El gobierno italiano, formado por populistas de izquierda y derecha, ha recibido un duro correctivo por parte de la Comisión Europea. Según los técnicos europeos, el plan presupuestario remitido desde Roma contenía una desviación de 24.000 millones de euros, puesto que no solo no evitaba el déficit en 10.000 millones, como estaba previsto, sino que ampliaba el descuadre fiscal en 14.000 millones, generando un enorme agujero en las cuentas públicas.
Hay que recordar que la deuda pública de Italia supera el 130% del PIB, el segundo nivel más alto de la Unión Europea, solo por detrás de Grecia. Esta situación supone que, cada año, Italia dedique 65.000 millones de euros al pago de los intereses de la deuda. Dicha partida presupuestaria puede ir a más en los próximos meses, si continúa la incertidumbre y si se confirma el aumento de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo.
En rueda de prensa, una vez se comunicó la decisión de Bruselas de rechazar las cuentas italianas, el eurodiputado Angelo Ciocca, de la Liga Norte, tomó los papeles que recogían la decisión de la Comisión y los pisoteó con un zapato que sostenía en la mano. Minutos después, el vicepresidente Luigi di Maio, del Movimiento 5 Estrellas, reiteró que su gobierno no tocará los presupuestos a pesar de que el Ejecutivo comunitario haya exigido una rectificación.
Internamente, el Ejecutivo conformado por populistas de izquierda y derecha enfrenta cada vez más presiones. Vincenzo Boccia, presidente de la federación de empresarios, ha apuntado que “es evidente que el gobierno no va a revisar las cuentas porque quiere conseguir más votos, pero mientras tanto vemos que el precio que paga Italia para financiar su deuda pública se dispara más de 300 puntos”. También Annamaria Furlan, secretaria del sindicato Cisl, avanza que la confrontación con Bruselas “deja a Italia en una situación de aislamiento” y “abre un escenario preocupante para la economía”.
Otra voz influyente es la de Silvio Berlusconi. El magnate empresarial, que fue tres veces primer ministro de la República italiana, declaró al conocerlo ocurrido que “estas cosas solo pasan cuando se le entrega el poder a gente que no sabe lo que es tomar decisiones, que nunca ha trabajado en la economía real, que no se ha preparado estudiando el arte de gobernar…”. Il Cavaliere añadió que “la situación es preocupante, sobre todo porque no se puede esperar gran cosa de quienes demuestran tanta incapacidad”.
El gobierno de Italia tiene tres semanas para zanjar el asunto. Si insiste en su actitud rebelde, las reglas europeas permiten imponer una sanción de cerca de 3.500 millones de euros, pero no está claro si Bruselas se ve con suficiente fuerza como para mantener hasta las últimas consecuencias el pulso con un gobierno formado por numerosos políticos euroescépticos.