Acudir a las urnas a ejercer el sufragio es un derecho y un deber de todo ciudadano. Es la manera legítima de asegurar que cuentan con voz en las decisiones que se van a adoptar para la sociedad, así como de apoyar políticas que satisfagan las necesidades de la comunidad. Es la forma de defender y participar en la democracia. En nuestro país faltan pocas horas para que, a las 8:00 am de este domingo, se abra la votación para elegir senadores y representantes que estarán en el período 2022- 2026. Se votarán también las consultas de Centro Esperanza, Equipo por Colombia y Pacto Histórico.
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Será una votación crucial y definitiva para mantener nuestra democracia. En la evaluación que se haga en el futuro se dirá que las consultas para definir a los candidatos presidenciales opacaron las elecciones al Congreso de la República. No importará que se pretendiera ahorrar en los costos electorales.
Estas elecciones que hoy nos convocan se perfilan claramente como una lucha por la imposición de un modelo de gobierno, el de ideología radical o el de conservación institucional. La mala idea de estar siempre ubicando a los participantes a la izquierda, al centro o a la derecha confunde —no se dude— al elector. Los exponentes de cada uno de estos sectores se presentan más bien, sin distingos entre ellos, como aspirantes que tienen todas las fórmulas de cambio y salvación. En las propuestas de cada uno de ellos es que el votante se debe detener para evaluar su responsabilidad, seriedad y contenido, porque de ese análisis y la correspondiente decisión dependerá en gran medida el bienestar de todos.
La trascendencia e importancia del voto en Colombia nos remiten a su historia. En la Constitución de 1810 se consagró el derecho al voto, pero excluyente, aunque desde la época de la independencia los patriotas lucharon por el derecho a elegir. En 1853, luego de muchos enfrentamientos entre quienes defendían que fuera para todos y quienes lo limitaban a determinado grupo de personas, la Constitución reconoció ese derecho a los hombres mayores de edad casados. Las Constituciones posteriores, 1863, 1886 y 1910 le quitaron ese derecho a los analfabetas. En 1936 se volvió a reconocer el voto a todos los hombres adultos y, finalmente, en 1954, se otorgaron los derechos electorales a las mujeres, que los estrenaron en la votación del Plebiscito del año 1957. Para las elecciones de 1990 se imprimió el primer tarjetón electoral. Tenemos, entonces, que el voto no ha estado exento de controversias, pero es un derecho obtenido para que exista un Estado democrático y participativo.
Hoy, una gran cantidad de colombianos, como dan cuenta las redes y portales, se caracterizan por sus permanentes críticas. Pero a la hora de expresarse a través del voto se abstienen renunciando a su derecho y a contribuir en la construcción del país que anhelan.
Los medios de comunicación podrían haber sido el mecanismo útil para llevar a la población un panorama amplio de los programas de los diferentes candidatos, motivando a los ciudadanos a votar, pero los debates que promovieron, quizás, por la escasez de tiempo y el gran número de participantes, evitaron que se cumpliera con ese cometido.
Para complicar más el panorama están las encuestas, que en muchos casos desestimulan el sufragio, pues más parece que están en una competencia sin sentido y a veces, con resultados francamente risibles o con márgenes de error del 9 % que dejan mucho que pensar de la firma encuestadora que advierte esto en su ficha técnica.
Colombia, en la actualidad, viene padeciendo de varias situaciones extremas de inmensa gravedad. De una parte, la migración venezolana que no tiene similar en el mundo. Por nuestro territorio han pasado más de 7 millones de venezolanos de los cuales un número significativo se ha quedado en nuestro país. Acnur no hizo nada por ellos y Colombia no ha contado con apoyo internacional para hacer frente a esta crisis humanitaria de dimensiones casi apocalípticas.
De otra parte, se encuentra la pandemia que aún no termina. Desde su aparición en enero de 2020 hasta la fecha ha provocado muerte y enfermedad en cantidades insospechables, a más de sus efectos en la inflación y el desempleo, causa de pobreza.
El narcotráfico y la corrupción son desastrosos y minan los cimientos de nuestra incipiente sociedad. Los fallos de las Altas Cortes nos han dejado anonadados al no permitir la aspersión.
Entonces, tenemos un compromiso serio y decisivo con el futuro del país y al nuevo Congreso le corresponde presentar iniciativas para solucionar esa problemática y brindar bienestar a la sociedad. Nada se gana con la elección de un presidente si éste no cuenta con un congreso compuesto por los mejores, por lo que debemos concurrir masivamente a las urnas para que quienes lleguen a componer el Congreso sean los más idóneos, elegidos por verdadera soberanía popular.
Los ciudadanos tenemos en el voto la mayor de nuestras fortalezas para construir el país que nos merecemos. No hacer uso de él es permitir y facilitar el triunfo de las maquinarias electorales. Hay que sufragar por el bien de la Patria, incluyendo votar por la consulta de aspirantes presidenciales.
Para facilitarles a los lectores por quién votar anexo la cartilla de los aspirantes al Senado que se eligen a nivel nacional. Tener en cuenta que en el tarjetón no aparecen los nombres solamente los números asignados a cada uno de ellos y el logotipo del partido u organización al que pertenecen.
El tarjetón para la Cámara de Representantes es distinto al del Senado y se vota territorialmente en cada departamento y en el Distrito Capital. Se anexan los candidatos inscritos y habilitados para ser votados en Bogotá.
Igualmente, para que pueda entender el funcionamiento y forma de votar la consulta se les participa el instructivo pedagógico.
Tómese su tiempo y estudie con cuidado por quien finalmente decide votar. Anótelo y al momento de estar en el cubículo para hacerlo, márquelo como lo decidió previa y libremente.
Pildorita: Mi total admiración y respeto por la valentía y firmeza del presidente ucraniano, Volodímir Oleksándrovich Zelenski, al enfrentar a Putin a la manera de David frente a Goliat. Se trata aquí de defender a un país autónomo, Ucrania, atacado e invadido por el que bien puede ser llamado el Anticristo del siglo XXI.