En una verdadera bomba de tiempo que nadie sabe cómo desactivar se ha convertido los centros de refugio de militares y funcionarios policiales venezolanos que llegaron a Colombia en febrero pasado en el marco del intento de envío de la ayuda humanitaria a Venezuela.
La situación tiende cada día a empeorar y a dar más indicios de que el chavismo, con tácticas que ya ha usado antes para desarticular cualquier acción militar, logró influir para la agudización de este problema, que es sin dudas el mayor desafío que encaran tanto Iván Duque como Juan Guaido en lo que respecta a las relaciones bilaterales.
Más allá de lo que hasta el momento ha podido conocer la opinión pública sobre el grupo de militares que desertaron, hay hechos confusos y algunos oscuros, con gran potencial de afectar a ambos gobiernos.
Lo que sucede vinculado al grupo de funcionarios refugiados es algo de lo que nadie quiere hablar ni en Cúcuta ni en Bogotá, aunque poco a poco se van filtrando informaciones que dejan ver lo complicado y riesgoso de la situación.
Mientras las autoridades evaden responder sobre el tema, tras bambalinas y en el centro de los acontecimientos se desarrolla una verdadera lucha a pulso de inteligencia y contrainteligencia, información y desinfomación, que sube a un nuevo nivel a medida que se acercan las horas que podrían definir el futuro de Venezuela.
Una de las las muestras más evidente de esa lucha se registró el fin de semana del 21 de abril, cuando fue difundido un falso ataque al centro de militares refugiados. La información salió del mismo sitio y fue distribuida por algunos de los exfuncionarios venezolanos que hasta llegaron a denunciar públicamente que estaban expuestos a “asesinatos selectivos”.
La realidad es que el ataque nunca ocurrió, ese hecho sólo estuvo en un guión de desinformación que casi logra prosperar. La versión difundida llamó la atención de medios y periodistas, y algunos de ellos rápidamente la replicaron sin confirmar su veracidad. De esos primeros que publicaron destaca una reportera de TeleSur, que de manera constante ha estado obteniendo información interna y difundiéndola, aunque al pasar las horas se descubra que la versión que maneja no ha sido real.
El falso ataque de encapuchados armados que buscaban tomar el hotel y capturar a los militares, tiene detalles que sí llaman la atención y levantan sospechas, que deja muchas dudas.
El Coronel Francisco Gelvez Alemán, Subcomandante de la Mecuc, confirma que “ataque” contra militares en el Hotel Villa Antigua fue falso. #Venezuela #Frontera #Noticia pic.twitter.com/rXvsOhGfxa
— TvCucuta (@TvcucutaC) 21 de abril de 2019
Ese día ocurrió fue un extraño incidente con dos de los efectivos refugiados que, a pesar de señalar que no tienen recursos económicos y que se encuentran limitados en su movilidad, llegaron ebrios y de manera irregular saltaron una pared para ingresar al lugar. Cuando funcionarios de la Policía de Colombia se dieron cuenta y fueron a poner control, se escucharon dos detonaciones en la parte externa al hotel.
Hasta hoy no hay claridad sobre esas detonaciones ni quiénes la ejecutaron, tampoco hay mayor información sobre el vínculo que pudiesen tener con los militares que habían saltado la pared.
Algunas fuentes indican que el sonido se parecía al de un pequeño niple al estallar, otras creen que se pudo tratar de un hecho totalmente casual y que pudieron ser fuegos artificiales de una fiesta cercana. La verdad es que nadie sabe explicar por qué sólo se escucharon dos y por qué detonaron justo en el momento que los funcionarios colombianos trataban de establecer orden.
“Esto es un asunto delicado. No entendemos a qué juegan algunos ni las actitudes que tienen”, confiesa una fuente del equipo de Guaidó que prefiere guardar el anonimato.
El hecho terminó de encender las alarmas en el gobierno de Duque, que ha tratado de apresurar el paso para buscarle solución al problema antes de que se les salga de las manos.
“Ya están trabajando desde el más alto nivel en dar respuesta a este tema, porque no se puede permitir un hecho más. Ellos deben ser civiles acá y respetar las normas, pero algunos no quieren hacerlo. Ese día se llegó a considerar sanciones”, reveló otra fuente a Panampost.
El gobierno de Duque en alguna medida ha quedado entrampado con esta situación, porque en el caso de que se corroborara que hay infiltrados y consideraran una deportación, el régimen de Maduro podría tomar a los retornados y mandarlos a los calabozos del Sebin (policía política) y éstos, aunque pudiesen ser aliados del chavismo, podrían pasar a convertirse en presos políticos.
“¿Cómo podría actuar en esa circunstancia? ¿Cuáles son las consecuencias que tendría en imagen si eso llegara a pasar? Es un verdadero problema para Duque y es otro problema tenaz para Colombia tener a quienes pudiesen estar con agendas ocultas en ese lugar”, comenta la fuente.
Una fauna variopinta
En la viña del Señor hay de todo, y así también parece ser entre el grupo de más de 1.200 militares y funcionarios que abandonaron al régimen de Nicolás Maduro y vinieron a Colombia a respaldar al presidente interino de Venezuela.
En los días de huida llegaron desde jóvenes efectivos de la Guardia Nacional con la ilusión de servir para rescatar la democracia hasta experimentados funcionarios de la Fuerza de Acciones Especiales de la dictadura de Maduro. Muchos creían que el desenlace final del régimen estaría muy cerca y por eso se atrevieron a dar el paso, otros sólo necesitaban escapar para tratar de salvarse de la crisis que descalabra a Venezuela.
En Colombia sus casos fueron procesados por la oficina de Acnur, por lo cual pasaron a tener la figura de refugiados, pero, además, por lo que implicaba que un grupo con esas características hubiese pedido refugio masivamente, pasaron a tener protección especial y a ser ubicados en varios sitios.
Algunos han traído a sus familias completas y aquí les ha tocado enfrentarse con una cruda realidad: en este tipo de decisiones, la familia pasa por etapas de cambios y reacomodos, donde sus vidas ya no vuelven a ser las mismas. Es un fuerte proceso de adaptación para todos los miembros del grupo familiar, especialmente porque no es como esperaban, menos aún se acerca a lo que soñaban.
La mayoría dio el paso movido por un firme deseo de estar del lado correcto, para no prestarse al macabro juego de bloqueo de medicinas que tanto necesitan millones de venezolanos, para no acatar órdenes de reprimir a pacientes con cáncer o problemas de riñón que salían a protestar exigiendo sus tratamientos y que los tratasen con misericordia en los hospitales públicos.
También cruzaron la frontera para no seguir siendo presionados por sus superiores, los grupos colectivos chavistas o los miembros de grupos de inteligencia cubana. que dominan abiertamente en el sector militar
“Yo ya no podía soportar ese marcaje, la vigilancia. Tengo familiares que han estado hospitalizados y ellos necesitaban medicinas que no hay en los hospitales pero que sí podían llegar con la ayuda que está aquí. Es inhumano que bloquearamos las medicinas, mientras por contrabando pasa de todo al país. Eso no se hace. Por eso pasé para acá”, confiesa uno de los militares refugiados.
Sin embargo, otros habrían pasado con motivaciones distintas. “Aquí hay compañeros que pensaron que nos darían casa, carro y plata. Ellos están muy descontentos, se quejan por todo, andan dando vueltas por ahí y buscando contactos con gente que promete de todo, lo que quieren es que les resuelvan la vida, sencillamente”, explica.
Otro militar contactado por Panampost señala que ellos sí han tenido problemas por falta de atención del equipo designado por Guaidó para atender su situación (Kevin Rojas y Rossana Barrera). En las primeras semanas hubo un inconveniente por el que les iban a dejar prácticamente en la calle, debido a que Acnur supuestamente ya no podía seguirles dando apoyo para que se quedaran en los hoteles.
Ayer la situación se repitió, pero los responsables ya no son los de ACNUR.
Situación militares refugiados en #Cúcuta https://t.co/mDoZDYuBA1
— PanAm Post Español (@PanAmPost_es) 3 de mayo de 2019
“Hemos tenido múltiples problemas aquí, eso es verdad, pero no todo es como ha salido, hay cosas que se exageran. Es verdad que los delegados de Guaidó desaparecieron y no se han ocupado de buscarnos soluciones, de hablar con nosotros, pero también es verdad que mal que bien hemos tenido comida, techo y hay quienes se han traído a sus familiares para evitar que sean víctimas en Venezuela”, comenta.
La principal queja de los descontentos es que los representantes de Guaidó “se lavaron las manos” y que no han dado respuesta a pesar de que, según sostienen los militares, habrían tenido disponibles recursos aportados por aliados para atender la inédita situación.
“Vamos a estar claros, plata a ellos no les ha faltado, pero aquí no ha llegado. A los compañeros que trajeron a sus familias les dieron que si unos pañales. ¿Cómo pueden solucionar así? De paso, no podemos trabajar y eso es peor para todos.Eso hace que algunos quieran inventar”, señala un exfuncionario policial.
Esa complicada situación habría llevado a varias decenas de funcionarios a abandonar los centros de refugio e irse a otros países de la región para continuar con sus vidas. No hay confirmación de nombres porque nadie quiere revelar su ubicación, pues simplemente podrían ser blanco de funcionarios de inteligencia del régimen de Maduro que tendrían la misión de capturarlos y llevarlos a Venezuela para que sus casos sirvan de escarmiento para los demás miembros de la FANB.
“Aquí estamos expuestos. No sabemos quién llega. Hace unos días descubrieron un cargamento de explosivos aquí en Cúcuta. ¿Y si nos ponen un carro bomba frente al hotel? Esto tiene que resolverse ya, no podemos seguir así”, reflexiona.
Ante esa amenaza latente, todo se torna aún más enredado, porque aparte de los que se han marchado, los centenares que se han quedado saben que corren peligro de ser trasladados por elementos irregulares hasta la frontera para entregar sus cabezas, y en esta zona esa sería una misión sencilla.
Extrañas reuniones y sobres fantasmas
En las últimas cuatro semanas han corrido versiones de presuntas reuniones con personajes externos que dicen ser de la resistencia y que habrían ofrecido dinero para quienes pudiesen ser enlaces con efectivos activos que quisieran sumarse a una acción o que pudieran sacar aviones o tanquetas.
“Están ofreciendo desde 5.000 dólares, eso es lo que se comenta por allá . De Villa Antigua dos se habrían reunido con ellos, pero esos que dicen que estuvieron tienen muy mala fama. Uno aquí no sabe de dónde salió esa gente ni qué buscan, porque sacar un avión de allá no es así tan fácil y cuando lleguen a Colombia los podrían derribar”, revelan los funcionarios consultados.
Esa versión fue contrastada con la información de otras fuentes externas al centro de refugio del Hotel Villa Antigua, que aseguran que también tuvireron conocimiento del encuentro y que intentan determinar quiénes pudieron “hacer tan absurda propuesta” y quiénes se prestaron para escucharlas y servir de enlaces.
“Hay que ser muy cauteloso, más en esta zona, porque aquí fácilmente llega gente del chavismo. Antes del 23 de febrero a Lorent Saleh lo trataron de entregar nuevamente a la dictadura, se salvó por la senadora María Fernanda Cabal que se activó y llegó para impedirlo. Eso te da una idea de cómo es esto, lo que representa para todos los funcionarios que estén en esta zona”, señala una de las fuentes externas.
Otras fuentes vinculadas indican que tratan de averiguar quiénes han estado teniendo las reuniones y si efectivamente ha existido alguna entrega de dinero. “Conocimos unos audios que señalan entregas de sobres con lo equivalente a 200 dólares. No estamos diciendo que sea cierto, sólo que estamos tratando de precisar qué está pasando ahí, porque aparecen audios con informaciones falsas, otros con verdades a medias”.
Esta versión trató de ser consultada con los representantes para el tema militar del gobierno de Guaidó, pero ninguno ha respondido ni los mensajes ni las llamadas. Otros representantes del gobierno de Guaidó aseguran que ellos desconocen cualquier detalle sobre ese tema o simplemente evaden la pregunta.
La semana pasada David Smolansky fue consultado al respecto y también dijo que de eso no tenía conocimiento, que los encargados del área militar eran los únicos que podían dar respuesta.
Los diputados que han estado en Cúcuta ni se quieren acercar al tema porque sería muy “ complicado”. “Eso es un dolor de cabeza para ellos porque los señalan cuando ellos no tienen ni la menor idea de qué ha pasado ahí con los planes de ayuda que se debían ejecutar. Han preferido mantenerse al margen, no quieren salir salpicados”, confiesa una fuente cercana a los parlamentarios en el exilio.
De lo que nadie quiere hablar
¿Y por qué nadie se quiere acercar al tema o las fuentes prefieren que ni se revele su identidad? Porque hay “demasiada tela que cortar”.
“Esto se manejó muy mal, y pareciera que nadie es honesto en transmitirle a Guaidó las cosas como son. Aquí llegó Reymundo y todo el mundo, aquí no hubo corroboración de motivaciones ni se asumió el asunto con total responsabilidad. Es verdad que hay militares que quieren que los mantengan, pero otros están aquí atendiendo un llamado por la libertad del país, sacrificaron sus carreras, cambiaron sus vidas, ahora hay que ayudarles en este momento para que reconstruyan su mundo”, indica una de las fuentes externas consultadas.
La fallas que permitieron que se colaran infiltrados es uno de los temas para los que nadie tiene respuesta, igual lo de los supuestos recursos que habrían aportado aliados para solventar la situación de los militares, menos aún se habla de las listas que habrían caido en manos del chavismo.
Y ahora parece que los planes de qué se hará con ellos es otro asunto que resulta prácticamente vetado.
Sólo el embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco “Pacho” Santos, ha sido quien en público dio pistas sobre ello. Durante la visita de un grupo de senadores estadounidenses a Cúcuta, él admitió que se estaba trabajando para buscar soluciones, y que ese era una labor que se estaba haciendo entre los gobiernos de Duque y Guaidó, con apoyo especial de Estados Unidos.
Sin embargo, hasta ahora no hay nuevos detalles sobre esos planes. Apenas hoy se conoció un video del embajador Humberto Calderón Berti, quien pide a los militares que están en Cúcuta que tengan paciencia, les asegura que están trabajando en buscar “soluciones definitivas” (aunque no las especifica) y les promete que sus problemas “se van a arreglar”. Todo un discurso, nada concreto.
El embajador de #Venezuela en #Colombia @calderonberti aseguran que ambos gobiernos están trabajado por los #militares #venezolanos en territorio #Colombiano… #4demayo pic.twitter.com/v1Ra6pdczl
— EVTV Miami (@EVTVMiami) 4 de mayo de 2019
Los refugiados ya no tienen la ilusión de que los ayuden a vincularse con otras instituciones militares del mundo para formarse y organizar un grupo que más que tomar las armas, sea capaz de trabajar en su momento en la reconstrucción de las diezmadas Fuerzas Armadas. Ahora ellos son prácticos y lo que piden son soluciones sencillas: “necesitamos que nos arreglen el estatus migratorio. No estamos pidiendo que nos mantengan, sino que nos permitan trabajar de manera legal, para poder seguir adelante y mantener a nuestras familias”.
No obstante, nada parece indicar que quienes buscan las soluciones estén escuchando esas peticiones y las puedan cumplir pronto.
Colombia entrampada
De esta inédita situación, el presidente Duque es quien empieza a llevar la peor parte, porque no sólo está expuesto a las múltiples críticas de los propios colombianos por tener en Cúcuta a militares extranjeros que varias veces han amenazado con hacerle una marcha para “exigirle” respuesta a su gobierno, sino que, además, en caso de detectarse infiltrados, no los puede expulsar del país.
“Todo es muy complejo para Duque. Cuando hay retrasos en los pagos de los hoteles, la gente de una vez asume que es el gobierno de Colombia el que está incumpliedo, otros se molestan porque aseguran que Duque está gastando la plata que nos hace falta a los colombianos”, explica una de las fuentes.
Lo cierto es que los representantes de Colombia de alguna manera han quedado entrampados, porque el problema no es suyo, pero tampoco puede desentenderse de él, debido a que de ahí se le pueden filtrar elementos que pudiesen ser contactados por grupos irregulares colombianos.
Además, si llega a suceder algo contra los militares refugiados, lo primero que se sostendría es que falló la seguridad colombiana y no que los venezolanos fueron negligentes y poco eficaces para atender el asunto.
“Maduro debe disfrutar con esto, porque de alguna forma ha fastidiado a Guaidó y a Duque y ha mandado un mensaje a los demás militares de la FANB para que no se unan a ningún llamado que le puedan hacer nuevamente”, admite una de las fuentes.
Mientras tanto, los militares siguen refugiados en los hoteles y todos los días se presentan novedades en esos centros de los que la mayoría quiere salir ya. Soluciones no se vislumbran cerca y todo parece que seguirá igual hasta que el chavismo haga estallar el problema que hábilmente viene azuzando.