EnglishEn respuesta al artículo La campaña contra la marihuana en Canadá, otro artilugio electoral, de Andrew Woodbury.
Como alguien que ha defendido abiertamente la legalización total durante 12 años, no puedo más que aplaudir la táctica del Gobierno en su nueva campaña publicitaria antimarihuana.
Los menores de 18 años tienen más conocimientos de tecnología que los payasos que diseñaron esta campaña, por lo que podrán hacer un cruce de referencias y encontrar cientos de sitios web que muestran cómo la marihuana en realidad cura el cáncer (como el testimonio de Alan Park de CBC), y cómo incluso fumarla es bueno para la salud.
Al igual que la campaña de DARE de la que nos burlamos en nuestra adolescencia en la década de 1980, esta campaña es un disparate, y los adolescentes de hoy tienen a la ciencia a su alcance para detectar sus errores. Ellos resentirán que se les mientan, que el dinero se gaste en estas tonterías en lugar de proveer mejores oportunidades de educación y salud y trabajo, y luego se unirán a nuestras filas en el movimiento prolegalización.
Nunca podríamos haber logrado toda esta publicidad, por lo que en nombre de todos los activistas de la marihuana en Canadá, me gustaría ofrecer al Gobierno nuestro más profundo agradecimiento por hacerlo por nosotros. Y puesto que los prohibicionistas se refieren a mí —que dejó una silla de ruedas y venció el alcoholismo—, a mi mujer epiléptica y a millones de otros canadienses como “idiotas”, no veo ninguna razón para no sugerir que es posible que ellos quieran que la marihuana permanezca ilegal porque ellos o alguien que ellos conocen desean seguir lucrando con la prohibición.
Russell Barth
Escritor, artista, comediante, activista
Ottawa, Ontario, Canadá