Todos somos animales
Por Guido Bajaña Yude
Ya lo decía el reconocido jurista Eugenio Zaffaroni: “No veo posible la realización de los derechos de humanos sin reconocer como sujetos de derecho a las demás especies animales”. A lo largo de la Historia, las reivindicaciones nos han ayudado a avanzar como sociedad, y con los animales tenemos una gran deuda, ya que son los seres más vulnerables y de los que más abusamos.
Pero poco a poco les vamos otorgando ciertas consideraciones morales y legales, ya que la moral es como una gran esfera que, conforme pasa el tiempo, se va ampliando; vamos siendo más inclusivos con quienes conformamos una sociedad, y los animales no son la excepción.
La teoría cartesiana de que los animales son meras máquinas ya está extinta. La ciencia se ha encargado de comprobar esta capacidad vital de los animales, que es la de sentir. Recordando a Bentham, a propósito de tener cierta consideración hacia el otro, nos invita a reflexionar; “el asunto no es ¿pueden razonar? ni, tampoco, ¿pueden hablar? Sino, ¿pueden sufrir?”. Y tanto los animales humanos como los no humanos compartimos esa importante cualidad.
Proteger a los animales desde las leyes nos permite también proteger a los humanos de la violencia. Toda ley que busque la protección de los animales es una ley que desea llegar a una sociedad de paz. En el caso específico de la Ley Orgánica de Bienestar Animal (LOBA) en Ecuador, lo que se busca son varias situaciones.
Primero, cambiar la situación de los animales, ya que según nuestro código civil, ellos son cosas que se mueven, cuando ya se conoce que no es así. Es necesario llegar a cambiar dicha consideración hacia los animales y crear leyes conformes a la época que estamos viviendo; leyes más inclusivas con los de las otras especies. Por otro lado, hay una serie de estudios donde se relaciona fuertemente la violencia animal y la violencia social.
Según el FBI, en todos los casos de asesinos en serie, se ha comprobado que los victimarios han primero practicado actos de crueldad hacia los animales para luego pasar a sujetos de su propia especie. Con un proyecto como la LOBA, lo que se busca es disminuir considerablemente el problema de la violencia interpersonal, acudiendo a la raíz del asunto, la violencia animal.
Pensar en los animales como sujetos de derechos no es algo que nos debería sorprender, ya que hacia ese mundo más progresista es adonde apuntan las leyes, y las soluciones a muchos problemas que enfrentamos.
Los humanos deberíamos dejar de pensar que somos la especie monarca en este mundo, y comprender que al final, todos somos animales, y que las diferencias entre ellos y nosotros son apenas naturales. Sin embargo, esas diferencias no deberían ser una excusa para que nosotros abusemos y agredamos a los animales.
Por último, es necesario entender que los animales no humanos están en este mundo por sus propias razones; es decir, no están viviendo para nosotros, sino con nosotros.
Guido Bajaña Yude es un Comunicador Social ecuatoriano, graduado en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG). Trabaja como realizador audiovisual y es activista por los derechos de los animales. Se desempeña como coordinador de Colectivo Vegano. Síguelo en @Guidoba.
El derecho y la razón
Por Andrés Ortiz
English Para determinar si los animales son sujetos de derecho, es necesario preguntar primero por qué tenemos derechos como seres humanos, para después encontrar las diferencias naturales entre los animales y nosotros.
Entonces, ¿por qué tengo derechos? El origen de los derechos ha tenido varias acepciones. Para algunos, estos provienen de alguna deidad, mientras que para otros, son producto de la soberanía representada en algún órgano de representación ciudadana.
Si se aceptaran estas concepciones, en la primera necesitaríamos resucitar la figura del chamán, o aceptar la superioridad de instituciones religiosas, ya que éstas serían naturalmente las que nos pueden develar estos derechos-designios de la deidad. Si aceptamos la segunda, los derechos dependerían de la voluntad del órgano soberano.
Estas dos etapas fueron sin duda precedentes (la segunda sigue vigente), pero insuficientes. Los derechos nacen dentro de la sociedad, como instituciones para garantizar la armonía. La razón, como aquella habilidad de discernir lo bueno de lo malo, es la que permite al individuo tomar decisiones previendo un resultado.
Hace que entre los individuos —en el proceso de convivencia— se establezcan normas que les permitan convivir pacíficamente. Estas normas son los derechos de propiedad, de vida y libertad, que garantizan la armonía social. Son conocidas por todos, desde los primeros visos de razón, y su respeto garantiza la paz.
Por el contrario, en el mundo de los animales, la situación es muy diferente. Estas criaturas son guiadas por sus instintos, y su interacción con el resto de las especies es producto de la evolución natural darwiniana. Por tanto, sobrevive el más fuerte, el mejor dotado. En ausencia de seres humanos, en los lugares donde interactúan los animales, no existe otra ley que no sea la supervivencia del más fuerte o hábil.
Por esto, estas herramientas que tienen los individuos para una convivencia armoniosa, implican necesariamente el uso de la razón, ya que para conservarlos, es necesario tomar la decisión racional de respetarlos.
Algunos consideran que el hecho de tener un sistema nervioso desarrollado y, por ende, la capacidad de sentir dolor, es una condición suficiente para nombrar a los animales como sujetos de derecho. Y yo sé que es cierto que estas especies sienten dolor, y que incluso desarrollan relaciones afectivas con los seres humanos.
Es normal que los seres humanos generemos vínculos sentimentales con otros seres vivos. Sin embargo, extender derechos a los animales equivale a desconocer el origen racional de estos derechos.
Considero el sufrimiento animal producto de actos deliberados por parte del ser humano como algo deplorable, que debe ser reprochado, evitado en todas sus formas, y castigado socialmente (como lo es ahora). Pero esta no es razón suficiente para volver a los animales como sujetos de derecho, cualidad exclusiva para quienes utilizamos la razón.
Andrés Ortiz Rico es un abogado colombiano, graduado de la Universidad de Antioquia, y estudiante de economía en la Universidad EAFIT de Medellín. Es libertario, y se desempeña como coordinador local de Estudiantes por la Libertad Colombia. Síguelo en @suramerican.
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