Por Kevin Ramírez Cáceres
“Castrochavismo” es un término que surgió en Colombia en el marco de las negociaciones del Gobierno de Juan Manuel Santos con la guerrilla de las FARC.
Ha sido utilizada por la oposición, encabezada por el expresidente y ahora senador Álvaro Uribe, para señalar los nexos de Santos con los gobiernos socialistas de Cuba y Venezuela.
Argumentan que Santos, un afiliado al castrochavismo, tiene un plan de llevar a Colombia al socialismo. ¿Qué tan cierto es esto? Primero se deben analizar algunos elementos básicos de esta doctrina.
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El castrochavismo tiene como fin la creación de un Estado socialista, pero hay que aclarar que existen dos modelos para lograrlo.
El primero es el marxista o ruso, el cual es puramente burocrático. Todas las empresas pasan a ser departamentos del Gobierno, tal como el ejército. Cada fábrica, tienda o granja dependen de la central superior. Toda la nación es un solo ejército con servicio obligatorio y el comandante es el jefe del Estado.
El segundo modelo es el alemán, implementado por Hitler (Zwangswirtschaft). En apariencia se mantiene la propiedad privada de los medios de producción: los empresarios hacen compras, ventas, pagan salarios a trabajadores, contraen préstamos y pagan intereses. Pero ellos ya no se consideran empresarios. En la Alemania Nazi eran llamados jefes de tienda.
Bajo este modelo del socialismo — no hay que olvidar que Hitler era nacional socialista— el Gobierno dicta los comportamientos de los seudoempresarios. Les ordena qué y cómo producir, a qué precios, a quién comprar y vender; decreta los salarios de obreros y determina a quién se le paga y cómo. El intercambio de mercado es apenas una farsa.
Todos los precios, salarios y tasas de interés son fijados por funcionarios, pues las autoridades y no los consumidores dirigen la producción. La junta central es todopoderosa mientras que los civiles son meros siervos. Es una forma de socialismo aunque se mantengan ciertas etiquetas capitalistas. Una economía de mercado es completamente diferente.
Hay que resaltar que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, es un adepto de la denominada tercera vía, un sistema intermedio que “se aleja tanto del libre mercado como del socialismo”.
Santos escribe en su libro, “La verdadera historia del Partido de la U”:
Yo incorporé las ideas de la tercera vía a partir de las enseñanzas del sociólogo Anthony Giddens, y tuve la oportunidad de divulgarlas y defenderlas en un libro en el que compartimos la autoría con el entonces primer ministro británico Tony Blair, publicado a finales del siglo pasado. Por eso, el Partido Social de Unidad Nacional considera que el Estado debe dar libertad económica hasta donde sea posible, pero intervenir el mercado cuando sea necesario para evitar desbalances y desigualdades sociales.
Como señala Santos, la tercera vía mantiene la propiedad privada sobre los medios de producción pero insiste en la premisa de frenar los supuestos abusos de las instituciones capitalistas. Se basa en la creencia de que, para eliminar los males del capitalismo, no es necesario suprimirlo por completo.
La tercera vía supuestamente aleja al socialismo totalitario y mantiene los elementos positivos del capitalismo.
La tercera vía tiene entre su amplio abanico de intervenciones una muy popular: el control de precios. Juan Manuel Santos ya ha iniciado la intervención de los precios de suministros médicos.
El economista austríaco Ludwig von Mises ejemplifica el proceso de intervención:
La leche tiene un precio muy alto y el gobierno desea ponerla al alcance de los pobres, por lo cual se fija un precio máximo; es decir, un precio menor al fijado por el mercado. Los pequeños productores de leche, cuyos productos tienen un mayor costo, empiezan a tener pérdidas. Al ser esa su única actividad económica, cambian a otra actividad…. Esto hace que se reduzca la cantidad de leche ofrecida en el mercado.
Esto, por supuesto, es contrario a las intenciones del gobierno, el cual quería que más personas pudieran comprar más leche. Como resultado de su intervención, sin embargo, se reduce la oferta disponible… Pese a los esfuerzos del gobierno, la situación es aún menos deseable que la anterior. En esta situación el Estado tiene dos alternativas: derogar el control de precios o mantenerla y eliminar lo que produce que los lecheros marginales no puedan vender al precio fijado.
Ninguna rama de la industria puede omitirse en este control en donde se ven obligados a producir lo que el Gobierno desee que produzcan.
Cuando se llega a este nivel de control general de negocios ya no se puede hablar de una economía de mercado, ya que no son los ciudadanos los que, comprando o no, determinan libremente lo que debe producirse. Esa función le corresponde al Gobierno, y eso no es un sistema capitalista, sino una planificación total del gobierno. Es decir, socialismo del tipo alemán.
El intervencionismo o tercera vía no puede considerarse un sistema económico estable. Es irremediablemente un método para la transformación del capitalismo en socialismo por una serie de pasos sucesivos.
Es diferente a los esfuerzos de los comunistas por imponer el socialismo en un golpe, pero la diferencia no está en el fin del movimiento político sino en el medio.
Santos, a pesar de no identificarse con el “socialismo del siglo XXI”, ni ser un adepto del castrochavismo, sus intervenciones, como se ha señalado, caen en un circulo vicioso en el cual el control del Estado aumenta llevando irremediablemente al socialismo.
Kevin Ramírez Cáceres nació en la ciudad de Bogotá, actualmente estudia una Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Pedagógica Nacional.