Quien suceda a Juan Manuel “après moi, le déluge” Santos en la presidencia recibirá lo que los romanos llamaban una damnosa hereditas, una herencia que consiste de tanta deuda que, lejos de ser un activo, resulta ser un pasivo devastador. Particularmente,
- Colombia crece por debajo del 2 % anual, un ritmo extremadamente lento para un país en vía de desarrollo. Gracias a Santos y a Mauricio “Bonne Maman” Cárdenas, el gasto público ha crecido desproporcionalmente, lo cual explica en buena parte por qué la deuda externa es del 42 % del PIB mientras que se mantiene el déficit fiscal, esto pese a una carga tributaria extremadamente onerosa. Y nada de lo anterior es un secreto: la calificadora Standard & Poor’s rebajó la nota de Colombia en diciembre (de BBB a BBB-) mientras que Moody’s cambió la perspectiva del país de estable a negativa. En otras palabras, la economía va en espiral, y no precisamente hacia arriba.
- Como era predecible, el costosísimo acuerdo Santos-FARC no trajo la paz a Colombia. Las supuestas disidencias— en realidad la retaguardia de la guerrilla,— perpetran delitos y actos violentos a través del país. La semana pasada, el ELN, manteniendo todas las formas de lucha ya que las cabecillas de las FARC van al Congreso, asesinó a cinco soldados en Norte de Santander. Mientras tanto, crece el desplazamiento interno al igual que la tasa de homicidios en zonas tradicionales de conflicto que aún controlan militarmente los narco-grupos armados. Como si lo anterior fuera poco, los carteles de droga mexicanos se han afianzado, como mínimo, en diez departamentos del país. Sea quien sea el próximo presidente, tendrá que implementar una política de seguridad intrépida y eficaz para poner a los criminales, quienes han hecho lo que les complazca durante años, una vez más a la defensiva.
- Colombia ha enfrentado crisis económicas y graves problemas de seguridad en el pasado, pero nunca antes había sufrido las consecuencias de una ola migratoria masiva e incesante. A raíz del colapso absoluto de la economía venezolana bajo el chavismo, un promedio de 3.500 venezolanos estaban ingresando diariamente a Colombia sólo por vías legales en Norte de Santander en agosto del año pasado. Dado que la inmigración ilegal desde Venezuela a Colombia es significante, no hay duda de que las cifras del gobierno colombiano, según las cuales 500.000 venezolanos han ingresado al país, subestiman del todo la verdadera magnitud del asunto. No se puede exagerar la extrema presión que enfrentan los proveedores locales de servicios como la salud y la educación, especialmente en las zonas fronterizas. Y en toda Colombia se vive por primera vez un problema primermundista sin que el país esté si quiera cerca de un desarrollo correspondiente: mano de obra inmigrante está desplazando a la nacional por estar dispuesta a trabajar por salarios menores que los que establecen por fiat los políticos colombianos.
En resumen, los retos que enfrentará la próxima persona que llegue a la presidencia de Colombia son formidables. En mi opinión, Marta Lucía Ramírez es la candidata que mejor podrá asumir el enorme desafío por las siguientes razones:
1. Liderazgo comprobado en seguridad
Sin seguridad física no hay libertad, y Ramírez ya ha demostrado que puede liderar un esfuerzo para recuperar la seguridad del país en los momentos más difíciles. Como la primera ministra de Defensa del expresidente Álvaro Uribe, Ramírez fue la encargada de poner en marcha la política de Seguridad Democrática que eventualmente les arrebató a las FARC prácticamente todo su control territorial, dejando a su cúpula abatida o escondida (no inusualmente más allá de las fronteras nacionales).
Como le escribió el mismo Uribe a Ramírez en noviembre del 2003: “su determinación y valor civil han sido fundamentales para proponer e implementar la voluntad política de derrotar el terrorismo”.
Desde el primer día de su presidencia en el 2018, Ramírez, quien se mantiene muy bien informada de la alarmante situación de seguridad del país, estaría preparada para llevar todo el peso de la ley contra todos aquellos que no están dispuestos a respetar los derechos fundamentales de la vida, propiedad y libertad de los colombianos.
2. Experiencia ejecutiva y resultados en economía:
Como ministra de Comercio Exterior del expresidente Andrés Pastrana (1998-2002), Ramírez implementó una serie de políticas— entre ellas la eliminación de regulaciones innecesarias,— que condujeron a una duplicación en el número de empresas exportadoras. Eso es precisamente lo que necesita Colombia en el 2018: menos trabas burocráticas, menos regulaciones estatales absurdas y muchas más empresas privadas que busquen vender sus productos en los mercados globales.
El crecimiento económico que tanto necesita Colombia, principalmente para generar buenos empleos, necesariamente lo tiene que impulsar el sector privado, el cual hoy en día está oprimido por impuestos y excesos regulatorios. Es necesario confiar en los emprendedores y permitirles crear las empresas que generarán riqueza, empleos y bienestar en las próximas décadas. Lo que Ramírez logró como ministra, lo superará como presidenta.
3. Liderazgo frente a Venezuela:
Junto con Álvaro Uribe, Ramírez es la política colombiana que más tiempo lleva denunciando el carácter autoritario del régimen chavista venezolano. Aparte de estar claramente “del lado correcto de la Historia”, Ramírez no sólo ha demostrado que entiende perfectamente la importancia de la debacle humanitaria en Venezuela al ir a Caracas y reunirse con la líder opositora María Corina Machado durante esta campaña; Ramírez también ha liderado el esfuerzo por crear un consenso latinoamericano para que otros países de la región les abran sus puertas a los venezolanos que escapan de la ruina chavista.
Esto no se trata de xenofobia ni de proteccionismo económico. Por el contrario, como escribí desde Cúcuta el año pasado, un número significante de los venezolanos que cruzan la frontera no quieren permanecer en Colombia, sino que prefieren buscar oportunidades en Perú, Chile y otros países de la región. No obstante, muchos de ellos no tienen pasaportes y no pueden salir legalmente del país (sí pueden entrar a Colombia con su cédula). De manera despiadada, el régimen de Maduro se rehúsa a emitir nuevos pasaportes para sus propios ciudadanos, dejándolos efectivamente atrapados en el lado colombiano de la zona fronteriza. Por lo tanto es esencial y urgente la colaboración de otros países para permitir el libre flujo migratorio de venezolanos, inclusive aquellos que no cuentan con pasaportes. Y es crucial que Ramírez siga liderando sus esfuerzos diplomáticos desde la presidencia.
4. Carácter y transparencia:
El gran desafío del momento no sólo requiere experiencia comprobada en las áreas cruciales; también requiere a un líder cuyas virtudes sean las adecuadas. En cuanto a Marta Lucía Ramírez, hay que resaltar su:
- Industria: Es una trabajadora infatigable y extremadamente disciplinada. A diferencia de otros candidatos, tuvo una carrera exitosa en el sector privado antes de ingresar a la vida pública. Y su éxito depende de sus propios esfuerzos, no de maquinarias políticas heredadas ni de nombramientos por influencias familiares.
- Persistencia: Una y otra vez, Ramírez se ha recuperado de contratiempos para volver al escenario con más fuerza que antes. Así llegó al Senado en el 2006 con votos propios. Así pudo derrotar a las maquinarias del Partido Conservador en la convención del 2014 (contrario a lo que sugiere un autor poco informado, la maquinaria del Partido Conservador estaba con Santos y en contra de Ramírez en la primera vuelta presidencial del 2014). Así logró obtener la mayor votación histórica para un tercer lugar en elecciones presidenciales hace cuatro años, esto pese a que la gran mayoría de las encuestas la situaban en los últimos lugares. Así logró recolectar las firmas requeridas para inscribirse como candidata independiente en el 2017 pese a haberse inscrito en el último momento. Y así podrá salir adelante pese a todos los pronósticos de que Colombia no está preparada para tener a una mujer en la presidencia.
- Coraje: No es para timoratos asumir los riesgos asociados con ser la encargada de liderar la ofensiva militar contra las FARC como la primera (y única) mujer ministra de Defensa del país. Tampoco lo es optar por la independencia política, midiéndose una y otra vez en las urnas, cuando hubiera podido escoger un camino mucho menos arduo. Tampoco lo es enfrentarse a las maquinarias y al clientelismo de su propio partido, ni decidir independizarse de él para no ceder ante su sed de burocracia. La valentía de Ramírez es admirable y le servirá muy bien a Colombia cuando ella lidere el próximo gobierno.
- Prudencia: Me consta que Ramírez suele decidir acertadamente, pero que nunca toma una decisión importante de manera impulsiva. Su manera de hacer política también es un reflejo de su prudencia. Como escribí el año pasado, Ramírez “lleva a cabo su arduo trabajo político en el nivel local, lejos de las cámaras. Es un esfuerzo que los grandes medios usualmente ignoran, pero que trae resultados cuando realmente importan”. Mañana— y el 27 de mayo,— es cuando realmente importan.
- Honestidad: En la política colombiana, es tristemente inusual presenciar una carrera que abarque décadas sin que sea salpicada— o permanentemente interrumpida,— por escándalos de corrupción. Gracias a su estricto sentido de ética, Marta Lucía Ramírez lo ha logrado. Como tal, podrá llevar a la presidencia de Colombia la transparencia que tanto necesita.
El toque femenino
Yo no votaría por una candidata por el simple hecho de que sea mujer (lo mismo aplica a los candidatos hombres). No obstante, me impactó ver a Marta Lucía Ramírez exigirles resultados en materia programática a varios generales retirados de la fuerza pública mientras que, de manera simultánea, se aseguraba de que estuvieran bien alimentados durante la reunión. Caí en cuenta que, bajo su liderazgo, Colombia puede contar con una “dama de hierro” que puede hacer temblar a los terroristas y recuperar el crecimiento económico por medio de la libre iniciativa, pero que al mismo tiempo posee las cualidades maternales que, en últimas, son el sostén de millones de familias a lo largo y ancho del país. Me parece que, en términos políticos, no es una mala combinación.
¿Ustedes no tendrían esta cara si el @gruponiche les dedica una canción? Yo estaba encantada ? ¡Muchas gracias! pic.twitter.com/bbPP85X7C6
— Marta Lucía Ramírez (@mluciaramirez) March 9, 2018
Addenda:
Contrario a lo que sugieren algunos, con Marta Lucía Ramírez como candidata de la coalición republicana hay mejores posibilidades de ganar la segunda vuelta. Según encuestas, obtiene mejores resultados contra Petro, Fajardo y Vargas Lleras que Iván Duque. Y, como escribe el bloguero El Matemático, Ramírez puede atraer votantes de centro en mayores cantidades porque su nivel de rechazo es muy bajo.
— Juan Carlos Pastrana (@jcpastrana) March 9, 2018
Por último, la elección de Marta Lucía Ramírez a la presidencia no es un fin en sí mismo. Es necesario aprovechar la coyuntura— y el peligroso auge de Gustavo “el Latin Stalin” Petro,— para impulsar un movimiento amplio y moderno de centro-derecha con un fuerte elemento libertario. Por tal razón votaré también por Miguel Gómez Martínez al Senado y por Dayi Sedano a la Cámara de Representantes por Bogotá. Son los dos candidatos que, en mi opinión, más harán por defender las libertades económicas.