Inglés.— El 9 de noviembre de 1967 salió a la venta la primera edición de Rolling Stone. No en el formato de revista tradicional por el cual más tarde se haría famosa, sino como un periódico que circulaba cada dos semanas.
El 9 de noviembre fue una fecha memorable, no solo porque nació una nueva publicación; la primera en tratar el rock and roll y la contracultura de una manera seria, con un enfoque periodístico, sino porque también coincidió con el auge del movimiento hippie, justo cuando se exhalaban los últimos vestigios de LSD y marihuana del Verano del Amor.
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Si existen momentos que definen y encapsulan una época, tanto el nacimiento de Rolling Stone (en este día) como la contracultura hippie califican a un nivel supremo. Esa primera edición de Rolling Stone, fundada por el joven desertor universitario Jann Wenner y el no tan joven crítico y entusiasta del jazz Ralph J. Gleason, contenía los elementos clave que la convertirían en una marca registrada (y aunque todo el mundo sabe que el nombre de la publicación no tiene que ver con la banda liderada por Mick Jagger, sino con canciones de Bob Dylan y Muddy Waters). La portada presentaba a John Lennon y un reportaje de investigación sobre el Festival Pop de Monterey (el primer gran festival de rock en Estados Unidos), pero no desde el ángulo de un fanático de la música que podría dejarse llevar fácilmente por las presentaciones de The Mamas & The Papas, The Who, Hendrix, Grateful Dead o la voz magnética e inmortal de Grace Slick (Jefferson Airplane) y su casi alienígena presencia subliminal en el escenario… No, el informe de Rolling Stone se centraba en responder la pregunta: ¿qué había pasado con el dinero generado por el festival?, ya que las cifras no parecían coincidir con la realidad.
Eso fue una declaración: estábamos aquí para hacer cosas serias y su eslogan “Todas las noticias que caben” continúa resonando en la memoria de millones de lectores alrededor del mundo.
Aunque comenzó como una trinchera, un espacio para reflejar la contracultura, pronto, en los años setenta, se convertiría -gracias a un escritor poco convencional- en una poderosa voz en la cobertura de política. Fueron muchos los escritores, periodistas y otros autores que pasaron por la redacción de Rolling Stone, pero pocos -o realmente ninguno- se comparan al maestro del periodismo gonzo: Hunter S. Thompson. Hunter había quedado fascinado por la forma en que Rolling Stone relató la tragedia del Festival de Altamont, que finalmente selló el hermoso sueño hippie con violencia y muerte, confrontándolo con la terrible realidad de una sociedad que ama la autodestrucción. Hunter, evidentemente, deseaba formar parte de Rolling Stone, y fue suficiente enviarle a Jann Wenner el inicio de una historia que estaba escribiendo, inicialmente para la revista Sports Illustrated, para comenzar una relación legendaria entre Thompson, Wenner y Rolling Stone: “Estábamos en algún lugar cerca de Barstow, al borde del desierto, cuando las drogas empezaron a hacer efecto”, y así comenzaba un viaje salvaje que tocó el corazón del maltrecho Sueño Americano y se convertiría en el libro Miedo y asco en Las Vegas.
Rolling Stone estuvo a la altura de su eslogan: cubrió todo; toda la música, todos los artistas… la importancia de la música cuando la música cambió el mundo… las grandes entrevistas que revelaron la humanidad detrás de la fama. Lennon contando su versión de la disolución de los Beatles, Elton John saliendo del clóset; incluso Charles Manson abriendo su horrible y cínica mente psicopática… Y así pasaron los años, como una piedra rodante, las décadas… En los 80, otro gigante de las letras, Tom Wolfe, publicó en la revista (como una serie) el drama de un hombre llamado Sherman McCoy y su caída de ser un Master of the Universe en Wall Street a arder en la Hoguera de las Vanidades.
Pero los tiempos cambian, las épocas cierran su ciclo… terminan. Y aunque en gran medida los seres humanos cumplimos con el eterno retorno de Nietzsche (reviviendo nuestros errores una y otra vez)… la cultura, la música, la política… todo iba cambiando, de la misma forma en que Rolling Stone intentaba hacerlo, adaptándose a cada nuevo ciclo… hasta que un mal día dejó de ser esa publicación de contracultura y lo inevitable sucedió: fue absorbida por el sistema contra el que tanto había luchado.
Así que el aniversario del nacimiento de la revista Rolling Stone, estoy seguro, tal como lo estaba Hunter Thompson en su tiempo, de que si miramos lo suficientemente al horizonte difuso de nuestros días… ahí estará, imparable, la ola sublime con su cresta elevándose hasta que ya no pueda sostenerse… y colapsa, bañándonos con el salitre de nuestros propios recuerdos.