Tras siglos de discriminación, la irrupción del capitalismo y la consolidación de la democracia han servido como factores esenciales para el desarrollo socioeconómico de las mujeres. Sin embargo, alcanzar un escenario de plena igualdad se antoja completo, debido a barreras de todo tipo que aún siguen en pie.
Al menos, el Foro Económico Mundial nos permite medir el grado de igualdad de los países atendiendo a diversos factores: participación económica, acceso a la educación, indicadores de salud y presencia en las instituciones públicas. El índice asigna una puntuación de 0 a un escenario de máxima desigualdad y una nota de 1 a aquellas situaciones en que hombre y mujer sí están por completo a la par.
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Las cuatro primeras posiciones de la tabla son para Islandia, Finlandia, Noruega y Suecia, con notas por encima de 0,8. Una y otra vez se ha presentado a los países nórdicos como un modelo a seguir en el campo de la igualdad hombre-mujer, si bien las investigaciones del analista Nima Sanandaji han puesto en duda algunas de estas conclusiones.
En clave latinoamericana, el país con mejor resultado es Nicaragua, que recibe una nota de 0,78 y alcanza la décima posición del índice. Completan el top 3 Bolivia y Cuba, con 0,75 y 0,74 puntos, aunque conviene recordar que los datos oficiales de la isla han sido cuestionados por numerosos analistas y observadores.
Las siguientes posiciones del índice son para Costa Rica (puesto 32), Argentina (puesto 33), Colombia (puesto 39), Ecuador (puesto 40) y Panamá (puesto 47), que también consiguen colarse en las cincuenta primeras posiciones del índice elaborado por el Foro Económico Mundial.
Más abajo aparecen El Salvador (puesto 64), México (puesto 66) y Chile (puesto 70). Los países que salen peor parados en la tabla son Venezuela (puesto 74), Honduras (puesto 78), Brasil (puesto 79), Perú (puesto 80), Uruguay (puesto 91), Paraguay (puesto 96), República Dominicana (puesto 97) y Guatemala (puesto 105).
La nota media de la región es de 0,7 puntos, lo que equivaldría a ocupar el puesto 60 a nivel mundial. Por subíndices, el que más perjudica el promedio de América Latina es el pilar dedicado a la participación económica. Este indicador arroja una nota media de 0,63 puntos, una nota que está muy por debajo del promedio regional y que equivaldría a ocupar el puesto 92 de dicha tabla específica.
Por comparación, el subíndice de acceso a la educación arroja un promedio más elevado, suficiente para lograr el puesto 49, mientras que el indicador de salud es aún mejor y serviría para alcanzar el número 25 del índice. También en el terreno político hay un resultado superior al promedio regional, que ayudaría a llegar al puesto 58 del ranking.
De modo que ningún factor es tan importante para aumentar la igualdad hombre-mujer en América Latina como el de la participación económica. Solo Colombia logra una nota aceptable en dicho indicador (0,75 puntos, puesto 28 del subíndice), mientras que el resto de países aparece mucho más atrás, cayendo incluso al número 122 que ocupa México.
Hay países para los que cabe esperar un rápido cambio a mejor en el terreno de la participación económica. Es el caso de Perú, donde la informalidad laboral y la pobreza han expulsado del sistema económico a millones de hombres y mujeres. Poco a poco, el giro hacia políticas más liberales ha permitido que esa población excluida entre en la rueda del capitalismo, algo que ha beneficiado inicialmente a la población masculina pero que también está empezando a dejar efectos positivos entre las mujeres peruanas.
En cuanto a la brecha en materia de educación y de salud, los resultados del informe son razonablemente positivos. De media, la región se anota un 0,99 y un 0,98 en ambos campos, de modo que no se observan grandes diferencias entre hombres y mujeres y, por tanto, el único reto es conseguir que ellos y ellas se beneficien de niveles cada vez más satisfactorios de cobertura y servicio educativo y médico.