No es el mismo Lorent Saleh que se lanzaba a protestas extremas en las que siempre terminaba golpeado por la policía. En aquellos tiempos cuando su posición era tildada de radical, cuando en efecto, era un radical. Los tiempos de las huelgas de hambre, del movimiento estudiantil, de las caras nuevas en el escenario político nacional. Cuando jóvenes empezaron a decirle “resistencia” a la acción de calle que el régimen llamaba guarimba. Cuando ser radical era decir lo que el resto de la oposición dice ahora, 13 años, 13 elecciones y cientos de muertos y presos después.
El Lorent de ahora puede sorprender al espectador ajeno a su micro mundo, a su cotidianeidad. Una persona que de él sepa solo lo que en redes sociales y medios se dice, llegará a él con todas las aprensiones del caso. Yo de hecho siempre tuve mis reservas con él, por su forma de actuar y sus performances públicos, previos a su detención en Colombia y entrega ilegal al régimen que lo lanzó a La Tumba, presidio infame diseñado por Miguel Rodríguez Torres, hoy prisionero de esa, su propia cárcel.
Pero mis reservas cambiaron cuando vi dos cosas que modifican la opinión, sin apelación posible. Lo primero, ver la condena televisada que se hacía contra él desde los medios del aparato propagandístico del régimen. Cualquier persona que sea expuesta como culpable en esos medios, así aparezcan audios y videos del acusado, es inocente. Es imposible darle crédito a una acusación fabricada por Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello, Mario Silva o los sátrapas televisados de Zurda Conducta. Quien aparezca como culpable en esas tribunas de la infamia, es víctima de montajes, celadas, trucos de cámara, tergiversación o simples trampas. Las pruebas están a la vista, veinte años después de la desgracia.
La libertad es bonita
¿Cómo se siente la libertad en Madrid?
Se siente bonita. Hace poco que estuve de regreso por América Latina en una gira, el cierre de la gira fue en México y Colombia y fue bien difícil por el tema de la seguridad… cuando aterricé en Madrid y me bajé del avión sentí una paz… una tranquilidad, una seguridad y respiré. Porque además pensaba que no iba a regresar por lo difícil que se pusieron las cosas allá y eso de poder llegar, irme caminando, agarrar el metro, tranquilo, ¿sabes?
La vida normal.
Exacto, la vida normal. Fue tan bonito y maravilloso y le di tantas gracias a Dios y comprendí una vez más la profundidad de la libertad. Esa tranquilidad que uno tiene de poder desplazarse libremente, de no sentirse acosado, vigilado. No solo desde el punto de vista de la persecución política, sino también del crimen y el hampa común. Entonces es maravilloso poder ver el sol, el cielo así bonito como está ahorita… Es maravilloso por lo cual estoy muy agradecido con España, por como se ha comportado con nosotros y con los venezolanos.
¿Qué queda del Lorent Saleh que pasó 4 años en el Helicoide y en La Tumba?
Cuando veo lo que he hecho en seis meses y saber que fueron más de cuatro años en una caja, en una prisión… Uno se conmueve. Lo he dicho en muchas oportunidades. Mi mamá dice que a mí me robaron esos cuatro años, yo opino distinto. Yo creo que los viví intensamente y no quiero borrar nada de lo que viví ahí, de lo que recuerdo. Y no hablo de lo que me haya pasado a mí directamente. Sino de cosas que me marcaron mucho…
¿Qué recuerdas como una marca, por ejemplo?
Un día, estando en el Helicoide, había visita y yo estaba castigado y me pego en la reja para tratar de ver los pasillos a ver la gente cuando pasaba. Y estoy en la reja y veo como unos presos estaban sacando una comida que habían guardado durante la semana, para darle a sus hijos para que se llevaran a su casa…
Cuando vi eso… Yo había estado en La Tumba, antes en la clandestinidad y en el exilio… Tenía casi cuatro años que no veía la dinámica venezolana y ese pedacito en la visita ya estando en El Helicoide, que estás con otra gente… Cuando vi que los presos guardaban la comida que le daban, que te podrás imaginar la comida de una cárcel como es… Y se la guardaban a sus hijos y sus esposas en la visita… Y esa familia desesperada por tener esa comida… Eso me dolió mucho y me aterrizó… Porque…
O sea que en Helicoide había presos que la familia iba y les llevaba comida pero habían otros presos que El Estado les daba la comida y ellos la guardaban…
…Para dársela a su familia, sí. Y cuando a uno le llega la comida a la celda, no es una comida que esta totalmente en buen estado, no esta muy buena… Imagínate guardarla durante una semana. Para dársela a sus hijos para que coman… Eso es duro. Uno no queda igual después de estar expuesto a esas situaciones. Como está expuesto el venezolano. Yo creo que el venezolano de hoy no es igual al de hace 10 años. Igual me pasó con otras cosas en la prisión, sobre todo mucho de cómo es la cosa humana. Porque yo lo digo… A mí quien me torturaba no era un robot, ni un animal, ni un extraterrestre sino un ser humano. ¿Por qué hacía eso? Por muchas razones. Pero lo que quiero decir es que era un ser humano. Claro, cuando estas ahí, y ves a ese ser humano que al día siguiente iba a la calle a reprimir a los manifestantes, pero es el mismo que tenía los zapatos rotos y que sabes que no se está alimentando muy bien… Entonces las cosas no son blanco y negro. ¿Qué los lleva a tener esa actitud, siendo que ellos mismos no están bien?
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Lorent Saleh se ha convertido en una especie de cubo Rubrik a nivel personal. Es capaz de girar, mostrar aristas distintas combinadas y confundir sobre cuál es el giro que permite ver los cuatro lados ensamblados en un solo color. Así, en un giro del cubo está el relato intenso del ex preso político que aguanta con fuerza las ganas de llorar, con la voz quebrada contando cómo veía el rostro de los presos entregando la comida atesorada por semanas a sus familiares en la visita. Y de repente, el cubo da un giro y se presenta el defensor de Derechos Humanos, el activista por la defensa de los derechos de los presos políticos, estudioso en detalle del sistema de torturas del régimen chavista. Así, caracteriza con detalles al monstruo y explica los tipos de torturadores existentes en el SEBIN:
El torturador chavista: “Está lleno de odio y te dice: tu eres un escuálido, apátrida, traidor, desgraciado… Y por tortura no hablo de ponerte corriente en los dedos. Sino de meterse con tu familia, humillarlos en la cola, hasta dejarte sin comida un tiempo, o burlarse o sabotearte cosas o generar ruidos para molestarte.”
El torturador amoral: “Tortura porque es completamente sumiso a las decisiones de su organismo. Una persona obediente que no está pensando si es correcto o no. Ordene y entendido. Una persona fría y sin sentimientos. Punto”.
El torturador consciente: “Es obediente pero tiene conciencia de lo que está haciendo. Y tortura y llora. Maltrata y llora. Lo vi”.
El torturador militante: “Tortura porque es obediente, pero además es chavista”.
El torturador sádico: “Odia a Maduro, a Chávez, a todo el mundo, y es el que se caía a palos, llegaba rascao y sacaba a los presos de la celda de tortura, los pegaba contra la pared y golpe y golpe porque estaba rascao y era su manera de divertirse”.
El torturador opositor amoral: “Tortura, es opositor y tal pero tortura por dinero. Te agarro, te meto en un calabozo de castigo, te maltrato, sin visitas, tu estas desesperado porque eso se termine… Y te dice: ‘Dile a tu papá que me traiga 4 mil dólares ahí’. Que pueden ser 100 dólares como pueden ser 2 millones de dólares que es lo que te pueden cobrar por una celda y ese lo hace por una razón económica, su negocio es la tortura”.
Puede ser pasmoso por momentos hablar con Lorent Saleh y entender sus palabras, su narrativa del horror que vivió y que aún vive, porque las marcas están ahí y él así lo deja claro. Se quiebra por momentos, pero sigue narrando. Ve alrededor, como buscando palabras o fuerzas para contar sin llorar. A veces lo logra, a veces no.
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Lorent, padre
«Yo pensaba, cuando me metieron en La Tumba, en los momentos en que terminaban las torturas y los golpes y pasaba, no sé si horas, minutos o días, en una sola cosa: ‘Me van a matar, mi mamá se quedará sola porque ni un hijo tuve para que la cuidara’. Y lloraba mucho pensando en mi mamá sola, llorándome sola, sin nadie que la acompañara, porque no fui capaz siquiera de dejar un hijo».
Esa es la respuesta que me da cuando le pregunto cómo se siente ahora que va a ser padre, en nuestra conversación telefónica para pautar la entrevista. Para hablar de ser padre, habla de su rol de hijo. Y ahí, es donde se entienden muchas cosas, principalmente el rol de su madre en la lucha por su liberación.
Y vas a ser papá ahora.
Sí, voy a ser papá. Pero fíjate, yo siento que hay gente que no le perdona a uno que salga vivo de prisión. O quisieran que uno saliera en silla de ruedas, enfermo, moribundo. Para mí salir no fue fácil. Llegué a pesar 40 kilos ahí. Y salí y no puedo salir amargado, aferrándome a un odio, un resentimiento. Y si quiero ayudar al país tengo que poner por encima de lo que me pasó, al país. Y eso significa estar concentrado en lo que debo hacer. Pero a veces quieren hacerlo a uno sentir culpable porque uno se ría. Pero, ¿cómo no sentirme feliz si estoy con mi mamá, si puedo ver el sol? Ver el sol a mí me hace feliz.
Y ser papá, me imagino que mucho más…
Saber que voy a ser papá me hace infinitamente feliz. Me ha cambiado tanto… El primer pensamiento que tuve cuando me meten en La Tumba fue “no pude ser papá”. Porque estaba convencido de que me iba a morir allí adentro. Y haberme convencido de que iba a morirme ahí preso, era lo que me hacía denunciar, pelear, caerme a golpes para hacerme respetar, escribir una carta a riesgo de que me castigaran… Y salir hoy y saber que seré papá, ¡uff! Me da mas fuerzas porque uno hace activismo en DDHH porque crees que puedes cambiar el mundo, así sea un pedacito y sabes que no vas a ver seguramente el resultado de tu trabajo. Pero tener un hijo potencia ese deseo de seguir trabajando porque tendré al menos a quien heredarle una idea. Además estoy con Gabriela que la amo, que estuvo conmigo todo este proceso, vivió la prisión junto a mi familia, es mi compañera de vida y estoy agradecido con Dios por darme todo esto.
Ese activismo por la defensa de los DDHH ha llevado a Lorent a enfrentar al público más difícil que ha tenido y que lo entrena en el rol de padre que le tocará emprender.
Me ha tocado vivir cosas como estar en clase con niños, y que te traen juguetes para que se los lleves a los niños en Venezuela. O traen sus ahorros para donarlos porque quieren ayudar… Es hermoso porque los niños tienen esa espontaneidad y no tienen filtro. Yo he estado en clases de postgrado o exponiendo frente a parlamentarios y nunca me pongo tan nervioso como cuando me toca hablar con niños y jóvenes, porque son más espontáneos y directos a la hora de exponer sus ideas
¿Niños de qué edad?
Desde 10 hasta 16 años, con preguntas más duras
¿Por ejemplo?
Por ejemplo uno me preguntó: “Lorent ¿Como hacías para seguir creyendo en Dios estando como estabas?”.
¿Y que respondiste?
Bueno me pusieron en tres y dos pero dije que precisamente por ser cristiano y por tener fe en Dios es que buscaba refugiarme e inspirarme para resistir, porque Jesús es para mí un ejemplo de defensa de la verdad… Otra pregunta directa que me hizo un niño fue: “Lorent si tu sabías que todo era peligroso, ¿no pensaste en tu familia?”. Eso te lo puede decir tu mamá, pero un niño… ¿Cómo se lo explicas? Le puse como ejemplo a Jesús, que sabía a qué se estaba enfrentando pero entendió su razón de vida.
Lorent, hijo
El vínculo de Lorent con su mamá es fuerte, por ser hijo único de padre ausente, como tantas veces sucede en Venezuela. Tan fuerte es el lazo, que para él era una meta de buen hijo el hecho de convertirse en padre. Y su madre estuvo allí firme pidiendo su libertad durante los más de cuatro años de cautiverio. Su madre y la madre de su hijo, estuvieron allí. Si bien cualquiera podría reparar en el detalle de la poca objetividad de las madres de los presos, para las cuales sus hijos siempre son inocentes, lo que más llamaba la atención del clamor de Yamile Saleh era su petición, más que de libertad, de un juicio justo. De que le permitieran hablar, defenderse ante un tribunal imparcial. Y allí, en esa posición, Yamile Saleh fue la segunda razón que cambió mi percepción general sobre Lorent (que debo advertir, es mía y de nadie más, y no es mi intención convencer a nadie de que opine igual que yo). Algo cambió cuando vi a Yamile Saleh pidiendo y rogando por la libertad de su hijo, contando la desgracia que para ella y su familia significaba tener a su único hijo preso y más que preso, sometido a la muerte lenta que le procuraba la tortura que de forma sistemática se le aplicaba. Sobre todo por la forma como llegaba con tanta humildad a pedir ayuda.
«Daniel, ayúdame, me van a matar a mi hijo».
Esas fueron sus palabras para dirigirse a mi, para solicitar una entrevista en mi programa de radio. Para hablar de su hijo. Su relato sentido y sincero, de madre desesperada por la suerte de quien parió y cayó en manos de la tiranía chavista, de la peor manera.
Por mi cabeza no pasaba el hecho de que una madre pudiera ser tan insistente en la necesidad de que su hijo fuese liberado y juzgado permitiéndole defenderse, enfrentarse al debido proceso y dar su versión de los hechos. Una y otra vez, a cualquier hora, recibíamos mensajes o llamadas de auxilio de Yamile. «Hay un motín, no sabemos qué ha pasado»… «Está enfermo, no lo dejan ver…», «No me dejan pasar a visitarlo…».
Una vez, con mucha pena, me llama: «Daniel, disculpa que te moleste, pero necesito pedirte un favor, pero no hay problema si no puedes…».
Lorent cumplía 3 años preso y ella, los amigos de Lorent y sus abogados, montaron un evento para reclamar su libertad y la de todos los presos políticos. Y el favor que me pedía, era que fuese el moderador del evento. Por supuesto, dije que sí. Y lo dije en mi programa de radio, invitando a la gente a ir. Y el auditorio se desbordó de gente que fue a escuchar los relatos y los clamores. Y a solidarizarse.
Un año y poco tiempo más, Lorent fue liberado de prisión y desterrado a España, donde hoy vive. En su hogar, compartido con su mamá y Gabriela, embarazada del primer hijo de ambos, me recibió en abril de este año. Fue la primera conversación cara a cara con Lorent desde que salió en libertad. Y también, la primera vez que pude ver a Yamile Saleh desde que salí de Venezuela. Ya en el rol que prefiere, de espectadora de las cosas que su hijo hace, pues siempre dijo que ella estaba frente a una cámara o un micrófono obligada por la prisión de Lorent, porque no se siente cómoda declarando, o siendo entrevistada. Hoy, ya fuera de la Venezuela que tanto extraña, no solo es la mamá de Lorent, sino que pronto será la abuela de su primer nieto. Y solo eso, parece una recompensa, un premio del Dios a quien tanto le rezó por la libertad de su hijo, del Lorent hijo que para ella llegó a ser lo único que tenía en la vida.
Lorent non santo
Una frase: «Siento que hay gente que no le perdona a uno que salga vivo de prisión”.
En eso puede adivinarse la frustración no solo de Lorent Saleh, sino de todos quienes han podido escapar de las fauces del monstruo. Si se escapa, se preguntan cómo se escapó. Si se queda en Venezuela, se preguntan por qué se queda “sin que le pase nada” como si estar en Venezuela no es ya de por sí que te pase de todo. A Lorent se le desató la furia de las redes sociales, sacándole acusaciones del pasado, dando por ciertas las versiones lanzadas por el aparato destructor del régimen o juzgándolo por lo hecho o dicho por él antes de estar preso. Es decir: para la hoguera ardiente de las redes, los cuatro años de cárcel, tortura y sufrimiento no eran suficiente para considerar que, luego de todo, Lorent Saleh pudo haberse equivocado antes y haber cambiado o rectificado. Raramente, no se le perdonan rectificaciones a Lorent, pero sí se le permiten a Luisa Ortega Díaz, Gabriela Ramírez y Rodríguez Torres, sus verdugos hoy “opositores”.
¿Te has cruzado con Luisa Ortega en algún momento en tu recorridos internacionales?
En Colombia se dio… O querían que diera esa reunión y yo traté de esquivarla, francamente… Porque es incómodo para mí.
¿Ella buscó reunirse contigo?
Si, sí. Hubo intención, llamó, lo solicitó varias veces, yo traté de esquivarla. Si me tocara, no sé. Pero para mí es difícil porque oye… No solamente… Yo estaba preso y ella era la fiscal y mi mamá iba a la fiscalía a decir lo que me estaban haciendo y Katherin Harrington era la que bajaba y la que ordenaba cómo torturarme. Era tanto, que yo sabía cuando estaba en La Tumba cuando venían a interrogarme, porque el aire y la luz la ponían más intensa para que cuando la fiscalía llegara, cumplir con lo que ellos le pedían a los funcionarios. Y ellos sabían que era tan duro que solo después que los fiscales se iban era que nos aflojaban. Porque la orden venía de la fiscalía. ¿Y quién era la fiscal? Luisa Ortega Díaz. ¿Y quién era el ministro? Rodríguez Torres. Entonces es difícil porque yo no veo en ella a una aliada política, no la veo como político.
La ves como verdugo
La veo como un activista de derechos humanos ve a una violadora de derechos humanos. Es difícil, yo lucho por defender los DDHH y hay cosas que la gente no va a entender, porque no son políticamente correctas, pero es que no me puedo sentar con Luisa Ortega porque muchas denuncias que hago en la Corte Penal la tocan a ella como responsable.
¿Qué te dicen cuando hablas de ella en instancias donde ya la han escuchado a ella echando su cuento?
Mira… En el mundo todo el mundo está claro quien es ella. No va a venir a decirle aquí a una gente… Por dios. La ven como un agente político que puede ser útil para el derrocamiento de Nicolás Maduro, pero de ahi a que venga a hablar de DDHH… Disculpe pero no puede.
Obviamente Lorent Saleh no es, no ha sido ni pretende ser un santo. Pero frente a sus verdugos, claramente lleva ventaja a la hora de pontificar sobre derechos, sobre lo humano y sobre errores cometidos. Está a la vista y no lo rehuye
¿Qué significó regresar a Colombia después que un gobierno colombiano te entregó al régimen chavista? ¿No fue demasiado riesgo?
Pero tenía que hacerlo, igual que ir a México. Nadie quería ir a México al Senado. Parecido a cuando en 2014 me tocó ir a Colombia, había que ir a hablar con ellos porque ellos le hablan a Maduro, pero era un riesgo y había que asumirlo. El día de la entrada de la ayuda humanitaria estuve en el puente todo el día, como un soldado al servicio de la transición… Me pude quedar cómodo aquí pero creo que el país merece que nos arriesgamos lo más que podamos. Y yo estoy comprometido como venezolano, no como miembro de partido o de alguna organización. Como venezolano…me va a doler mucho que mi hijo no nazca en Venezuela, porque yo quiero que nazca allá… Pero bueno, estoy aquí. Y si tengo que volver a la frontera lo haré. Por eso cuando me vienen con los radicalismos irracionales, me incomodo porque cuando yo he estado al frente, no he visto a mucha de esa gente que tanto critica. Y cuando yo trato de moderar mi discurso, es porque sé las implicaciones que tiene la candela…
¿Pero de alguna manera no entiendes a esas posiciones radicales cuando das un vistazo atrás y recuerdas que tú fuiste un radical de esa misma forma?
Pero yo estaba al frente, no escondido detrás del teclado. Y tuve posiciones muy duras y nunca estuve atrás ni escondido. Siempre al frente. Por eso estuve preso en La Tumba. Y hoy si me toca volver, regreso. Y estaré ahí y me tocará estar al frente como dirigente o como soldado al servicio. Y lo he dicho una y otra vez: “Guaidó no es mi amigo personal, no soy miembro de su partido o de su equipo de trabajo, pero lo respeto, es el presidente y todo lo que pueda hacer, lo voy a hacer”. Y si no fuera Guaidó sino cualquier otro al que le toque asumir el gobierno de transición, ahí estaré a su servicio.
¿La ruta planteada, cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres te parece viable?
Es que tiene que ser esa, el tema es cómo llevarla a cabo.
¿Te preocuparía que se cambie el orden y que en vez del cese de la usurpación vengan primero las elecciones?
Es que no tendría sentido. Son pasos. Es como la justicia…”Lorent es que yo quiero a esa gente presa y que se pudran en la cárcel…”
Yo los quiero presos. Es lo menos que puedo aspirar como venezolano…y uno esperaría que tú como víctima también lo aspiraras, y esa aspiración sería respetable, ¿No?
Si, claro, pero eso es como querer las elecciones antes que el cese de la usurpación. Porque para que ellos vayan a la cárcel, y paguen por sus delitos, no puede ser por voluntad, decisión y orden mía. Tiene que ser orden de un tribunal, tiene que haber un orden jurídico, un Estado estable, un orden democrático. Para que ese orden democrático exista, tiene que haber unas elecciones libres, antes de eso un gobierno de transición que las organice y previo a todo eso tiene que cesar la usurpación. No podemos de la tiranía absoluta y de este estado de terror, saltarnos a meterlos a todos presos o saltar de una vez a unas elecciones.
¿Elecciones con Maduro de candidato?
No, por supuesto que no. Maduro no puede ser candidato como no puede ser candidato ningún criminal. Porque es una persona que ha cometido graves delitos, graves crímenes…
Y es aquí donde el cubo de Rubik que es el Lorent liberado, vuelve a dar vueltas y se presenta en otra onda, como inesperada. Huyendo a lo áspero de la discusión, del tema áspero frente a preguntas ásperas que quizás no espera, pero que finalmente trata de responder, en medio del giro.
¿Hay futuro para el chavismo? ¿Debería ser prohibido el chavismo después de desalojados del poder, como los nazis en Alemania?
No sé si responderte como venezolano o como defensor de los DDHH…
Respóndeme como Lorent Saleh
Es que es difícil. Primero habría que definir qué es chavismo…
Te hablo del PSUV. De la dirigencia del PSUV y sus militantes
Bueno, creo que la mayoría de esa dirigencia terminará enfrentando la justicia, y por delitos graves… Hasta dónde llegará eso, no lo sé.
Pero ese partido es una organización criminal
Para mí, lo he dicho una y otra vez, en Venezuela no hay un conflicto político sino un tema de seguridad, hay una corporación criminal que comete graves delitos en distintas áreas. No le veo futuro al PSUV, pero de ahí decir que el chavismo debería ser prohibido es complicado, porque es difícil decirle a alguna gente que está prohibido ser chavista, como decirle a alguien no se, en San Juan de los Morros que no puede ser chavista…
De la misma manera que se le dice a una señora en Munich que está prohibido ser nazi.
Sí, pero es muy complejo. Pero yo nunca he defendido a Chávez y de hecho he discutido con compañeros de la propia oposición que han querido lavarle la cara a Chávez diciendo que Maduro es malo pero que Chávez no era tan malo… A mí eso me parece una irresponsabilidad porque la causa, el origen de esto fue Hugo Chávez Frías, como también tiene graves responsabilidades Luisa Ortega Díaz, Rodríguez Torres, Gabriela Ramírez, ellos no son ningunos santos. Han cometido graves delitos, no han tenido la mínima sensatez de reconocer su grave responsabilidad en grandes crímenes, crímenes de lesa humanidad. Y de la construcción y de la ingeniería de ese monstruo. Entonces el tema ¿cuál es? ¿El chavismo qué es? ¿Una cultura? ¿una identificación emocional? ¿Una corporación? Para mí sí es la estructura económica y política, una organización criminal que debe ser perseguida y yo se lo pido a los gobiernos europeos. No es posible que aquí se permita que entren y salgan grandes operadores logísticos y financieros de esa organización criminal. Pero el chavismo como cultura va más allá del PSUV y que incluso es transversal. ¿Qué hacemos con él? Combatirlo con educación. No lo puedes prohibir, porque se viene incubando. Fíjate que ahora todo el mundo es de derecha. Yo recuerdo cuando yo hablaba de libre mercado, defensa de la familia, la propiedad y el trabajo, yo era un loco… Ahora todo el mundo es de derecha… Pero no pronuncian esas palabras.
Ahora se dicen liberales, minarquistas…
Pero hay unos que se dicen de derecha pero les encantaba CADIVI. Son de derecha pero le gustan los subsidios y a mí me preocupan las simplificaciones y la polarización. El bajar las cosas como si es un tema que se resuelve con interruptores y esto lo veo muy complejo.
¿Y la izquierda internacional no te cuestiona, cuando hablas de esas violaciones de DDHH del chavismo?
Depende, fíjate. Generalmente cuando voy a un país me reúno con el Congreso, con la comisión de Exteriores o de DDHH y ahí hay mucha gente de izquierda que ha sido solidaria con Chávez inclusive con Maduro. En Chile me pasó en la comisión de DDHH y la mitad era de izquierda, muy comprometidos… Pero como en Chile han vivido la tortura tienen una conciencia y, por muy de izquierda que sean, son muy respetuosos con el tema de la tortura, de la persecución política. Ellos saben que es verdad, que existe La Tumba porque ellos tuvieron su “tumba”.
Les suena real.
Exacto. Y cuando yo explicaba las formas de torturar y de maltratar a los presos y a la ciudadanía, ellos sabía que eso era así porque lo vivieron con otro color, porque se lo hicieron a sus padres. Y eso lo respetan, cosa que en México no pasa, la gente es más escéptica. Los que no han vivido este monstruo, no saben que eso puede llegar a este punto. Pero en los países donde se han vivido los abusos o excesos del poder, o han caído en dictaduras o tiranías, son muy respetuosos, más allá de sus afinidades ideológicas o partidistas. Como me pasó con Bachelet…. Si hubiésemos hablado de economía, seguramente tendríamos muchas diferencias. Estudié comercio internacional, creo en el libre mercado en la defensa de la propiedad privada y no solo como individuo sino como profesional. Y estuve frente a Bachelet.
¿Qué te dijo Bachelet cuando le contaste tu experiencia?
No cuestionó mi relato, de hecho recuerdo que cuando estamos saliendo de la reunión, después que nos despedimos, ella me vuelve a llamar. Y me agarra, me abraza y se pone a llorar. Y ella había sido muy política, técnica, pragmática en toda la reunión… Mucho más pragmática de lo que yo hubiese querido. Me dijo entonces que me entiende muy bien y que siente mucho lo que está pasando. Y allí está la conexión que sobrepasa las coyunturas ideológicas. Es el tema humano.
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El tema humano quizás sea el que ha hecho aterrizar a Lorent Saleh no ya en Europa, sino en la tierra. Ya no pude ser el eterno manifestante extremo que terminaba golpeado por la policía, para demostrar que había represión. Esa libertad que ve bonita, tiene sus bemoles. En libertad ya no es intocable para los críticos. Es uno más de los actores políticos en el tema Venezuela. Y sigue siendo el hijo de la mujer que más lucho por su libertad y ahora es el padre del hijo que tendrá Gabriela. Pero para nadie será un santo, pues simplemente no lo es.