Vida y propiedad son inseparables
Por Mario Daza Pérez
En casos de violación de propiedad, el uso de armas es altamente moral, ya que se está colocando en juego tu vida y propiedad. Ahora, es muy importante saber qué entendemos por propiedad. Un anarcocapitalista con enfoque rothbardiano nos diría que propiedad es todo aquel derecho natural que posee la persona por el hecho de ser persona. Esto quiere decir que el derecho de propiedad no solo se circunscribe en la propiedad privada, sino también en la vida misma de la persona. Por ello Murray Rothbard considera a los derechos humanos como derechos de propiedad como un principio absoluto.
Con esto quiere decir que está moralmente justificado la utilización de las armas cuando ponen en vilo la vida o los bienes de una persona, es decir, a la propiedad misma. De allí que surja el axioma de no agresión, que establece que nadie puede ir en contra ti, mientras que tu no hayas atentado (invadido) la esfera privada de otros.
En este caso, si alguien quiere asaltar una tienda, y están colocando en estado de indefensión al propietario o tenedor del almacén, por ello no solamente está justificado éticamente sino también constitucionalmente (en Estados Unidos, la Segunda Enmienda a la Constitución). Esto garantiza el derecho a poseer armas y con mucho mayor motivo a utilizarlas cuando las circunstancias así lo requieran.
Tal como lo expresa Francisco Capella: “la propiedad no es causa del crimen. Toda persona tiene derecho ético a poseer armas e intercambiarlas libremente. Ninguna persona tiene derecho a agredir a otra, sea usando armas o sin ellas. La posesión pacífica de armas no es un delito, no es causa de agresión, no daña a otras personas¨.
El hecho de tener armas no viola el principio de no agresión, es decir, no viola ningún derecho ajeno. En cambio, que alguien te robe en tu propiedad sí que viola un derecho ajeno, porque está afectando a un tercero.
Cuando se tiene un arma es para utilizarla, no para darle mal uso. En caso tal que un delincuente quiera asaltarte puedes utilizar el arma pero de forma proporcional; una vez que el delincuente entre a robarte está colocando en riesgo no solo tu negocio sino la vida de los demás, por ello es que no se necesita que el maleante dispare para que tu puedas disparar.
Desde el mismo momento del riesgo actual e inminente, se crea un proceso llamado de inmediatez temporal, en el que tienes tiempo para disparar. No sabes en qué momento el salteador puede intentar matarte y si no lo haces podrías perder tu vida. Por ello, el problema aquí no es si es moral o no el uso de las armas, porque indudablemente lo es. Lo que interesa es el momento en que se las utiliza, que debe ser proporcional, racional y justificado. Eso es lo que debe importar.
Mario Daza Pérez es egresado de la carrera de Derecho en la Universidad del Norte, en Barranquilla, Colombia, y administrador de la comunidad Principios Libertarios.
La propiedad no es una carta blanca para matar
Por Louis Groarke
Es un asunto complicado porque uno quiere coincidir con Aristóteles que depende de las circunstancias.
Definamos algunos términos.
Fuerza letal: la utilización de un arma que bien podría matar a alguien. Por ejemplo, disparar a quemarropa a alguien o golpearlo severamente en la cabeza con un bate de baseball.
Defensa propia letal: matar a alguien para salvar tu propia vida.
Defensa letal de la propiedad: uso de la fuerza letal para proteger tu propiedad de aquellos que intentan robarla o dañarla.
La pregunta entonces es, ¿se justifica moralmente lo segundo, la defensa de la propiedad que pueda matar?
Excepto en casos limitados, no.
Matar a otro ser humano es una calamidad, y deben cumplir varias otras condiciones para que se justifique la defensa propia letal:
(1) La amenaza debe ser seria e inmediata. No te puedo matar porque supongo que me matarás dentro de tres días. Por el contrario, si estás disparándome ahora, puedo usar un arma de fuego en defensa propia.
(2) No debe quedar otra mejor salida al conflicto. Si puedo correr o salvarme mediante otro método que no implique el uso de la fuerza letal, debo primeramente intentar esa vía.
(3) El objetivo principal de dicha acción debe ser salvar mi vida. Si te mato porque es la única forma de salvarme, se justifica. Sin embargo, si pierdo los estribos o me gusta matar o si te odio y aprovecho la situación para deshacerme de ti, no.
Podemos aplicar el mismo criterio a la defensa de la propiedad. ¿Era seria e inmediata la amenaza a tu propiedad? ¿No había ninguna otra forma de lidiarla? ¿Realmente fue tu intención salvar tu propiedad o solo estabas aprovechando la situación para cometer crímenes?
Uno debe abordar cada situación por separado. Si saco un revólver y disparo a un niño de 10 años en la cabeza porque me está robando un caramelo, eso no es aceptable.
No obstante, si alguien ingresa a mi tienda con una pistola; si es una occurencia regular; si la policía no provee protección adecuada; y si el sustento de mi familia corre serio riesgo, uno puede por así decirlo ir a la guerra para proteger su propiedad. No hay duda de que la propiedad es un asunto serio.
En la defensa letal de la propiedad, los dueños efectivamente se convierten en oficiales de policía, quienes tienen derecho a usar la fuerza letal, pero solo en circunstancias raras —no temeraria, irresponsable e innecesariamente, ni con intención criminal.
Louis Groarke es profesor de Filosofía en la Universidad San Francisco Xavier en Antigonish, Nueva Escocia, Canadá. Es autor de varios libros, incluyendo, Razonamiento moral: Redescubriendo la tradición ética y El buen rebelde: entendiendo a la libertad y la moralidad. Contactalo a través de su sitio web.
[yop_poll id=”17″]