Lo perfecto, enemigo de lo bueno
Por Justin Hatherly
Los libertarios creen que los individuos pueden gastar su propio dinero de manera más eficaz que lo que cualquier Gobierno puede hacerlo. No obstante, la mayoría de los libertarios no son anarquistas y aceptan que ciertos ingresos fiscales son necesarios para pagar por las funciones legítimas del Gobierno.
Como tales, los libertarios deberían abogar por un impuesto de tasa única: una forma de tributación que infringe menos en la libertad individual, que es más propicia para el crecimiento económico y que si se hace correctamente, tiene un costo mínimo de recaudación.
El impuesto fijo tiene muchas características que deben hacerlo atractivo para los libertarios. La eliminación de los tipos impositivos marginales progresivos mejoraría drásticamente los incentivos para trabajar, ahorrar e invertir. Las personas que trabajan duro, invierten en su educación o inician nuevas empresas, ya no serían penalizadas excesivamente con el aumento de los impuestos.
Un impuesto de tasa única también podría ayudar a limitar el tamaño del Gobierno, a través de la limitación de la potestad discrecional política, lo que haría más difícil para el Gobierno enfocarse en grupos específicos. Contrario a los sistemas de impuestos progresivos, los políticos ya no podrían propagar la ilusión de que pueden imponer el costo de nuevos programas de Gobierno a los contribuyentes con mayores ingresos.
Poner a todos los contribuyentes frente a una misma tasa marginal probablemente resultará en que todos los contribuyentes se vuelvan recelosos ante las nuevas propuestas de gasto, puesto que el impuesto de tasa única correctamente aplicado significaría mayores impuestos para todos, no sólo para una minoría políticamente impopular. Al destacar claramente los costos de más Gobierno para todos, un impuesto fijo aumentaría el electorado proclive a un Gobierno más pequeño, y disuadiría a los políticos de proponer más gastos.
Un impuesto de tasa única también debería reducir el poder que los grupos de presión con intereses especiales ejercen sobre nuestras instituciones políticas. En la actualidad, los sistemas de impuesto sobre la renta de la mayoría de las naciones están llenos de deducciones y créditos fiscales que benefician a grupos selectos.
Esto reduce la base tributaria y conduce a mayores tasas marginales que, de otra manera, serían necesarias para obtener suficientes ingresos. Bajo un sistema ideal de impuesto único, que sustituye a las innumerables deducciones y créditos con una tasa más baja, los legisladores estarían menos dispuestos a otorgar estos regalos fiscales a los grupos de intereses especiales, al darse cuenta de que la concesión de dichas preferencias inevitablemente significaría impuestos más altos sobre todos los demás contribuyentes.
Además, sin estas deducciones y créditos, los requisitos de recopilación y de cumplimiento bajarían. Esto sería bienvenido teniendo en cuenta que la Agencia de Ingresos de Canadá cuenta con más de 40,000 empleados, convirtiéndolo en el departamento gubernamental federal más grande del país (Defensa Nacional es segundo, con cerca de 23,000 empleados).
Por último, un impuesto fijo restauraría la equidad en el sistema tributario. A lo largo de la historia, ha habido dos concepciones contrarias de la equidad: la aristotélica y la marxista. Para la aristotélica, la equidad significa tratar a las personas por igual bajo un conjunto de reglas aplicadas neutralmente. En cambio, la marxista considera que la equidad no es de carácter procesal, sino distributiva.
Un impuesto de tasa única alejaría a la sociedad de la viciada concepción marxista de justicia. Mediante la imposición de una tasa uniforme, se trataría a todas las personas de manera justa.
El impuesto fijo es una reforma libertaria en gran medida. Mientras que algunos la pueden encontrar imperfecta, es imperativo que lo perfecto no se convierta en enemigo de lo bueno.
Justin Hatherly es un investigador de la Canadian Taxpayers Federation. Actualmente estudia Historia, Economía y Ciencia Política en la Universidad McGill. Síguelo en @evertonhk94.
Ningún impuesto es libertario
Por Laurence M. Vance
EnglishEl típico plan de impuestos de tasa única grava una cantidad fija en todos los ingresos (no hay consenso sobre el monto), a menudo con la excepción de las ganancias de capital, los beneficios del Seguro Social, los intereses devengados y los dividendos recibidos. Un impuesto fijo generalmente incluye generosos subsidios personales y dependientes, pero considerables reducciones en créditos fiscales y deducciones.
Algunos de estos planes aún permiten deducciones por gastos médicos, intereses hipotecarios, y/o contribuciones caritativas. Otros planes conservan el Crédito por Ingreso reembolsable.
No hay duda de que cualquier versión de un impuesto de tasa única simplificaría enormemente el código fiscal y reduciría los costos de cumplimiento. Pero el impuesto de tasa única no es una reforma libertaria, ya que estos no son los verdaderos problemas con el sistema del impuesto sobre la renta de Estados Unidos.
Existen numerosos problemas con todas las versiones propuestas de un impuesto de tasa única.
En primer lugar, ninguno de ellos es en realidad un impuesto de tasa única. Para un verdadero impuesto fijo, miremos el impuesto de Medicare. Todo el mundo paga un 2,9% (dividido entre empleador y empleado), por cada dólar que gana, independientemente del estado civil, edad, número de dependientes, gastos médicos, intereses hipotecarios pagados en casa, o donaciones a obras de caridad de cada uno.
Debido a que las propuestas de impuestos fijos actuales tienen excepciones a los ingresos que se gravan y todavía tienen algunas exenciones, créditos y deducciones, no todos los contribuyentes pagan el mismo porcentaje de impuestos sobre sus ingresos.
En segundo lugar, son más progresivos que nuestro sistema actual. La progresividad no requiere tasas de impuestos graduales. Las actuales propuestas fijas trasladan los impuestos de los “pobres” a los “ricos” al igual que el sistema actual. Y el Crédito por Ingreso del Trabajo asegura que la familia “pobre” recibirá un reembolso de impuestos por encima de lo que habían retenido de sus cheques de pago.
En tercer lugar, están diseñados para ser neutrales en cuanto a los ingresos. Lo hacen mediante la reducción de la tasa de impuestos, y la ampliación simultánea de la base tributaria; la eliminación de la mayoría de los créditos y deducciones y el cierre de lagunas o vacíos. Cualquier esquema de reforma fiscal neutra para los ingresos sólo puede trasladar los impuestos, no bajarlos.
La reforma fiscal neutra para los ingresos implica que los ingresos del Gobierno no deben ser reducidos. Bajo un impuesto de tasa única, todo el gasto federal inconstitucional podría continuar tal y como es ahora.
Un impuesto fijo todavía dice, en palabras de Frank Chodorov, que “la cantidad de tus ganancias que puedes retener para ti está determinada por las necesidades del Gobierno y no tienes nada que decir con respecto a esto”.
Y en cuarto lugar, un impuesto fijo sigue siendo un impuesto sobre la renta. Sigue significando que el Gobierno tiene derecho a una parte de nuestros ingresos. Sigue siendo un robo por parte del Gobierno. Seguirá siendo recogido por el Servicio de Rentas Internas, con sanciones en caso de incumplimiento. Seguirá redistribuyendo la riqueza y transfiriendo los ingresos.
Un impuesto confiscatorio sobre la renta basado en un código tributario más simple y una tarifa fija sigue siendo un impuesto confiscatorio de la riqueza. El código fiscal no necesita ser reformado o reemplazado con un impuesto de tasa única; debe ser derogado. Un impuesto fijo progresivo, con neutralidad recaudatoria, que transfiere fondos al Gobierno y que no es realmente un impuesto de tasa única, no es una reforma libertaria.
Laurence M. Vance es un columnista y asesor político para la Future of Freedom Foundation, un investigador asociado del Ludwig von Mises Institute, y un columnista, blogger, y crítico literario en LewRockwell.com. También es el autor de Social Insecurity y The War on Drugs Is a War on Freedom.