
Por Roberto Crimaldi
Me entristece que en el país siga habiendo -a estas alturas- un tabú con la autocrítica respecto a todas aquellas acciones que desempeñan los venezolanos en alguna competición, evento, festival o similar.
Para el venezolano, y peor aún, para la prensa nacional, criticar a un individuo que representa al país en algún evento es inviable.
En este país no existe la autocrítica. Para el venezolano (y sobre todo para ese que se denomina ‘criollo de pura cepa’, que es el mismo que dice que el país es el mejor de todo el globo terráqueo por el Ávila, el Salto Ángel y las arepas), decir que otro venezolano no hizo un buen trabajo en alguna contienda en la que participa en representación del país no es una opción.
Hoy leí en Meridiano, un importante medio deportivo venezolano, que ‘Jessica López brilló en la gimnasia olímpica’. Con el perdón de la atleta, a la que respeto y no dudo que haya puesto su mayor esfuerzo en su disciplina, un séptimo lugar no es sinónimo de brillar.
Brillar es sobresalir. Brillar es ganar una medalla. El oro brilla, al igual que la plata y el bronce; un séptimo lugar no está ni cerca de las primeras posiciones.
- Lea más: ¿Por qué Latinoamérica no ha sido tan próspera como Estados Unidos?
- Lea más: La crisis en Venezuela se soluciona leyendo a Carlos Rangel
¿Por qué la prensa tiene tanto miedo en decir que la preparación de los atletas del país no está a la altura de la de otras federaciones? ¿Por qué no aceptar que simplemente la atleta no está al mismo nivel que otras?
No. Para Meridiano (y para muchos medios más), Venezuela siempre está desfavorecida por algún factor externo. Nunca se señala a modo de crítica. Y… ¿por qué no? Porque la sociedad venezolana está inmersa en un ciclo al que he llamado «el ciclo del mojón mental».
Este ciclo supone un país ideal, donde no hay cabida para la equivocación ni para la inferioridad. El venezolano es siempre el mejor de todos. El orgullo nacional está por encima de la razón, en las buenas, en las no tan buenas y en las malas.
De modo que la base de este ciclo está en la adulación constante a todo aquel que tenga que ver con la representación de nuestro país (sobre todo cuando se trata de algún evento de índole internacional).
En este ciclo ideal, la gente adora y la prensa alimenta esa adoración, porque esos son los intereses que se demandan.
¿Qué pasa con las personas que aplican con criterio algún comentario que juzga y analiza desde un punto de vista imparcial a alguno de estos individuos que representan al país? Sale un pelotón de personas a cuestionar tu identidad nacional, a insultarte y a desearte la muerte. Te tildan de apátrida y aprovechan para sacar la tan frecuentada frase ‘por qué no lo haces tú’.
Por eso la prensa secunda ese mensaje idealizado. Pasa con los atletas de las olimpiadas, pasa con la Vinotinto (selección nacional de fútbol), pasa con las películas en el país, pasa con los artistas. Pasa con todo.
¿Para qué criticar si se puede quedar bien? El amiguismo, el conformismo y el miedo a la autocrítica: tres de los grandes pecados de la sociedad venezolana.
PD: Otro ejemplo se pudo apreciar en la época de olimpiadas de Beijing 2008 cuando Venezuela ganó una medalla de Bronce en Taekwondo, razón suficiente para forrar todas las autopistas, paredes del aeropuerto y similar de vallas con la frase ‘Oro a la revolución deportiva’.
Finiquito mi opinión nombrando a un par de atletas que sí brillan y que humildemente demuestran su preparación en cada competición, sin necesidad de vallas ni valores extradeportivos: ¡Michael Phelps y Katie Ledecky!
Roberto Crimaldi es estudiante de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello y vive en Caracas, Venezuela. Síguelo en @robertcrimaldi