EnglishEl caso de la muerte del fiscal Alberto Nisman, a cargo de la investigación del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, mantiene en vilo a millones de argentinos. Muchos de nosotros estamos prendidos al televisor y escuchando la radio, todo al mismo tiempo.
El caso de Nisman ha monopolizado el tema de conversación en todos los ámbitos de nuestra vida. Así, ya sea en un viaje en el taxi, en un after office con amigos, en un almuerzo de trabajo, en un efímero viaje en el ascensor, o calentando para entrar a jugar un partido de fútbol.
Existe una sed de verdad y justicia que es muy difícil de disimular. En esa búsqueda por conocer más de la investigación, arrojamos nuestras propias hipótesis. Nos hemos convertido todos en personajes de Arthur Conan Doyle o decidimos encarnar al famoso Mister Poirot de Agatha Christie.
Como por alguna intuición mágica —ayudada quizás por los años de impunidad en los casos de corrupción— creímos desde un comienzo que al fiscal “lo mataron”. Pero, ¿quién fue? Y más importante aún, ¿por qué lo mataron?
Entonces empezamos a hilar todos los indicios que están sobre la mesa y no podemos creerlo. ¿Puede ser, acaso, que algun exmiembro del servicio de inteligencia del Estado bajara de la azotea, entrara el departamento y le pegara un tiro al fiscal? ¿O que se haya escabullido por el tercer acceso a la vivienda de Nisman a través de un estrechísimo pasadizo por donde están los aires acondicionados? Parece más un guión de la película Misión Imposible.
Una movida digital
Extranjeros que han visitado la capital de Argentina, Buenos Aires, me han dicho que le han llamado la atención la cantidad de graffitis y pegatinas que hay en las paredes y calles de esta gran ciudad.
A diferencia de otros casos que han llamado la atención de la ciudadanía, como fue el de los fondos Buitre vs. El Gobierno, en este caso no hubo ninguna reacción, respuesta, planteo oficial en la vía pública.
Lo que sí ha llamado la atención y ha sido criticado en las redes sociales fue el hecho de que Cristina Kirchner haya elegido enviar las dos cartas que escribió con respecto al caso Nisman a través de su cuenta de Twitter. La critica devino porque la mandataria ha sobreutilizado el mecanismo de la “cadena nacional de radio y TV” para temas de —categóricamente— menor interés social.
Este caso dejó demasiado al descubierto la corrupción, las mafias e internas que existen en la Secretaría de Inteligencia (SI) y reabrió heridas que en realidad nunca se terminaron de cerrar del caso AMIA.
Lo que le sucedió al funcionario judicial y todos los fantasmas y preguntas que rodean su muerte hace parecer un juego de niños la acusación por cohecho del vicepresidente, Amado Boudou.
La muerte del fiscal Nisman fue una bofetada a toda la ciudadanía. Un llamado de la justicia que pide a gritos ser escuchada. Una alarma en la conciencia de cada uno de nosotros. Por Nisman; por los 85 muertos de la AMIA; por la República.