemas agudos de criminalidad estructurada. De nuevo las cifras evidencian la realidad (figura 2).
Figura 2. Crecimiento económico frente al gasto militar
En la figura 2 se evidencia la relación positiva entre crecimiento económico y gasto militar, explicando por qué durante los momentos en que el gasto en seguridad y defensa se financia con bonos del Estado para suplir las necesidades logística de las FF. MM se producen grandes incrementos productivos, tal como lo muestra el reporte del Ministerio de Hacienda (página 243).
En efecto, la productividad del país aumentó a la par con el aumento de material bélico destinado a la defensa y seguridad nacional, porque esta relación, entre otras cosas, garantiza que el transporte de bienes destinados a consumo interno o exportaciones llegue a puertos y centros de distribución, sin incurrir en costos por demoras causadas por paros armados, piratería terrestre u otros fenómenos criminales que afectan el buen desempeño económico de la nación. Asimismo, la presencia de efectivos militares o policiales permite que la educación se incremente porque los profesores pueden cumplir su labor sin temor a ser amenazados por grupos armados; igualmente los niños pueden asistir a clase sin la zozobra de ser reclutados por bandas criminales; los funcionarios encargados de desarrollar política social a favor de los menos favorecidos pueden realizar sus intervenciones, sin que este sea un trabajo peligroso cuando hay presencia de delincuencia organizada, guerrilla o grupos paramilitares.
Así, discursos populistas que comparaban helicópteros artillados y educación sin ningún contexto ni solidez, fueron explotados por políticos como el senador Roy Barreras para promover su propia reelección y la del presidente Santos (ver video). Usos que son nocivos para la sociedad porque debilita la seguridad nacional, favoreciendo el incremento del crimen. Un verdadero dividendo de paz solo es posible si se tecnifica, profesionaliza, pero, sobre todo, si se apoya la labor de las fuerzas armadas.
*Manfred Grautoff es el director del tanque de pensamiento estratégico Geostrategy. Además se desempeña como profesor universitario e investigador de economía de defensa. También es analista militar y de seguridad ciudadana. Puede seguirlo en @mgrautoff.