EnglishPor John Breeden
Los empresarios están cansados de esperar que las regulaciones finales de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) sobre crowdfunding se implementen, más de un año después de la fecha en la que supuestamente tenían que estar vigentes. Para los menos técnicamente analfabetos, el crowdfunding es una técnica de recaudación de dinero en línea mediante la cual un empresario puede proponer una idea a inversores para, por ejemplo, una película, juego de vídeo, o línea de ropa que le gustaría crear. Con plataformas de crowdfunding online como Kickstarter, Indiegogo o Crowdfunder, hoy es más fácil que nunca hacer realidad las más creativas y originales ideas de negocio. Involucrándose, la SEC sólo logrará poner en peligro esta poderosa fuente de innovación.
Hace un poco más de dos años, el presidente Obama firmó la Ley de Impulso a los Nuevos Negocios (JOBS) de 2012, un proyecto de ley destinado a ayudar a las nuevas empresas a levantar capital y cotizar en el mercado de valores. Obama se refirió a ella como una medida que “cambiaría las reglas del juego al eliminar las barreras que impiden que las pequeñas empresas crezcan y creen empleo“. La Ley JOBS tenía como objetivo liberar a las empresas de las regulaciones arcaicas relacionadas con la Ley de Valores de 1933, normas que habían sido creadas décadas antes de la llegada de Internet. Si bien el objetivo de la ley en cuanto a reducción de la burocracia es, sin duda, beneficioso, aun dejaría montañas de regulaciones que las nuevas empresas tendrían que sortear.
Generalmente, los sitios de crowdfunding otorgan recompensas a los inversores según el monto de la inversión que hagan en un negocio. La recompensa, que es libremente determinada por el equipo de gestión de cada proyecto, puede ser desde una tarjeta de agradecimiento a desempeñar un pequeño papel en una película. A los empresarios que lanzan las campañas de levantamiento de fondos se les permite ofrecer casi cualquier tipo de recompensa, siempre y cuando no sea dinero o una participación en el negocio.
Por ejemplo, el actor y director Zach Braff levantó US$3.100.000 para su película Quisiera Estar Aquí a través de más de 45.000 donaciones de seguidores de Kickstarter. Después de su estreno en Sundance, la película cobró $2.75 millones de dólares en derechos de distribución, más del 90% de los fondos recaudados en Kickstarter, todo esto sin hacer ni una sola proyección de lanzamiento en salas de cine. Tradicionalmente, este dinero sería recuperado por los inversores, pero esto no es legal cuando se trata de fondos levantados en línea.
Si un empresario ofreciera dinero o una parte de su negocio como recompensa, inmediatamente quedaría sujeto a las leyes y regulaciones de la SEC. Estas “protecciones” requieren que el negocio se adhiera a una lista exhaustiva de normas y reglamentos. Estos van desde tener que presentar auditorías e informes financieros a la SEC, a la limitación de la cantidad que el negocio puede recaudar en un año.
Lo que es aun más inquietante acerca de las reglas de la SEC es que crea una gran barrera para los empresarios mileniales, que podrían querer ofrecer una recompensa financiera a sus inversores. Los empresarios jóvenes no desean tener que lidiar con normas arcaicas que ya no cumplen con su propósito, con grandes bancos y empresas de inversión, o con el proceso burocrático requerido para una oferta pública inicial. Ellos simplemente quieren crear y compartir. Internet ha permitido que esto se haga de maneras que no hubiesen podido imaginarse hace diez, o incluso cinco años atrás. La posibilidad de plantear una idea en Internet a millones de personas que nunca has visto y ofrecerles un retorno sobre su inversión es la evolución natural del comercio en línea.
El Crowdfunding con participación accionaria ofrece un gran potencial potencial para futuros inventores, artistas y filántropos. No se debería permitir que la SEC impida esto de ninguna manera. La organización ha estado arrastrando tanto los pies en cuanto al establecimiento de reglas claras que algunos estados han decidido no esperar y están emitiendo sus propias reglas. Tal como lo explica Elizabeth Chandler, socia en Godfrey Kahn SC en Milwaukee, “Creo que un montón de gente estaba cansada de esperar por la SEC. Durante los últimos años, ha habido un montón de gente en Wisconsin buscando la manera de hacer crecer el empleo o atraer capital de riesgo. Creo que cuando vieron el crowdfunding entendieron que era el instrumento ideal para lograr los dos objetivos”.
Los políticos deberían hacerse a un lado y permitir que las plataformas de crowdsourcing experimenten y hagan ellos mismos las reglas para sus usuarios. Esta sería la forma más efectiva de determinar lo que mejor funciona, tanto para los creadores como para los inversores. Como explica John Berlau del Instituto de la Empresa Competitiva, “Los éxitos de los mercados electrónicos como eBay y Kickstarter demuestran que la SEC no necesita reinventar la rueda creando reglas específicas para los portales de crowdfunding, y que no debería sorprenderse si el crowdfunding con participación accionaria dispara la innovación en ruedas y muchos otros productos”. A Kickstarter, Indiegogo y otras plataformas de crowdfunding, se les debería dar la libertad de establecer sus propias reglas; la SEC simplemente debería hacerse a un lado.
John Breeden es miembro de Young Voices Advocate y estudiante de economía en la Universidad de West Virginia.