El anuncio del inicio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba, producido en diciembre de 2014, ha sido un esfuerzo de acercamiento disparejo. Mientras el discurso del presidente Barack Obama ha sido conciliador —anunciando una serie de medidas que beneficiarían a la población cubana tanto del archipiélago como del otro lado de la costa del estrecho de Florida—, Raúl Castro, vestido con su uniforme verde olivo —símbolo que recuerda que el Gobierno cubano es un régimen unipartidista liderado por fuerzas militares y por el Partido Comunista— ha reforzado la idea de la autodeterminación de Cuba, defendiendo los principios revolucionarios.
Un año y tres meses después, la historia recordará que el 20 de marzo de 2016, Obama viajó a Cuba y no fue recibido por Raúl Castro en el aeropuerto José Martí como establece el protocolo de visita de Estado, sino por el Canciller Bruno Rodríguez. A todas luces, un gesto más de menosprecio a la figura presidencial de EE.UU.
Algunos cubanos argumentan que la visita de Obama a Cuba ha sido algo apresurada. Por ejemplo, Berta Soler, líder del movimiento Damas de Blanco, recordó la promesa de Obama de que visitaría Cuba sólo en caso que la situación de derechos humanos encuentre una mejoría. Empero el Observatorio Cubano de Derechos Humanos denunció que, durante la primera quincena de marzo, se llevaron a cabo al menos 526 detenciones.
Paralelamente, en los medios de comunicación internacionales, se mostraron imágenes —horas antes de la visita de Obama— donde se veía cómo se reprimió la marcha pacífica de las Damas de Blanco y de los miembros del Foro por los Derechos y las Libertades. Esto —por si fuera poco— sumado a que decenas de miembros de la sociedad civil cubana, denunciaron que fueron amenazados si salían de sus casas o si se trasladaban de sus provincias hasta La Habana, como es el caso de Yoandrys Gutiérrez, miembro de la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana.
El Gobierno de Cuba, hasta la fecha, ha intentado mostrar cambios para restablecer ciertos derechos. Pero las únicas “mejoras” que podrían mencionarse, dicen relación con el anuncio de que varios ex presos políticos del “grupo de los 75” que tienen licencia extrapenal, podrían viajar al extranjero por una sola vez.
La historia de Cuba sigue siendo la misma que hace 57 años: un régimen coartando las libertades de su pueblo
Sin embargo esa “mejora”, es una de medias tintas. Pues, no se está reconociendo el derecho de libre circulación, sino que es un permiso “excepcional”. Hechos que, desde una óptica objetiva, demuestran que siguen siendo prisioneros de conciencia de un Gobierno que continúa violando la libertad.
Al no mejorarse la situación de derechos humanos, sino al contrario, al incrementarse el número de detenciones arbitrarias y los actos represivos en Cuba, se puede interpretar que la decisión de viajar, a pesar de ese retroceso en materia de DD.HH., puede ser vista como una nueva concesión de Barack Obama.
Además de apresurada, la visita del mandatario estadounidense se podría considerar algo innecesaria, tomando en cuenta que durante el 2015, ambos presidentes mantuvieron dos encuentros: primero, en la Cumbre de las Américas en Panamá y, luego, en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
Por un lado, las numerosas críticas de la nueva política exterior de los Estados Unidos con Cuba, consideran que el acercamiento es un modo de legitimar el régimen autoritario y, por otro, el argumento de defensa recae en que si, ante una política fracasada, se debería intentar un cambio. Por ahora se han visto pocas variaciones que amplíen las libertades económicas y una agenda de derechos humanos en el proceso de negociaciones que ha sido totalmente infértil.
Prueba de ello es que el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, canceló a principios de mes su viaje a Cuba por desacuerdos con la agenda de “mayores libertades” para la sociedad civil. Un itinerario que sigue siendo la base del enfrentamiento entre ambos países. Al menos, así se evidenció recientemente en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
[adrotate group=”8″]Durante el encuentro, las delegaciones de ambos países se enfrentaron para discutir si una representante de la sociedad civil cubana podía hacer uso de la palabra durante los dos minutos estipulados para las ONG (según el reglamento), como fue el caso de Rosa María Payá (líder de la disidencia cubana) el pasado 16 de marzo.
Claramente, este hecho fue otra muestra del enfrentamiento de la “agenda de DD.HH.” entre EE.UU. y Cuba, que también se hace evidente con la detención de Elizardo Sánchez al llegar de Miami el 19 de marzo pasado (según informó el Diario de Cuba). Sánchez, miembro de la sociedad civil cubana, pudo reunirse con el presidente Obama durante su estadía en la isla.
Más allá de los esfuerzos del Gobierno de los Estados Unidos de ejercer presión sobre el Gobierno cubano para el reconocimiento de los derechos del pueblo, son ellos mismos quienes, de manera organizada, esperaron aprovechar el momento de exposición mediática mundial para alzar su voz. Unos lo hicieron con una manifestación pacífica, como los de la campaña “Todos Marchamos” y, otros, con una declaración con demandas puntuales logradas por consenso, como la realizada por los miembros de la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD) que reclama siete puntos, entre ellos, las elecciones libres, justas, competitivas y plurales para los cubanos.
En estos momentos, la historia de Cuba sigue siendo la misma que hace 57 años: un régimen coartando las libertades de su pueblo y poniendo límites a la pretensión de los Estados Unidos de llegar a la isla con su discurso democrático y de derechos humanos.
No sé si era lo que tenía en mente Barack Obama cuando planificó su “histórica” visita a Cuba, pero así será recordado. Si le sirve de consuelo, por ahora, no se encontrará en el “rincón de los cretinos” en el Palacio Presidencial de Cuba, allí donde se encuentran las figuras presidenciales de Ronald Reagan y de George Bush (padre e hijo), falsamente levantadas como personajes que jamás tuvieron la intención de trazar acercamientos entre ambos países.
Micaela Hierro Dori es la fundadora de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia. Síguela en @micahierro.