En las elecciones de septiembre en Alemania, la unión demócrata-cristiana CDU/CSU que lidera Ángela Merkel perdió cerca del 9 % del voto en comparación con su resultado del 2013. Una de las razones principales de su caída fue la decisión de la canciller alemana de permitir el ingreso a su país de más de un millón de refugiados (particularmente de la guerra siria) en el 2015.
De hecho, no fue sorprendente que muchos de los votos que perdió en el 2017 la unión CDU/CSU resultaran en las arcas del partido Alternativa para Alemania (AfD), el único en criticar fuertemente la política de asilo de Merkel y en aprovechar electoralmente escándalos como el de los refugiados (en su mayoría recién llegados de países como Siria, Iraq, Argelia y Marruecos) que abusaron de más de 1.200 mujeres en la noche del 31 de diciembre, 2015 en Colonia y otras ciudades.
En este momento, Merkel enfrenta dificultades a la hora de formar una nueva coalición de gobierno con Los Verdes y los liberales del Partido Democrático Libre (FDP) porque la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), golpeada por la AfD en las elecciones, exige que Alemania no permita el ingreso de más de 200.000 refugiados al año. Por su parte, los verdes y los liberales se oponen a cualquier límite numérico para la política alemana de asilo (aunque el FDP exige que se cierren las rutas de la inmigración ilegal hacia Europa).
No obstante, la tarea de Merkel de unir a cuatro partidos distintos dentro de una coalición en torno a la política de refugiados se ha facilitado considerablemente por una razón muy sencilla: el número de personas que llegan a Europa buscando asilo se ha disminuido drásticamente en comparación con el 2015.
The Venezuelan exodus pic.twitter.com/47d0zdBpqR
— Francisco J. Monaldi (@fmonaldi) October 7, 2017
Según un gráfico de Bloomberg Businessweek que publicó en su cuenta de Twitter Francisco Monaldi del Baker Institute, un centro de pensamiento que opera desde Rice University en Houston, el número de inmigrantes que están llegando a Europa vía el Mediterráneo se redujo de más de 20.000 en junio a aproximadamente 10.000 en agosto. Por otro lado, según Frontex, la agencia a cargo de proteger las fronteras europeas, el número de intentos de entrar a Europa ilegalmente que fueron detectados en la ruta balcánica (la vía principal que han usado refugiados de la guerra en Siria) se redujo de 764.038 en 2015 a 122.779 en 2016.
Sin embargo, la cifra de Bloomberg demuestra que, mientras el número de refugiados que busca entrar a Europa se está reduciendo notablemente, aunque de manera paulatina (lo cual no soluciona los problemas causados por cientos de miles de personas que obtuvieron asilo en el Viejo Continente en los últimos años), una crisis de refugiados mucho mayor se ha desatado en Suramérica. Según la gráfica, 60.000 inmigrantes venezolanos cruzaron la frontera occidental de su país para ingresar a Colombia únicamente en el pasado mes de agosto, un incremento drástico comparado con el mes de julio, cuando ingresaron más de 40.000 venezolanos a Colombia. En junio, mientras tanto, 20.000 personas ingresaron al país desde Venezuela.
Lo que vi en Cúcuta al preparar este reportaje: https://t.co/6WWa9Zaopm Donación de comida a venezolanos causa estampida, fila por hambre. pic.twitter.com/Aiegh1zwL4
— Daniel Raisbeck (@DanielRaisbeck) August 22, 2017
Bloomberg Businessweek obtuvo dichas cifras de Migración Colombia, lo cual sugiere que la ola de inmigración venezolana a Colombia es mucho mayor de lo que indican las autoridades colombianas. Como escribí en agosto acerca de la inmigración ilegal de venezolanos a Colombia:
[…] las cifras oficiales, obtenidas de la información que brindan los controles de frontera en los tres puntos autorizados de tránsito (en el departamento de Norte de Santander), tampoco toman en cuenta otro factor esencial: el gran flujo de personas que cruzan la frontera desde Venezuela a Colombia en puntos no autorizados.
Según el Secretario (de Fronteras de Norte de Santander) (Juan Carlos) Cortés, el departamento ha identificado 52 rutas donde es posible cruzar la frontera entre Venezuela y Norte de Santander sin que las autoridades colombianas obtengan registro alguno del ingreso al país. La mayoría de dichas rutas son trochas, pero incluso es posible entrar a Colombia ilegalmente por debajo del Puente Internacional Simón Bolívar.
Dada la porosidad absoluta de la frontera colombo-venezolana, no solo es posible, sino mas bien probable que la inmigración ilegal desde la República Bolivariana supere por lejos la legal, lo cual significaría que la cifra real de inmigración venezolana a Colombia en agosto fue muy superior a los 60.ooo inmigrantes que reporta el Gobierno.
El ingreso ilegal a Colombia desde Venezuela no se limita a las 52 rutas que ha identificado la gobernación de Norte de Santander en su propio departamento. En Barranquilla y en Soledad, Atlántico, por ejemplo, donde un número significante de vendedores ambulantes son venezolanos (especialmente de Zulia), el PanAm Post pudo constatar que muchos de ellos ingresaron al país recientemente a través de Maicao en La Guajira o sus cercanías y que, dentro de estos, un número considerable entró a Colombia informalmente, sin los documentos requeridos.
En Soledad, al igual que en Cúcuta y en otras ciudades, los efectos de la inmigración masiva y repentina son evidentes en la central de transporte, donde duermen docenas de venezolanos tras largas jornadas de trabajo informal —particularmente la venta de comida—, en las calles de la ciudad. La pregunta que surge es cuánto tiempo se puede mantener dicha situación en las ciudades colombianas sin que surjan problemas serios de orden público.
En mi reportaje acerca de la ola migratoria venezolana a Colombia, vista desde Cúcuta, comparé el daño que desató el socialismo chavista en Venezuela a un desastre natural como un terremoto o un huracán. Las cifras del éxodo venezolano a Colombia que presenta Bloomberg Businessweek demuestran que, en términos de expulsar a seres humanos de su país natal, la Revolución Bolivariana también está causando más sufrimiento que guerras totales e inconclusas como la de Libia.
Más allá de denunciar ante el mundo la ruinosa naturaleza del socialismo del siglo XXI, el Gobierno colombiano —tanto el actual como el que surja tras las elecciones del 2018— debe tomar medidas concretas para enfrentar la primera crisis migratoria en la historia del país. Y el primer paso debe ser reconocer que dicha crisis existe.