EnglishEl presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció el 30 de agosto que su Gobierno pretende diseñar un impuesto exclusivo para la comida “chatarra” con el objetivo de financiar los gastos en salud de las enfermedades derivadas de la obesidad.
El mandatario, que se encuentra al frente del poder Ejecutivo desde el 2007, aseguró que los malos hábitos de alimentación de los ecuatorianos están generando mayores gastos al sistema público.
Sus declaraciones se realizaron un día después de la Conferencia Internacional de Etiquetado y Políticas Fiscales en Alimentación y Prevención de la Obesidad organizada en Ecuador por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF.
“Estamos pasando de los problemas de la pobreza —porque el país está avanzando mucho— a los problemas de la opulencia. Ya no es la falta de alimentación sino la mala alimentación”, manifestó Correa. Además, aclaró que “el perfil patológico de los ecuatorianos ha cambiado. Las muertes se están produciendo por enfermedades como diabetes, problemas del corazón, cardiovasculares, por mala alimentación, por exceso de grasa […]”.
Según datos del ministerio de Salud, entre 1986 y 2012 el sobrepeso aumentó un 104% y afecta a un 63% de los adultos ecuatorianos, y a uno de cada tres niños en edad escolar.
Pese a la magnitud de las cifras, Correa aclaró que este impuesto no recaerá sobre restaurantes privados que vendan este tipo de alimentos, sino sólo sobre las cadenas internacionales de comida rápida como Burger King o McDonald’s.
“No estamos hablando del barcito de Guayllabamba [una pequeña comunidad al norte de Quito] que prepara a mano sus cosas, estamos hablando de estas grandes cadenas donde se mete la carne en cacerolas repletas de aceite usado una y otra vez, que son un atentado a la salud pública, más aun cuando tenemos comida tan rica en Ecuador”, señaló el presidente, quien cuenta con amplia mayoría oficialista en el Congreso Nacional.
Para el mandatario este gravamen tendría un efecto de sustitución, pues asegura que los ecuatorianos prefieren alimentos producidos en Ecuador y más sanos, “como los ceviches”.
Por esto, explicó: “lo mejor que se puede hacer son políticas adecuadas a una razonable protección de la producción nacional y promoción de nuestros productos”.
Además, justificó el la imposición desde el Gobierno por encima de las decisiones de los residentes de Ecuador: “Un impuesto no tiene sólo fines recaudatorios, tiene fines de cambio de comportamiento social para que la gente consuma lo socialmente deseable”, justificó el mandatario.
Se reunirán autoridades y especialistas de alto nivel de toda América #EtiquetadoAlimentos http://t.co/bv5ekXrhaD pic.twitter.com/GHUGuMBdv0
— Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil 🇪🇨 (@InfanciaEc) August 26, 2014
Más impuestos, según factibilidad
Luego del anuncio del presidente, el Servicio de Rentas Internas (SRI) expresó a través de un comunicado que este tributo podrá ubicarse dentro del Impuesto a los Consumos Especiales (ICE) que ya existe en este país.
El ICE se aplica a los bienes y servicios nacionales o importados que son nocivos para la salud, como las armas de fuego, aeronaves, videojuegos, cigarrillos u otros productos derivados del tabaco, bebidas gaseosas, automóviles, entre otros.
“La Administración Tributaria informará sobre cualquier modificación o adición a este impuesto, que no tiene carácter recaudatorio, más bien, busca desestimular el consumo de productos nocivos, que pueden causar enfermedades letales”, informaba el comunicado.
El organismo estatal hasta ahora indicó que “no hay una posición definitiva” sobre el impuesto a la comida chatarra, pero que se desarrollarán informes técnicos con el objeto de “determinar su factibilidad”.
Una medida con resultados contrapuestos
En octubre de 2013 el Senado del país conducido por Enrique Peña Nieto aprobó el tributo especial a la Producción y Servicios, el cual estableció un gravamen de 8% sobre todos los alimentos que contengan 275 calorías o más por cada 100 gramos.
Entre los bienes afectados se encuentran helados, chocolates, dulces de frutas, flanes, cremas de maní y otros productos con alto contenido de azúcar.
Solo que en México, la recaudación de impuestos aumento un 45,6% en los primeros siete meses del 2014 tras la inclusión del tributo a la comida “chatarra”, según el El Economista de México, basándose en cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
En otros países de Latinoamérica como Bolivia, Brasil y Chile también se ha discutido un posible impuesto a la comida chatarra. En Perú, Uruguay y Costa Rica este tipo de alimentos está prohibido en las escuelas públicas desde 2012.
En 2011 el Gobierno de Dinamarca intentó implementar un impuesto similar, pero tuvo que abolir el tributo al año siguiente por efectos indeseados en la economía.
La trampa detrás del impuesto
Paula Lanata, coordinadora de la organización internacional Estudiantes por la Libertad en Ecuador, manifestó con ironía su repudio ante el proyecto de Correa.
Si este impuesto fuera la solución, explica la activista, “qué fácil sería la batalla mundial contra la mala alimentación, y seguramente tendríamos chuzos de verduras y carretillas de comida sin sal en cada esquina. Es más, si la regulación de la publicidad fuera la solución ya no existirían fumadores en el mundo”.
“Es ingenuo pensar que sólo las grandes cadenas utilizan el aceite una y otra vez, atentando a la salud pública. Y aún más, pensar que sus consumidores no lo saben. Los impuestos continúan y continuarán siendo un método eficaz de condicionar la libertad de los ciudadanos, como si éstos no fueran capaces de decidir por ellos mismos”, expresó Lanata.