English ¿Qué es hoy políticamente correcto que digan los Estados y los organismos internacionales en la relación con la guerra contra las drogas?
Quizás en un momento bisagra de la historia, Juan Carlos Hidalgo, analista de Políticas Públicas del Instituto Cato, y un apasionado historiador de este conflicto, le detalló al PanAm Post sus visiones sobre el futuro de la legalización de las drogas en la región.
Hidalgo es oriundo de San Carlos, uno de los 81 cantones que forman parte de Costa Rica, pero vive hace varios años en Washington D.C. Posee un máster en Comercio y Políticas Públicas de la Universidad George Mason en Estados Unidos y es un meticuloso especialista en cuestiones de narcotráfico y pandillas.
Sin titubear aclara que no sólo aboga por una despenalización de la marihuana sino de todas las drogas.
Dadas las últimas declaraciones del secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, en las cuales expresó que la guerra contra las drogas “no llegaba a ninguna parte”, ¿dónde se encuentra América Latina hoy en relación a la despenalización de la marihuana?
Hemos visto que Uruguay legalizó la marihuana y se convirtió en el primer país en hacerlo a pesar de que existen tratados internacionales que prohíben que las naciones puedan dar ese paso. Hemos visto asimismo que dentro de Estados Unidos se están dando procesos de legalización: más de una veintena de Estados ha legalizado la marihuana para fines médicos, dos de ellos han legalizado la marihuana para fines recreativos y estoy seguro que habrá más Estados que tomen una decisión en este sentido próximamente.
Así que claramente vamos caminando hacia un mayor cuestionamiento a la guerra contra las drogas. Sin embargo siento cierta frustración porque el ritmo por el cual estamos yendo hacia ese destino no es suficientemente acelerado.
Hemos tenido presidentes, como Otto Pérez Molina en Guatemala, que han hablado en favor de la legalización. Juan Manuel Santos, en Colombia, ha cuestionado la guerra contra las drogas y ha manifestado que él favorecería la legalización si todo el mundo estuviera de acuerdo. Sin embargo, aún necesitamos voces más contundentes en la región de las que hemos oído hasta el momento.
Mi temor es que este debate se vaya a apagar. Creo que tuvimos un buen momentum cuando la OEA publicó el informe sobre la estrategia del narcotráfico para los próximos años, en el cual mencionaba la legalización como uno de los cuatro posibles escenarios.
Sin embargo, no ha surgido una figura de peso en América Latina que lleve esta bandera y que enfatice la necesidad de tener este debate ya mismo, un debate articulado y no tan etéreo como ha estado hasta el momento.
¿Qué opina del caso uruguayo?, ¿es un sistema viable en el largo plazo?
Sí. Yo creo que hay que aplaudir el esfuerzo de Uruguay, la valentía del presidente Pepe Mujica en dejarse de habladas y pasarse a los hechos, dejarse de cuestionar la guerra contra las drogas y efectivamente pasar legislación tendiente a regular la droga que hasta este momento había estado ilegalizada.
Sin embargo me preocupa que la legislación resulte muy burocratizada: se está creando un Instituto Nacional del Cannabis, se les pide a los uruguayos que vayan a consumir que se registren ante el Gobierno, y el Gobierno establece el precio de la marihuana, entre otras cosas.
Existe una inclinación a sobreregular. Todos estos aspectos que estén bajo el control del Gobierno pueden afectar el éxito del experimento.
No veo un impulso masivo de parte de los uruguayos para ir a registrarse como consumidores de marihuana. De igual forma no veo cómo el Gobierno uruguayo pueda lograr mantener un registro de cada planta de marihuana que vaya a ser plantada y cultivada en el país. Es natural que la regulación sea el énfasis en un proceso de legalización. Será un proceso de prueba y error.
Los experimentos en los estados de Colorado y Washington en Estados Unidos son un poco más liberales a pesar de que cargan a la marihuana con altos impuestos, lo cual hace contraproducente el experimento, porque los consumidores pueden terminar otra vez en el mercado negro.
El Gobierno de Uruguay, a pesar de las objeciones que uno puede tener sobre el proyecto, ha dado un paso contundente y dejarse las habladas que hasta el momento han caracterizado a otros mandatarios latinoamericanos.
¿Por qué no ha funcionado la guerra contra las drogas?
No ha funcionado por un asunto económico. La guerra contra las drogas no ha erradicado la demanda de estupefacientes especialmente en el principal mercado: Estados Unidos.
Si uno ve las cifras se da cuenta de que el consumo de drogas ha permanecido estable en los últimos 20 años. Algunas drogas han caído en cuanto a su preferencia, como la cocaína, otras se mantienen estables o han ido en aumento, como la marihuana, y otras han surgido, como la metanfetamina.
Lo cierto es que hasta tanto haya demanda, va a haber oferta.
No es posible acabar con este mercado, porque surge de una demanda que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad.
El problema con la prohibición de las drogas es que cuando usted prohíbe un producto o una sustancia, el precio final termina mayormente en el costo del trasiego, es decir, del contrabando. Eso hace que los precios de las drogas estén inflados y en algunos casos la prima de la prohibición equivale al 90% del precio final de una droga.
Esto hace que existan grandes incentivos para que bandas de criminales se hagan cargo del negocio, ya que las ganancias son enormes, infladas por la misma prohibición. Es por eso que no es posible acabar con este mercado, porque surge de una demanda que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad.
¿Qué relación ve entre la guerra contra las drogas, el éxodo de migrantes centroamericanos y su impacto en la política migratoria de Estados Unidos?
Yo no estoy tan seguro de que haya una correlación entre estos puntos. Incluso se ha hablado de que estos niños que llegan a la frontera con Estados Unidos son refugiados de la guerra contra las drogas.
La realidad es un poco más complicada que eso. Ciertamente los cuatro países centroamericanos del triángulo norte (Belice, Guatemala, El Salvador y Honduras) se encuentran dentro de las seis naciones más violentas del mundo.
Yo ciertamente creo que la guerra contribuye en gran medida al clima de violencia en el triángulo norte centroamericano; sin embargo el fenómeno de los niños migrantes es todavía más complicado.
Gran parte de la violencia que azota a estos países tiene que ver con el trasiego de drogas, pero tal vez no toda. Son países con instituciones muy débiles, con aparatos judiciales y de seguridad muy endebles, y la guerra contra las drogas exacerba las debilidades institucionales de estos países.
El fenómenos de las pandillas es el principal responsable de los niveles de violencia. Si bien las pandillas controlan el mercado del menudeo localmente, todavía no existe una investigación ni datos que nos indique hasta qué medida una regulación del mercado de las drogas vendría a disminuir el poder económico de las pandillas y por lo tanto su capacidad de infringir violencia en la población centroamericana.
Yo ciertamente creo que la guerra contribuye en gran medida al clima de violencia en el triángulo norte centroamericano; sin embargo el fenómeno de los niños migrantes es todavía más complicado.
¿Cómo se dio la mudanza de los cárteles de Colombia a México?
Efectivamente durante los años 80 y principios de los 90 los cárteles de Colombia, de Cali y Medellín, eran los más poderosos y los que controlaban el tráfico de drogas a Estados Unidos. Este tráfico se realizaba a través de la denominada ruta del Caribe, por donde la droga se mandaba a través de las islas del Caribe hasta Miami.
De ahí por ejemplo el caso de Miami Vice [serie de televisión de 1990], en la cual se retrataba la entrada de drogas por esa ciudad.
Sin embargo, a finales de la administración de Reagan, la Guardia Costera empezó a patrullar las aguas de manera más intensa, y entonces la droga comenzó a enviarse vía terrestre a través de México.
A finales de los años 80 había un gran cártel que manejaba el tráfico de la droga a Estados Unidos que comenzó a dividirse. Allí nacieron el cártel del Golfo, el de Sinaloa, el de Carrillo Fuentes, y el de los hermanos Arellano Félix en Tijuana. El hecho de que debían enviar la droga a través de México empoderó a los cárteles mexicanos.
A principio de los años 90 ocurrieron fuertes golpes contra los cárteles colombianos. A partir de entonces los mexicanos empezaron a dominar el negocio.
Además, las organizaciones colombianas empezaron a pagarle a los cárteles mexicanos con droga. Esto hizo que los mexicanos empiecen a manejar el negocio por sí solos.
A principio de los años 90 ocurrieron fuertes golpes contra los cárteles colombianos. En diciembre de 1993 es asesinado Pablo Escobar y se captura a los hermanos Rodríguez Orejuela. Esto fue un golpe contundente. A partir de entonces los mexicanos empezaron a dominar el negocio.
¿Las legalizaciones en el Estado de Colorado están destruyendo negocios de los cárteles en México?
Yo lo dudo mucho. Hay una investigación de la Rand Corporation de hace unos años que analizó los ingresos de los cárteles en Estados Unidos y en México, y averiguaron que aproximadamente un tercio de los ingresos de los cárteles mexicanos proviene de la cocaína. La venta de marihuana en todo Estados Unidos representaba, por el contrario a lo que se creía, sólo un 17% de los ingresos de los cárteles.
Es muy aventurado decir que la legalización de Colorado o de Washington tienen un alto impacto en los ingresos de los cárteles mexicanos.
La legalización de todas las drogas debe estar sobre el tapete y no sólo la marihuana. Esto no acabaría con el crimen organizado, pero sin lugar a dudas acabaría con el narcotráfico.