No hay momento más inconveniente para unas elecciones de cualquier tipo, que unas elecciones vividas en pandemia. Y no hablo de que sean inconvenientes para los candidatos o para los grupos de interés, los cuales deben estar en estos momentos sintiéndose en Disneylandia, sino para los realmente interesados y afectados cuando hay cambio de gobierno como lo es la población en general.
Perú ha tenido una vida política agitada, complicada y cuenta con numerosos frentes abiertos relacionados con temas de derechos humanos y derecho internacional humanitario. Desapariciones forzadas, ajusticiamientos, esterilizaciones forzadas, persecuciones, denuncias de corrupción, un presidente condenado por crímenes de lesa humanidad cuya hija ahora se encuentra también en esa carrera a la presidencia, prometiéndole el indulto en caso de ser electa, y un presidente con un destino fatídico como el suicidio, es solo el escenario sobre el cual sobrevuela el llamado a las urnas este 11 de abril.
Y se podría pensar que esto habría sacado la vena de necesidad de justicia y reparación de la población; sin embargo, los indicadores muestran una realidad muy opuesta. Este año, las elecciones en Perú parecen que estarán marcadas por el ausentismo y la apatía. ¿Razón? Un COVID-19 que no ha dado tregua a ningún país del mundo. De acuerdo al Instituto de Estudios Peruanos las elecciones estarían tan cerradas que no dudan en una segunda vuelta y con tres fuertes candidatos, dos de ellos de derecha y una candidata de izquierda, que ya mencionó a Nicolás Maduro dentro de su campaña presidencial.
La candidata de izquierda y el Grupo de Lima
En cuanto a los temas que cada uno de los candidatos ha planteado durante la campaña electoral, todos los analistas políticos han afirmado que pareciera que existe una especie de pared de cristal donde la población manifiesta sus inquietudes y las problemáticas que se están viviendo, mientras que los aspirantes a ocupar la presidencia van relatando sus propias historias. Sin embargo, vale la pena hacer mención a lo que la candidata del Partido de Izquierda Unidos por Perú —y quien ocupa el segundo lugar en los sondeos— ha planteado en tema de política exterior y su posición con respecto a Venezuela.
Recordemos que Perú es uno de los precursores del Grupo de Lima y quien ha apoyado hasta ahora una transición dentro del país latinoamericano, no dudando en denominar a la administración de Nicolás Maduro como una “dictadura”. Sin embargo, Verónika Mendoza, a principios del mes de abril anunció que de ser electa la política con respecto a Venezuela cambiará radicalmente. No dicho de manera específica, sí dejó entrever que se pretende trazar puentes de diálogo y negociación con la administración de Maduro y que buscará reformar el Grupo de Lima, así como el Grupo de Contacto Internacional alejándose un poco del apoyo de los Estados Unidos.
Sin embargo, esto debería abrir un espacio para interrogantes, como por ejemplo qué sucederá con la población venezolana en Perú y las diversas denuncias que se han dado en cuanto a actos xenófobos, así como el asesinato de ciudadanos venezolanos en el país. Quiero con esto aclarar que no se está generalizando, pero sí entender que al haber un cambio de la política exterior peruana probablemente también haya un cambio en cuanto a la materia migratoria venezolana.
El escándalo de la vacunación masiva a los políticos y la vacunagate
No se puede dejar a un lado el tema de las vacunas. Por allí un candidato que aparentemente no tiene muchos puntos a favor, y es comprensible si recordamos que terminó con un porcentaje bajísimo de popularidad cuando terminó su gestión en el año 2016, hizo mención al acceso a las vacunas y este fue Ollanta Humala. De acuerdo a lo planteado durante su campaña presidencial indicó que de ser ganador fortalecería las relaciones con Rusia y China y estaría incluido el tema de las vacunas. Sin embargo, hay que entender que la población peruana se encuentra luchando con una crisis no solo de salud sino socioeconómica y política todo en un mismo momento.
El primer tema es el de los escándalos políticos. Los temas parlamentarios y los accidentados procesos de transición forzada dentro del ejecutivo vienen acompañadas de una crisis sanitaria importante donde no se ha podido aportar el suficiente incentivo para la investigación y donde muchas personas, al encontrarse confinadas en sus casas no han podido salir a trabajar ni producir por lo cual los índices de pobreza se han incrementado.
Ahora, el tema de vacunagate ha sido el máximo detonante de la molestia general y para muchos una crisis moral.
De acuerdo a un periódico de tiraje nacional el escándalo de las vacunas inició cuando el expresidente peruano, Martín Vizcarra, reconoció haber sido vacunado a finales del 2020, luego la excanciller Elizabeth Astete informaría que fue vacunada en enero de este año cerrando con Francisco Sagasti anunciando que se vacunó el 15 de febrero.
Mas allá de quién se vacunó o no el tema tiene que ver con asuntos de protocolos sanitarios y de vacunación. ¿La vacuna? Sinopharm, vacuna de fabricación China, la forma de adquisición y administración se presume que se dieron saltándose todos los protocolos no solo a nivel de investigación sino en temas de negociación y comercialización internacional y esto quedó evidenciado en parte del informe donde se indicaba que … “Los procedimientos administrativos relacionados con el EC 051-20 [nomenclatura del ensayo clínico] se llevaron a cabo con una rapidez inusual, en tiempos fuera de los normales, como puede observarse en la aprobación del propio ensayo clínico (01 día) y la autorización de importación por parte de Digemid (menos de 24 horas); sin embargo en los otros ensayos clínicos fase III, que se realizan en el Perú, las autorizaciones demoraron en las mismas instancias hasta un mes para obtener la autorización”.
¿Qué demuestra esto? Que hubo una clara premeditación de excluir los ensayos clínicos peruanos, que se congelaron y denegaron las ayudas y se colocó a la población científica en situación de riesgo basado en intereses personales y, se pudiese incluso inferir favoreciendo pactos con agencias transnacionales que no hacen sino levantar mucho más la suspicacia de la forma de operar de China para lograr ganar espacio en la geopolítica mundial.
Este último apartado bien podría ser el detonante para saber cómo se comportará políticamente Perú este fin de semana, eso sí, no perdamos de vista este último asunto del Vacunagate no solo por sus agentes sino por las invisibles manos que están meciendo la cuna y bien podría decirse a nivel mundial donde claramente se demuestra que cuando la intención es apoderarse del mundo no hay estrategia descartada.
Esta historia me recuerda a una saga que vi hace mucho tiempo. La empresa se llamaba igual a esos objetos que todos llevamos a la playa cuando hace mucho sol para que nos haga sombra, y muchas armas y una especie de zombis. Entre esto, y toda esta nueva historia china de unos supuestos dinosaurios que no son reales sino drones entre otras cosas. Les recomendaría que hicieran un buen maratón de películas y series. De esas donde hay muertos vivientes caminando, y un parque jurásico y por qué no, la lucha de un gorila gigante contra una iguana mutante porque de seguir así nuestro mundo será el mejor escenario de una película de ciencia ficción y ya nada nos puede sorprender.