En la última versión de su programa Doble Vía en Caracol Televisión, la presentadora Amparo Pérez, oficialmente la “Defensora del televidente” del canal, invitó a Álvaro Montes, un “periodista especializado en tecnología” según su biografía en Twitter, para que le enseñara a la audiencia “cómo identificar las noticias y cadenas falsas que circulan en redes sociales”.
Entre los ejemplos iniciales de noticias falsas que presentó Doble Vía están la de un águila que raptó a un bebé en un parque, “el anuncio que la tienda H&M regalaría COP $100.000 a cada ciudadano, que quedan sólo 500 cuentas disponibles de Whattsapp o que a los pensionados del país les van a quitar las mesadas para entregárselas a los guerrilleros de las FARC” vía la inexistente “Ley Roy Barreras”, atribuida a un senador colombiano del partido del Presidente Santos.
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El problema, explica Doble Vía, es que sus televidentes los llaman para exigirles que reporten noticias que no son verídicas como la de la “Ley Roy Barreras”. Según el senador, la bancada del Centro Democrático inventó esta noticia para desprestigiarlo, acusación que luego niega en el programa María Fernanda Cabal, la representante a la Cámara uribista. Bastante balanceado el programa, pensaría uno.
Pero inmediatamente después Amparo Pérez cambia el tema y le atribuye la victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton el año pasado en Estados Unidos a la difusión de noticias falsas. Pérez dice verbatim: “se dice que Donald Trump ganó las elecciones gracias a noticias fraudulentas inventadas por quienes manejaban su campaña…” ¿Cuál es su prueba a la hora de lanzar tan grave acusación? No la presenta. Pérez simplemente afirma que “se dice” que tal cosa ocurrió, incurriendo en una falla que sería cuestionable si la comete un estudiante en su primer día de pasantía con un medio de comunicación. Sobra decir que los televidentes de Caracol deberían esperar algo más de rigor por parte de su defensora oficial (quis custodiet ipsos custodes?).
Lo anterior no es de ninguna manera una defensa a Trump ni a sus métodos de hacer campaña. Ciertamente Hillary Clinton culpó a la “epidemia” de noticias falsas por su inesperada derrota, y también surgieron numerosos reportajes acerca de la emisión táctica de mentiras en contra de Clinton con fines electorales en Estados Unidos por parte de Rusia y seguidores de Trump entre otros. Pero el asunto no es tan unilateral como insinúa Pérez. ¿Menciona la Defensora del televidente cómo seguidores de la campaña de Clinton y personalidades mediáticas emitieron noticias falsas de todo tipo para desacreditar la filtración de Wikileaks de los correos de John Podesta, director de la campaña Demócrata, los cuales dejaban bastante mal parada tanto a la candidata como a su séquito? No. Doble Vía simplemente presenta un vídeo de un discurso de Trump, a quien Pérez ya había acusado abiertamente de fabricar mentiras sin citar una fuente, en el cual él también denuncia las noticias falsas como “basura”.
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Luego Doble Vía pasa a los temas colombianos, su principal preocupación siendo las noticias acerca del acuerdo entre Santos y las FARC. Otro entrevistado menciona la retahíla de quejas acerca de falsedades atribuidas a la campaña uribista del No (tomadas en buena parte de la famosa entrevista de Juan Carlos Vélez con La República) antes del plebiscito del 2 de octubre del 2016:
en la campaña política que hubo recientemente, proselitista, el plebiscito, pues se le generó a este grupo del Caribe, por ejemplo, vamos a decirles que nos vamos a volver una nueva Venezuela. A los pensionados se les asustó con la idea de que los dineros de sus pensiones, pues iba a parar para subsidiar el acuerdo de paz.
Aunque la edición del programa no permite que el entrevistado termine su argumento, su punto es evidente: el No ganó el plebiscito del 2016 gracias a las falsedades o inexactitudes que emitió la campaña oficial uribista según su mismo director. Y, aunque el punto es válido, Doble Vía no menciona que, en primer lugar, hubo argumentos muy serios a favor del No por parte de figuras independientes del uribismo como Jaime Castro, Pedro Medellín y Marta Lucía Ramírez, argumentos que probablemente influyeron sobre la votación final. Sin embargo, lo verdaderamente alarmante para un programa que se presenta como el adalid de la objetividad periodística en su cruzada contra las noticias falsas es que no menciona las numerosas mentiras que emitió la campaña oficial del Sí durante los meses previos al plebiscito.
Como reportó el PanAm Post el año pasado, Santos dijo durante la campaña que de ganar el No se desataría una guerra urbana en las ciudades de Colombia; resultó ser mentira. Humberto De la Calle dijo “con toda honestidad” que no había ninguna posibilidad de renegociar el acuerdo con las FARC si ganaba el No; resultó ser mentira. Santos dijo en una entrevista con la BBC que si el acuerdo con las FARC era rechazado él lo abandonaría; tampoco sucedió. Santos dijo que, de no aprobarse su acuerdo con la guerrilla, sería inevitable subir los impuestos para financiar la guerra, escondiendo el hecho de que el propósito de la reforma tributaria que ya tenía planeada su gobierno era incrementar los impuestos porque su gobierno ha gastado mucho más de lo que recauda. ¿Mencionó Amparo Pérez alguna de estas falsedades en Doble Vía? Por supuesto que no, porque su presunta defensa al televidente resulta ser una defensa de un punto de vista político en particular, en este caso el gobiernista, bajo la apariencia de la objetividad.
Una vez comienza la sección de entrevista con el invitado principal, Álvaro Montes expone frente a Amparo Pérez la gravedad de una situación en la que asegura que “las redes sociales están amenazando el papel de los medios tradicionales”. Llama a internet “una olla de grillos” que, según Umberto Eco, “le da una voz a una legión de idiotas”. Montes luego menciona el “fenómeno de la posverdad”, titulares falsos que comparten millenials en redes sociales y el negocio del clickbait en Estados Unidos. Luego viene una serie de consejos a los televidentes para que puedan detectar engaños digitales, habiendo mencionando a dos portales colombianos (Oiga Noticias y Los Irreverentes) como ejemplos de medios que transmiten noticias falsas.
Cuando Amparo Pérez le pregunta “¿qué otros portales son los que nos dicen mentiras a nosotros?” Montes responde:
Pues hay uno que se llama PanAm Po… Hay muchísimos… Pues yo… identificando PanAm Post, por ejemplo, que se dedica pues como a…a… digamos, a sabotear el proceso de paz en particular con una cantidad de informaciones. Por ejemplo allá hay una noticia que salió ayer que dice que las FARC tiene niños secuestrados y que no los quiere entregar. Pero no hay ninguna verificación… No hay ninguna… Pero eso está circulando, entonces todos los lectores de esto y toda la gente afín a los partidos políticos que están en contra del proceso de paz pues cogen estos titulares y los reproducen y los viralizan, ¿no?
Causa curiosidad que en el programa en el que la Defensora del televidente advierte a su audiencia acerca del peligro de las noticias falsas se emitan lo que son, en efecto, noticias falsas. En primer lugar, Montes se refiere a la videocolumna de Vanesa Vallejo del 5 de junio— cuyo titular es “Videocolumna: ¿qué van a recibir las FARC al desmovilizarse? Los datos que escandalizan”— como una noticia cuando claramente es, como lo indica su título, una nota de opinión. Es decir, Montes intenta desacreditar al PanAm Post como institución— nos menciona al responder la pregunta de qué portales dicen mentiras, y en su cuenta de Twitter publica un enlace al programa diciendo que “señalamos con nombre y apellido a los inventores de noticias falsas contra el proceso de paz”,— pero cita como ejemplo la opinión de una columnista. En términos periodísticos esto es o completamente ignorante (el artículo en cuestión no es un editorial o “artículo no firmado que expresa la opinión de un medio de comunicación sobre un determinado asunto”), o es de lo menos ético imaginable. Pero eso no es todo.
Señalamos con nombre y apellido a los inventores de noticias falsas contra el proceso de paz. Véanlo completo. https://t.co/aeAqDuX7qg
— Álvaro Montes (@Alvaro_MontesG) June 12, 2017
Montes afirma que la “noticia”, que en realidad es una opinión, miente porque “dice que las FARC tiene niños secuestrados y que no los quiere entregar”, pero que “no hay ninguna verificación” al respecto. Sin embargo, es un hecho ampliamente reconocido tanto en Colombia como en el exterior que un pilar estratégico de las FARC para incrementar su pie de fuerza ha sido el reclutamiento forzoso de niños a sus filas, en efecto secuestrándolos. Como escribió el 3 de marzo de este año la periodista Salud Hernández-Mora en el diario español El Mundo (un medio grande y tradicional que por lo tanto debe estar más allá de las sospechas de Montes),
Un dato da una idea de la magnitud del reclutamiento de menores, considerado crimen de lesa humanidad. En el 2014, un total de 274 niños y adolescentes huyeron de las FARC y se entregaron a las autoridades. Desde el 2002 han sido cerca de 2.500 los niños que escaparon de dicha organización armada, jugándose la vida. Son numerosos los testimonios de desmovilizados que relatan los fusilamientos de los fugados que son recapturados. Incluso les quitaban la vida con solo sospechar que podían huir. Y de los 17.345 adultos que desertaron de las FARC desde el 2002, la mitad declaró que fueron reclutados siendo niños, algunos antes de los 10 años.
Históricamente, las FARC han negado haber reclutado niños, pero, como escribe Hernández-Mora,
Son incontables las pruebas en poder de la Fiscalía y los testimonios de ex guerrilleros y habitantes de zonas rurales entrevistados por este diario, que demuestran de manera fehaciente que las FARC obligaban en muchos casos a las familias incorporar un hijo a su banda y a jóvenes se los llevaban a la fuerza por distintos motivos. También Fundaciones como País Libre, han denunciado el reclutamiento de niños como un secuestro colectivo. Incluso en los casos en que se incorporaban a la guerrilla de manera voluntaria, no se puede considerar una decisión libre puesto que se trata de menores de edad. Y con frecuencia, los que se iban por su propia voluntad, no podían salirse cuando querían volver con sus familias. Era un camino de no retorno.
En septiembre del 2016, las FARC le entregaron 13 niños al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Pero el 14 de enero del 2017, El Espectador anunció que, según Sergio Jaramilo, el alto comisionado para la Paz, “las FARC están en deuda con el país” en el punto de la liberación de menores retenidos a la fuerza. “No se han movido con la celeridad que lo deberían haber hecho y se lo hemos dicho en todas las reuniones”, declaró Jaramillo. El 26 de enero, Caracol Radio reportó que “el procurador general Fernando Carrillo respaldó las declaraciones del jefe negociador del Gobierno en La Habana, Humberto de La Calle, sobre el incumplimiento en el acuerdo con las Farc para la entrega de los menores de edad”.
Entre el 4 y 5 de marzo, las FARC accedieron a entregarle a la Cruz Roja un grupo de menores reclutados a sus filas. Efe reportó que sólo liberaron a siete “según los medios locales”. El 10 de marzo, las FARC entregaron a seis menores de edad y, cinco días después, liberaron a otros dos. Según el diario El Heraldo, la CICR recibió otros siete menores secuestrados por las FARC el 27 de marzo. “Con la entrega de hoy”, escribió El Heraldo, “son ya 35 los menores que los organismos internacionales han recibido en el marco del acuerdo de paz con las FARC”, cifra que coincide con las que he presentado acá.
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El problema es que, como revelaron WRadio y otros medios, el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas declaró el 18 de mayo que hay “170 menores de edad en las filas de las FARC”, y desde ese entonces no los han liberado en su totalidad. Según la W, hasta la guerrilla misma “habla de 21 menores en sus filas”, admitiendo que mantienen a niños secuestrados así presenten una cifra muy inferior a la del gobierno. Por ende, es un hecho reconocido por el mismo gobierno y su contraparte en la negociación que las FARC tienen niños secuestrados y que, hasta el momento, no han querido liberarlos a todos.
En resumen, Montes acusa al PanAm Post de publicar una noticia falsa, pero sólo es capaz de citar una frase de una columna de opinión que es del todo verídica según el mismo gobierno, el gobierno que Montes apoya en cuanto a su acuerdo con las FARC. Por su parte, aunque Amparo Pérez dice en su programa que “no todo lo que se ve en internet se puede estar sacando sin que se verifique”, ella misma acepta sin verificación alguna la falsa e irresponsable sugerencia de Montes de que las FARC no tienen a niños secuestrados bajo su yugo. Vaya defensa del televidente. Vaya exposición de las noticias falsas.
Sin embargo, es claro desde el inicio de su intervención acerca del PanAm Post que Montes tiene una agenda política contra nosotros, pues nos acusa de dedicarnos a “sabotear el proceso de paz” cuando en realidad nuestra cobertura, a diferencia de la de los grandes medios colombianos, ha sido crítica— la raison d’être del periodismo independiente es cuestionar al poder,— pero siempre partiendo de los hechos mismos.
Al mirar la cuenta de Twitter de Montes, sin embargo, es evidente que él no tiene interés alguno por contemplar argumentos sólidos o visiones críticas acerca del acuerdo entre Santos y las FARC. El 2 de octubre del 2016, presumiblemente tras conocerse el triunfo del No en el plebiscito, Montes presentó una gran observación científica acerca del resultado electoral, escribiendo textualmente: “Que tristeza.que asco de país”.
Que tristeza.que asco de país
— Álvaro Montes (@Alvaro_MontesG) October 2, 2016
Y, poniendo el plebiscito colombiano en su contexto global, agregó: “Somos la vergüenza de la raza humana”.
https://twitter.com/pandeyuco/status/782697169715355648
Luego afirmó categóricamente, como muchos otros buenos perdedores y patriotas que apoyaron el acuerdo Santos-FARC derrotado en las urnas, que Colombia es un “país de mierda”.
https://twitter.com/pandeyuco/status/782726769799487489
Pero su análisis fue mucho más perspicaz en términos de relaciones internacionales: “Por eso cuando los colombianos llegamos a otro país”, tuiteó Montes, “en el aeropuerto nos tratan como la peor escoria. Y cómo más deberían tratarnos?”
Por eso cuando los colombianos llegamos a otro país en el aeropuerto nos tratan como la peor escoria. Y cómo mas deberían tratarnos?
— Álvaro Montes (@Alvaro_MontesG) October 3, 2016
Y, obviamente, no podía dejar de usar la táctica del progresismo contemporáneo de justificar su derrota en las urnas al asignarles a sus contrincantes una perversidad moral absoluta, declarando que la victoria del No “es el triunfo del partido del narcotráfico, el triunfo de la corrupción, de la maldad, del racismo el bullyn (sic) y la homofobia”. Qué gentileza. Realmente ejemplar, especialmente para una legión de internautas no del todo brillantes.
https://twitter.com/pandeyuco/status/782708894766395392
En la última versión del programa Doble Vía (la única edición que he visto en mi vida), tanto Montes como Amparo Pérez demuestran pertenecer a la categoría de periodistas que dominan la mayoría de grandes medios colombianos; son personas de una línea claramente progresista /centro-izquierdista que aprovechan su posición profesional para avanzar sutilmente su agenda política, escudándose detrás del mito de que ejercen un periodismo completamente objetivo y responsable aunque, lejos de ser imparciales, simplemente presentan sus convicciones y prejuicios ante el público como verdades incuestionables. En este caso particular (y sospecho que no es un caso aislado), Montes decide cumplir su objetivo al mentir abiertamente acerca del PanAm Post, un medio digital e independiente— a diferencia de Caracol Televisión, por ejemplo, jamás hemos recibido dinero de un gobierno,— que se está abriendo un espacio importante entre el público latinoamericano con esfuerzo, integridad e inteligencia, siempre siendo fieles a nuestros principios liberales clásicos. Y, lamentablemente, la Defensora del televidente le acolita a Montes su calumnia. Bienvenidos al mundo de la posverdad…
De hecho, la interpretación del filósofo Roger Scruton acerca de la posverdad explica bien la genealogía del movimiento intelectual cuyo auge le permite a Montes lanzar tranquilamente su diatriba contra “el triunfo de la maldad” en Colombia cuando su lado perdió en las urnas:
para la izquierda politécnica, las ideas, creencias y argumentos no se deben juzgar en términos de su verdad, sino en términos de la ‘clase’, ‘hegemonía’ o ‘estructura de poder’ que se expresa a través de ellas, La pregunta que se le debe hacer a todo adversario no es ‘¿cuáles son sus argumentos?’ sino ‘¿desde qué posición habla usted?’ Eso, para mí, fue el origen de la cultura de la posverdad.
La buena noticia es que el público no es incauto y que cada día el PanAm Post incrementa el número de sus lectores a costa de los grandes medios tradicionales en Colombia y otros países. Durante los meses previos al plebiscito colombiano del 2016, tuvimos cientos de miles de usuarios únicos en el país. Ya que la votación final se decidió por 53 mil votos, es posible que nuestra cobertura crítica haya ejercido una pequeña influencia sobre el resultado.
Gracias a la revolución digital, el mundo cambió y los Montes y Pérez del planeta ya no monopolizan la información que consumen los ciudadanos. Esto justifica su frustración con el éxito de una publicación como la nuestra, mas no el método que escogen para consolarse.