Por Camilo Atala, Carlos Enrique Mata y Juan Cortina Gallardo*
Como representantes del sector privado latinoamericano, nos alentó mucho la reciente Cumbre de Prosperidad y Seguridad que fue convocada por Estados Unidos y que reunió a funcionarios de primer nivel de los gobiernos de Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras y El Salvador; a ejecutivos del sector privado y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para discutir algunos de los problemas más importantes del Triángulo del Norte de Centroamérica.
Muy frecuentemente hemos leído acerca de los problemas causados por la inmigración ilegal en Europa y en EE. UU., mientras que se presta menos atención a los elementos que causan que las personas abandonen sus países. Pero si los gobiernos, y el sector privado, desean que las personas encuentren oportunidades atractivas en sus países, más que en otros lugares, ¡deben comprender qué es lo que está causando que las personas emigren y unir fuerzas para solucionar este tema!
Las personas han huido de estos países debido a los altos índices de delincuencia, a la violencia causada por drogas y pandillas, a la pobreza y al alto nivel de desempleo; hemos sido testigos de esto con nuestros propios empleados y asociados. El abordar estos problemas no solo va a mejorar la vida de las personas, sino que también hará que nuestros países sean más atractivos para la inversión extranjera, creando más oportunidades de empleo para una población de 30,8 millones de personas.
Coincidimos plenamente con lo que el secretario de Estado de los EE. UU., Rex Tillerson, y el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, escribieron en un editorial el 15 de junio en el Miami Herald, con Luis Alberto Moreno, presidente del BID: “La creación de un ambiente que acelere la inversión del sector privado en los países del Triángulo Norte beneficia a todos los involucrados. Estados Unidos y México registrarían una disminución en el número de migrantes económicos que entran ilegalmente, y los países del Triángulo del Norte se beneficiarán de una mayor prosperidad económica y cohesión interna”.Eso es lo que la Alianza para la Prosperidad espera lograr.
Reconocemos el liderazgo de EE. UU. y apoyamos los esfuerzos de los países del Triángulo del Norte para promover esta iniciativa histórica, ya que creemos que es lo que se debe hacer en El Salvador, Guatemala y Honduras: construir instituciones públicas sólidas, proporcionar formación para el empleo, fortalecer la seguridad y promover la integración económica y de inversiones.
Hay precedentes para que esto tenga éxito: Colombia.
Colombia y Estados Unidos lanzaron el Plan Colombia en el año 2000, el cual ayudó a ese país a salir de más de cinco décadas de violencia a causa del narcotráfico y la guerra de guerrillas, para lograr la tan esperada paz en 2017. Esto ha convertido al país en un nuevo imán para la inversión extranjera y el turismo, y un lugar seguro para vivir, trabajar y planificar para el futuro.
Para repetir esto en el Triángulo del Norte, los gobiernos necesitan a las empresas como socios.
Las empresas tienen lo que se necesita para hacer que sus países prosperen, ya que son responsables de generar 9 de cada 10 empleos en Latinoamérica. Con los mecanismos disponibles de la Alianza para la Prosperidad, podemos crear puestos de trabajo y nuevas oportunidades a través de asociaciones público-privadas e incentivos directos a la inversión. Si esto sucede, llegará más inversión, ayudando a ampliar la producción y a crear un ciclo virtuoso de nuevas oportunidades.
Un buen lugar de enfoque es ayudar a las pequeñas y medianas empresas. Representan más del 70 % de los puestos de trabajo en estos países, y más del 40 % del producto interno bruto (PIB). Los bancos deben crear instrumentos financieros para hacer crecer sus negocios. Necesitan capital de riesgo, así como capital de trabajo y fondos de garantía, y necesitan asesoría y capacitación sobre la mejor manera de utilizar los créditos para hacer crecer sus negocios internamente y en los mercados de exportación.
Otra clave es la capacitación laboral de las personas, ya que esto brindará a la gente más posibilidades de obtener trabajo en su tierra y salir de la pobreza. Y si las empresas financian los estudios de posgrado de estudiantes prometedores en universidades de Europa o de EE. UU., estarán haciendo aún más: preparando a los líderes del mañana.
Para ayudar a las compañías, estos países deben aprovechar sus ventajas geográficas para abastecer a México y a EE. UU., así como a Sudamérica. Si Centroamérica puede alinear sus regulaciones aduaneras, como lo han hecho Honduras y Guatemala, la región puede trabajar en conjunto, como un bloque con más poder de negociación para obtener mejores acuerdos comerciales, incluso con Asia y Europa.
Nosotros, el sector privado, podemos ser los agentes de cambio que nuestros países necesitan como socios para lograr la tan anhelada y necesaria prosperidad en Centroamérica. Debemos estar comprometidos y ser proactivos, involucrados a largo plazo para que no se trate solo de una apuesta momentánea, sino de lograr otra historia de éxito como la de Colombia.
*Los tres autores son integrantes del Consejo Empresarial de América Latina (CEAL): Camilo Atala (de Honduras) es presidente de esta organización, y Juan Cortina Gallardo (de México) y Carlos Enrique Mata (de Guatemala) son sus vicepresidentes.