Un potro desconocido llamado Rich Strike, bajo las riendas de un venezolano igual de famoso que su caballo, triunfó en el Kentucky Derby. Eso es algo que seguramente usted ya sabe. Así que antes de entrar a la carrera, hagamos un stop para contextualizar la épica hazaña.
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“El Kentucky Derby es decadente y depravado”, así se tituló la histórica crónica del autor Hunter S. Thompson publicada en 1970, sobre, precisamente, lo que ocurre el día de la carrera más famosa del mundo… que, además de los caballos, tiene mucho que ver con el comportamiento humano. El texto era un Polaroid sobre los excesos, la arrogancia y ridiculez del público asistente al hipódromo de Churchill Downs: las vestimentas exageradas, la desfachatez e hipocresía de la alcurnia de Louisville… ¡Ah, y los sombreros!. Ohhhh, sí, los sombreros; esas enormes, estrambóticas y nefastas fabricaciones, con las que las damas sureñas competían entre sí por llamar la atención. Porque en este día, la gente acude para mostrarse, para exhibirse… para criticar… Y, bueno, sí,. claro, hay unos caballos corriendo en la pista… y mucho, muchísimo dinero colocado en apuestas a nivel mundial.
Pero desde 1970 hasta 2022, poco o nada ha cambiado.
El Derby es la primera carrera de la Triple Corona del hipismo norteamericano. Belmont Stakes y Preakness complementan la diadema. Pero nada. Absolutamente nada se compara a lo que representa la llamada “Carrera de las Rosas”. Y es que hay un aroma de grandeza… de prepotencia… que poco tiene que ver con las rosas sino con la tradición e idiosincracia de la americanidad más sureña de todo el sur de los Estado Unidos. Entonces, en la carrera, es decir, los caballos hacen su parte. Todos los asistentes quieren que triunfe el favorito. Y el favorito DEBE ser nortemaricano. Ningún caballo extranjero, singún underdog. El Kentucky Derby está servido para que se luzcan los grandes prospectos de tres años gringos.
Dicho lo anterior, ahora saltaremos a lo ocurrido hace poco días. Y de cómo todo el discurso anterior fue dinamitado por el equipo conformado por un caballo que no se suponía que debía correr en semejante carrera y un jockey venezolano que mucho menos estaría invitado al festín sureño de los egos y los sombreros.
Nace una rockstar
Hace 140 años se corre el Kentucky Derby. Hay muchos países más jóvenes. Y esta edición tenía un sabor particular; el regreso a Churchill Downs. Y es que durante los dos años del pseudo-apocalipsis-Covid, el hipódromo cerró sus puertas y los sureños no pudieron asistir al evento. ¿No pudieron usar su ropa elegante, ni los sombreros, ni brindar ni hacer lo que sea que hacen cada año! Eso debió ser un sufrimiento sólo comparable a ver un maratón de alguna telenovela turca. Sorry, imagino que son malas.
Entonces la escena fashion estuvo muy acorde a los preceptos de la moda post-covid: mucho (demasiado) colorido, tonos pasteles; atrás quedaron los trajes clásicos, corbatas de lazo: aquí los hombres vestían de fucsia y rosado y diferentes tonos de azul y… pues, más bien parecía el red carpet de los Latin Grammys. Mientras que las damas siguieron la tendencia del color; que se ha catalogado como usar colores “cómodos” tras el encerrón de la pandemia.
Pero los sombreros no faltaron. Y por el amor de Cristo, Thor y Gandhi… ¡Estos sombreros estuvieron a la altura!… A la altura de alguna pesadilla de Damien Hirst y de algún imitador callejero de la Kahlo. Un show de colores, risas, reencuentros… chismes… chismes… chismes y todo el dinero que ni usted ni yo tenemos. Dinero que estaba destinado a las apuestas divididas entre dos grandes potros: Epicenter y Zandon. Y vale decir, estos dos caballos se lucieron. Fueron unos titanes desde el go!, se batieron el duelo en plena recta final; cabeza a cabeza… uno de ellos estaba a punto de ganar el Derby; ahí estaba la línea de llegada; el aplauso, los gritos, esto se trataba de ellos: los dos grandes potros; los futuros campeones… ¡Hey, hey! ¡Pero de dónde diablos ha salido ese caballo que viene pegado a la baranda! ¿Alguien sabe su nombre?
La respuesta real: casi nadie sabía el nombre de Rich Strike, salvo su propietario Eric Reed, su mujer, su padre, su entrenador y su jinete, el valiente Sonny León (nacido en el estado Aragua de Venezuela). Lo único que los espectadores de Churchill Downs sabían era que pagaba 80-1 en las apuestas y que ese caballo NO debería estar acercándose de la manera peligrosa en la que se aproximaba a los dos favoritos.
Amigos: estaba a punto de hacer un hito… y un rockstar equino.
El día anterior al Derby, el viernes, Eric Reed recibió una llamada: un caballo llamado Ethernal Road estaba fuera de la competencia y había una vacante. Reed disponía, literalmente, de 30 segundos para aceptar inscribir a Rich Strike, ese caballo que compró en 30.000 dólares y que sólo había ganado 1 de siete carreras. Reed no tenía nada que perder y aceptó.
Rich Strike es un caballo altivo, temperamental y en sus tres últimas carreras tuvo a Sonny León sobre su lomo, finalizando tercero en las mismas. Su último tercer lugar le valió el ticket para ser elegido como posible participante al Derby. Se requieren al menos 20 puntos en una sumatoria que se realiza año tras año y Rich Strike apenas logró esos 20 puntos casi de milagro. Otra opción, que Rich Strike tampoco tiene, es formar parte de un linaje: tener pedigree y eso suma puntos. Nada de eso, los padres de este potro no reunían las credenciales necesarias.
Las palabras de Sonny León siempre fueron las mismas para Reed: el caballo tiene mucho dentro de sí. Sonny tenía fe en Rich Strike y juntos llegaron al Kentucky Derby, partiendo por el puesto de pista #21 (el peor) y contra una tropa de caballos que estaban listos para la carrera desde hace semanas. Es decir: esto pintaba mal, muy mal.
Es difícil imaginar el fervor, la ebriedad y el dinero apostado en el Kentucky Derby tras dos años en los que la gente no pudo visitar el gran templo del hipismo. Las imágenes muestran una locura y todo explotó al abrirse las compuertas y fue como un batallón lanzado de frente a luchar contra loa Nazis. ¡Válgame!… y Rich Strike partió mal y quedó de último.
Fue una carrera atropellada, violenta, rápida. Y lejos… demasiado lejos, Sonny León trataba de adelantar desde el último lugar, soltando las riendas de Rich Strike y dejándolo correr. Esa fue la clave, soltarlo, dejarlo ser. Pero en medio del pelotón, en la recta frente al público, Rich Strike estaba trancado entre otros caballos y de aquí en adelante, lo que hizo León le vale una estatua.
Hace 51 años algo similar ocurrió. Un caballo desconocido, Cañonero II con un jockey incluso más desconocido (ambos venezolanos) triunfaron en el Kentucky Derby. Sin embargo, y de ninguna manera se resta mérito a la proeza del jinete Gustavo Ávila, Sonny León, fue el Rey León: se abrió paso… perdón, empujó a Rich Strike entre dos enormes caballos y los pasó… y así, embistiendo contra todo, contra los percances, contra las críticas, contra las burlas, contra todo lo que tenían en su contra: se aproximaron a la recta final, donde los dos favoritos protagonizaban un duelo digno de enfrentamiento entre el príncipe Oberyn y la Montaña en Game of Thrones. Y es aquí, en la recta final, ese tramo donde los sueños se hacen realidad o son acribillados, que Sonny León ejecutó una de las maniobras más hiper-mother-fucker-brutales del hipismo moderno: no podía pasar pegado al barandal, al estar bloqueado por otro caballo: su única oportunidad: jugársela y confiar en Rich Strike. Cambiar la rienda de mano, cruzar el caballo violentamente a la derecha de una manera instantánea y crearse un pasillo por el pudiera colarse: Rich Strike lo entendió, cambió de carril en una manera en que pocas veces he visto (y sigo el hipismo desde hace varias décadas) y ahí se disparó: Rich Strike voló esos últimos metros como si su vida dependiera de ello y León fueteaba a Strike como recordándolé: hermano, estamos por joder a todo el planeta Tierra.
¡Y por Dios que lo hicieron!
El narrador de la carrera de la cadena NBC apenas se percató de Rich Strike cuando cruzó la meta. El tipo estaba netamente enfocado en Epicenter y Zandon, al igual que los jinetes de Epicenter y Zandon.
Sonny León 🇻🇪 remontó 16 puestos con Rich Strike para ganar el Kentucky Derby y la cámara aérea es 🤌🏻 (chef’s kiss)
— Arnaldo Espinoza (@Naldoxx) May 8, 2022
¿Qué se necesita para ser un rockstar? Talento, carisma y escándalo. Pues, luego de la carrera, Rich Strike tuvo su propio escándalo con uno de los oficiales de la pista y terminó mordiéndolo no sólo a él sino a su caballo. Era lo que le faltaba, el resto ya lo tiene.
Sonny León ha ganado más de 700 carreras en Estados Unidos. Pero jamás un clásico Grado 1. Por lo que ni remotamente era un jockey especialmente famoso. y Rich Strike, pues, esta fue apenas su segunda victoria en 8 carreras.
Desde 1913 ningún caballo había sorprendido tanto al ganar teniendo las peores apuestas.
Y no importa lo que ocurra en las próximas dos carreras de la Triple. Lo que realmente importa es que el sábado por la noche, borracha y molesta, alguna de estas damas sureñas pagó su indignación dándole un mordisco a su horrible sombrero de girasol… y eso lo vale todo.