Por Ramón Parellada
Leo en Facebook el siguiente comentario a propósito de todos los corruptos que están siendo señalados en Guatemala: “¡Dejen de llamarle empresarios a criminales y estafadores! Un verdadero empresario es quien arriesga su capital y echa a andar su visión sin incurrir en ilegalidades. Son los verdaderos empresarios los que innovan, ponen a disposición productos nuevos o brindan servicios que nos ayudan a mejorar nuestra calidad de vida”.
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¡Qué razón tiene la persona que hizo este comentario! No podemos llamar empresario a alguien que no respeta los derechos ajenos, a alguien que en vez de servir a los demás mediante el sistema capitalista o de mercado libre, que no es más que el sistema de división del trabajo bajo el sistema de propiedad privada, mediante la cooperación pacífica de producción e intercambio de bienes y servicios entre diferentes personas, prefiere pedir privilegios para sus negocios, dar sobornos para obtener favores especiales a su empresa y buscar la forma mediante regulaciones o barreras, de evitar la competencia en el mercado.
Nadie que se considere a sí mismo empresario debería estar solicitando privilegios de ninguna clase, ni subsidios a su sector, ni barreras arancelarias y no arancelarias para evitar la competencia de fuera, ni fondos especiales de parte del Gobierno para fomentar su industria, ni otorgar sobornos, ni robar, ni favorecerse a través de influencias. Estos no son empresarios, son buscadores de renta que aprovechan las regulaciones para su propio fin, son mercantilistas.
Un empresario en una economía libre compite con otras empresas dando al consumidor lo que éste quiere y está dispuesto a pagar. Quienes mejor cumplan con ese servicio serán recompensados por sus clientes.
El Capitalismo o la economía de mercado no es más que, en palabra de Rafael Termes, “el sistema de organización económica basado en la propiedad privada, incluso de los bienes de producción; que utiliza el mecanismo de los precios como instrumento óptimo para la eficiente asignación de los recursos; y en el que todas las personas, libremente responsables de su futuro, pueden decidir las actividades que desean emprender, asumiendo el riesgo del fracaso a cambio de la expectativa de poder disfrutar del beneficio si este se produce”.
Comprendiendo el rol de los verdaderos empresarios
Ahora bien, el Capitalismo o sistema de mercado libre es, por excelencia, el sistema de cooperación pacífica y de intercambio libre y voluntario de propiedades. No hay coerción más que la que el Gobierno utiliza para que otros no roben la propiedad de los demás, no le quiten la vida a otros y no impidan a los demás actuar libremente. Trabajadores, empresarios y quienes aportan el capital intercambian entre sí su trabajo, su creatividad e ideas y su capital para formar empresas productoras de aquellos bienes y servicios que el mismo ser humano demanda.
El intercambio, como diría Whilhelm Röpke, es una contraprestación de servicios libre y voluntaria en la que ambas partes ganan. Cualquier incumplimiento o violación de los derechos de los demás es una violación a las reglas claras de la defensa de los derechos individuales de propiedad, vida y libertad, establecidas por el Capitalismo.
Las personas hablan de los empresarios que han sido apresados y señalados de corrupción por dar sobornos a las autoridades del país. Esto no es un acto capitalista, es un acto mercantilista. No es libre competencia respetando las reglas del juego; es una pura búsqueda de rentas mercantilistas.
Ramón Parellada es guatemalteco, empresario y catedrático universitario. Síguelo en@MonchoParellada.
Esta nota fue publicada previamente por Siglo 21.