
El relato habitual de la izquierda latinoamericana a la hora de explicar la crisis económica que ha atravesado Europa consiste en culpar al “neoliberalismo” y la “austeridad” de todos los males del Viejo Continente. Sin embargo, los datos desmontan esta narrativa propagandística y confirman, de hecho, que los países europeos que mejor han capeado la Gran Recesión son precisamente aquellos que han mantenido un mayor grado de apertura económica.
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De entrada, conviene recordar que dentro de la Unión Europea hay economías muy distintas. La siguiente tabla, elaborada a partir de los trabajos de la Fundación Heritage, muestra que la economía más liberal del Viejo Continente es Irlanda. A la cola aparece Grecia, el país menos capitalista de los veintiocho Estados miembros.
La comparativa entre Grecia e Irlanda no puede ser más apropiada. Tanto el país heleno como el tigre celta enfrentaron una brusca caída de la actividad a raíz del estallido de la Gran Recesión. En ambos casos, se aprobó un programa de “rescate” coordinado por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.
Pese a las adversidades, la economía irlandesa fue capaz de reponerse y recuperó la senda del crecimiento en apenas unos años. Mucho peor fue el desempeño de Grecia, que en 2015 acabó sufriendo un “corralito” bancario y no solamente no abandonó el primer programa de “rescate” sino que tuvo que necesitar otros dos más.
En las dos décadas anteriores, Irlanda se confirmó como el “reformador estrella” de Europa, bajando impuestos, atrayendo capital, desregulando mercados y apostando con decisión por convertirse en la economía más liberal del Viejo Continente. Si su nota en el Índice de Libertad Económica era de 68,5 puntos en 1996, veinte años después ya llega a los 77,3.
El caso griego es muy distinto. Su larga historia de políticas intervencionistas se traducía en una pobre puntuación de 60,5 en el Índice de Libertad Económica de 1996. En los veinte años que siguieron, esta calificación no solo no mejoró sino que se hundió hasta los 53,2 puntos que registra hoy. La ineficiencia regulatoria, la corrupción y el desorden fiscal han terminado convirtiendo a Grecia en la economía menos liberal del Viejo Continente.
El resultado de estas políticas divergentes no puede ser más distinto. Si acudimos a la base de datos de la OCDE podemos comprobar que Irlanda y Grecia tenían un nivel muy similar de riqueza a comienzos de la década de 1990. Hoy nos encontramos con que el PIB per cápita de Irlanda es 2,4 veces más alto que el de Grecia, lo que se traduce en un diferencial de casi 35.000 dólares. Además, podemos ver que Irlanda dijo adiós a la crisis hace un lustro, mientras Grecia sigue cuesta abajo y sin frenos.
Pero las lecciones de la comparativa entre Grecia e Irlanda también se pueden aplicar al resto de Europa. De acuerdo con la base de datos del FMI, los cinco países de la Eurozona que experimentaron un mayor aumento del PIB desde el estallido de la Gran Recesión obtienen una nota media de 70 puntos en el Índice de Libertad Económica en el Mundo, frente a los 60 que se anotan los cinco socios de la Eurozona que sufrieron una mayor caída del PIB entre 2008 y 2014.
A todo lo anterior conviene sumarle una última reflexión, que parte de datos de Eurostat. Si acaso la Unión Europea ha sido tan “neoliberal” y tan “austera”, ¿cómo se explica que la deuda pública haya crecido del 60% al 85% del PIB comunitario y que el gasto público de los países miembros no solo no ha bajado sino que ha subido del 46% al 48% del PIB? Los datos son los datos, aunque le pese a algunos.
Queda claro, por tanto, que los países europeos que peor lo han pasado son los que han adoptado políticas más intervencionistas. En consecuencia, debemos decir alto y claro que la “década perdida” de Europa la ha causado la falta de reformas liberales en países como Grecia.