El galáctico legado de Hugo Chávez es un país (Venezuela) dividido de muchas maneras. Entre los de allá y los de acá (escoja usted cuál le gusta más o le disgusta menos), y los que van y vienen de allá para acá y viceversa. Dividido entre los ricos y los pobres de siempre, entre los nuevos ricos y los nuevos pobres, entre los boliburgueses y chicos, y los pendejos de toda la vida que no pegan una porque se empeñan en ganarse la vida con el sudor de sus frentes. Dividido entre racistas y clasistas, de ambos lados también, con tantas pasiones desatadas que pareciera que jamás se reconciliarán. Sí, el galáctico legado de Hugo Chávez incluye a los enchufados y los desenchufados.
A los vivísimos (los Tío Conejo criollos los llamaría Axel Capriles) y los “bobísimos” —que son las personas honestas que aún quedan, por fortuna negadas a corromperse, la reserva moral con la que contamos para reconstruir el país—. ¿Qué más galáctico legado que el de un dólar que se disparó más allá de la atmósfera terrestre? ¿Qué más galáctico legado que el de un bolívar débil devaluado, y más devaluado? Propongo cambiarle el nombre a nuestra moneda: ¿por qué no llamarla “el galáctico” para que no se nos olvide nunca de dónde vino este desastre?
Galáctico legado también es la quiebra de las empresas productivas, los robos a mano armada que han constituido las expropiaciones y los planes milmillonarios que jamás arrancaron, con dinero que jamás apareció. Galáctica la escasez; galáctica la inflación; galáctico el legado del desabastecimiento; galáctico el legado de taparear a toda costa los escándalos de corrupción, a pesar de las quejas de las solidaridades automáticas de antes. Es galáctico el legado de la quiebra de PDVSA; galáctico el empobrecimiento. Después de 16 años y US$1,5 billones , sí, $1,5 billones en ingresos; Venezuela está en el mismo nivel de pobreza de 1998, cuando el precio del petróleo apenas llegaba a $8 por barril.
Galáctico el legado de viajes que cuestan millones, de viáticos que no tienen límite (hasta para las cargadoras de los altos funcionarios), de familiares que disponen de los bienes y el erario públicos como si fueran suyos, y viven como príncipes o princesas cuando el pueblo pasa hambre y necesidad, ¡tremendos revolucionarios!
Legado galáctico la destrucción de las Fuerzas Armadas; legado galáctico la prostitución de los militares; legado galáctico la creación de una guardia pretoriana rodilla en tierra frente al dictador. ¿Y qué peor legado —también galáctico— que la destrucción de los ya precarios hospitales, y la falta de insumos básicos, como la anestesia, que tienen paralizados la mayoría de los quirófanos del país?
Galáctico legado el desmantelamiento del sistema educativo. La creación de instituciones paralelas al Ministerio de Educación —y con más presupuesto que este— para repartir diplomas a diestra y siniestra, sin impartir conocimientos. Galáctico el legado de bachilleres que no saben ni sumar, ni escribir, ni siquiera leer.
Galactiquísimo el legado de la censura; la inducción a la autocensura; la toma indiscriminada de medios de comunicación para poner en marcha un proceso de idelogización anacrónico, obsoleto e imposible de llevar a la práctica; y el cierre de canales de TV, emisoras de radio y periódicos considerados “enemigos”.
Galáctica la conculcación progresiva de todas las libertades; galáctica también la sistemática, constante y brutal violación de los derechos humanos de los adversarios, mientras galácticamente se protege a asesinos que con plena libertad de circulación y acción acaban con las vidas, los proyectos y los sueños de tantos venezolanos probos.
Galáctica la fanfarronería, el jalabolismo, el servilismo, la obsecuencia, la ceguera; galáctico el legado de la cursilería; galáctico el derroche; galáctica la destrucción; galáctica la pobreza; galáctica la mentira; galácticas las promesas; galáctico legado el de la imbecilidad; galáctico el legado de la corrupción; galáctico el legado de la habladera de paja… ¡Galáctico legado el de la desesperanza!
Editado por Elisa Vásquez.